Paddington no solo es un distrito londinense en el que nacieron figuras tan destacadas como el genio matemático Alan Turing y la actriz Emma Thompson, sino que también da nombre a un adorable oso que, tras convertirse en un icono de la literatura británica, llega ahora a las salas de cine protagonizando su primer largometraje.
El personaje creado y desarrollado por Michael Bond durante más de cincuenta años, a pesar de contar con una serie de televisión, sorprendentemente todavía no había aterrizado en el cine. Pero el director Paul King ha logrado que la espera para aquellos que han vivido su infancia acompañados por el popular oso haya merecido la pena. La primera historia de Paddington vio la luz en 1958 y la última llegó a las librerías en 2014, por lo que el público abarcado es muy amplio. Adultos que han crecido con él y niños que lo están descubriendo ahora. Así que el realizador y guionista ya contaba a su favor con el aprecio total, al menos del público británico, hacia Paddington, y tenía en sus manos un personaje tremendamente afable que se podía meter a mucha más gente en el bolsillo.
Para los que desconozcan esta historia, su protagonista es un joven oso que decide dejar atrás su recóndito y oscuro Perú natal para viajar a Londres, lugar en el que tendrá que buscar un nuevo hogar y adaptarse a una forma de vida diferente a lo que estaba acostumbrado en la selva sudamericana. Podría tratarse de una metáfora del destino actual de los jóvenes cuando reciben su título de graduados, pero dejando a un lado el tema de la inmigración -que en el cine nos ha dejado historias maravillosas como la de Fievel-, esta es una historia absolutamente familiar. Es la familia Brown la que acoge al desorientado oso en la estación ferroviaria de la que toma su nombre y, como suele ser habitual en este tipo de películas, la llegada de un peculiar personaje con un estilo y una forma de ver la vida diferente a la de los componentes de la familia provocará que todo quede patas arriba y que tanto los hijos como los padres lo vean todo otra manera, no tan cegados por sus limitaciones o pensamientos predefinidos. 'Paddington' supone un soplo de aire fresco, tanto el personaje para la familia que le ayudará a integrarse, como el film en sí mismo para una audiencia que al acabar la película quedará muy satisfecha y sobre todo de buen humor.
La comedia juega un papel importante, propiciada principalmente por el desconocimiento de Paddington de las costumbres de una sociedad tan agobiante, ya que la única preocupación material del oso es tener siempre un sándwich de mermelada bajo el sombrero, mientras que toda la gente que le rodea parece no parar ni un momento ni fijarse en lo que ocurre a su alrededor. Como si fuera un niño salvaje, aquellos que se han criado alejados de la civilización, al llegar a Londres, una de las metrópolis de nuestro mundo, todo será más grande de lo que habría podido imaginar en su cabaña situada en un árbol en Perú. Por lo que su integración dejará momentos cargados de comedia, al estilo británico.
Un cuento para todos los públicos
A pesar de estar creado por ordenador, el oso no desentona en ningún momento entre los personajes y escenarios reales. El diseño ha sido muy fiel al original y han logrado transmitir el carácter despreocupado y cariñoso de Paddington. Porque en el cine el factor adorable tiene mucha relevancia, cuando le coges cariño a un personaje en el primer plano en el que aparece ya te han ganado. A todos nos ha pasado con los Minions, con multitud de personajes de Pixar y aún más con los de Ghibli -como Ponyo-, esos seres que te quieres llevar a casa le dan a las películas en las que aparecen un mayor efecto de perdurabilidad. Esto es muy obvio en el cine de animación, pero en esta película en acción real el personaje encaja a la perfección y, al contrario de lo que ocurría con 'Ted', tanto mayores como pequeños se dejarán llevar por su aventura.
La propia película es un cuento y ahí residen también sus fallos. Hay algunas situaciones muy exageradas, que al tratarse de una comedia familiar no hacen que la historia pierda credibilidad, pero es el villano de turno el que supone el punto más débil. Nicole Kidman interpreta a la mala de la película, un personaje demasiado previsible y al que hemos visto cientos de veces antes en el cine. Pero el resto del reparto compensa ese aspecto y hay que destacar sobre todo la labor de Ben Whishaw -Q en 'Skyfall'- prestando su voz a Paddington, un trabajo que iba a desempeñar Colin Firth, pero sus 54 años supusieron un impedimento a la hora de dar vida a un personaje tan jovial. Con su acento británico y los matices que consigue, Whishaw imprime bien esa sorpresa continua en la que vive Paddington al llegar a la ciudad y sus siempre buenas intenciones se transmiten al público desde el primer momento.
En definitiva, 'Paddington' es una película fantástica para ver en familia, dentro de unos años pondremos la televisión en Navidad y nos apetecerá ver una película como esta. Porque se agradece pasar hora y media viendo algo que, sin pretensiones, te entretenga y te deje con una sonrisa en la cara.