A estas alturas, si no estás dentro de 'Paquita Salas' probablemente no vayas a entrar jamás. Nacida como una pequeñita webserie en Flooxer, se convirtió en una inesperada obra de culto gracias a los homosexuales, la Generación Z y los que trabajan en la industria del cine y la televisión. Entonces Netflix, una plataforma que de hecho parece regida por homosexuales de la Generación Z, la fichó en un perfecto movimiento de branding (una palabra que diría Paquita, sin duda).
Probablemente no mucha gente ve 'Paquita Salas' en Netflix (no es que tengamos forma de saberlo, ¿no?), pero todo el mundo conoce a Paquita Salas. De hecho es posible que se vean más los vídeos virales protagonizados por el personaje de Brays Efe en redes sociales que la propia serie. Pero es que esa es la función de Paquita en la compañía de streaming: al lado de bombazos como 'La casa de papel' y 'Élite', la ficción de los Javis es baratísima y perfecta como la mascota de Netflix España.
Para los que sí la vemos, el estreno de la tercera temporada este viernes 28 de junio vuelve a ser todo un evento. Después del fenómeno 'La llamada' en todas sus formas, la segunda temporada de la serie dejó claro que el hallazgo no había sido un milagro ni una casualidad, sino fruto del talento, la inteligencia y la ambición creativa. Los Javis no tienen nada que demostrar y están aquí para quedarse en la primera línea, como demuestra la serie sobre la Veneno que preparan y que se emitirá en la televisión generalista en prime time. Así que podemos sentarnos tranquilos a ver el regreso de 'Paquita Salas' sabiendo qué nos vamos a encontrar: gags desternillantes y memorables, un reparto entregado y una radiografía de la industria llena de cariño y mala leche. También la historia de un personaje trágico al que vindicar, dibujado por los Javis con veneración y compasión.
Tal y como acabó la segunda temporada, con quizás el mejor episodio de la serie, Paquita está en un mal momento. Su total desconexión con una industria que la ha dejado atrás la llevó a cerrar PS Management en un momento empoderador: Paquita estaba hasta el coño y lo mandó todo a tomar viento. Pero está claro que su retiro no puede durar, no solo porque entonces no habría serie, sino porque está en el ADN de Paquita ser representante. ¿Pero qué es una representante cuando no tiene todo lo que conlleva el puesto de trabajo, es decir, una agencia, una infraestructura, y sobre todo una cartera de actores? De eso hablan los tres primeros episodios que Netflix nos ha dejado ver (seis completan la temporada, uno más de lo habitual).
Desde el primer episodio de la serie, Calvo y Ambrossi han mantenido un fino equilibrio entre el humor y el drama: la sucesión de chistes y situaciones cómicas siempre dan paso a momentos emotivos. Aunque prefiero su reverso ligero y divertido, en parte porque el Brays Efe actor se mueve mejor en ese terreno, es cierto que las reflexiones de los Javis sobre la industria y los actores, si bien suelen estar contadas con demasiada afección, siempre resultan interesantes y reveladoras.
El primer capítulo de la tercera temporada, que nos muestra a una Paquita en su momento más bajo, está falto de esa garra cómica que sí tenían los dos antológicos comienzos anteriores, pero el regreso de Macarena García viene con un emocionante episodio, que además tiene un monumental monólogo por parte de la actriz. Como ocurrió con la trama protagonizada por Anna Castillo, los Javis vuelven a plasmar con honestidad y valentía una insatisfacción que probablemente sientan muchos actores y actrices, si no todos en algún momento de sus carreras. Y que es universal, o como poco característica de una generación (o dos) que lo tiene todo para ser feliz pero no es capaz de serlo.
El humor vuelve en los dos episodios siguientes, de nuevo con la proliferación de situaciones y frases perfectas para convertirse en memes. Pero está claro que los Javis quieren ir más allá del chiste: en el segundo episodio vuelven a mojarse en un tema que recientemente ha causado controversia en la industria. Si con 'La voz de la secta' lanzaban dardos a los que organizan boicots políticos a las películas pero también a la falta de solidaridad entre compañeros, en 'Edwin' abordan el problema de los actores y actrices transgénero. Esta vez es Lidia San José, al querer interpretar a un personaje trans, quien vivirá lo que les pasó a Scarlett Johansson y Paco León, el backlash y la furia de los haters ("yo los llamo hijos de puta", dice Paquita). Una premisa perfecta para volver a ver a Paquita lidiar con las nuevas tecnologías y las redes sociales (sigue funcionando tan bien como cuando el SPAM y el domain) pero que los Javis aprovechan para plasmar la complejidad del asunto, dándole voz a los actores y actrices transgénero pero también mostrando la impotencia y el sufrimiento de Lidia San José, quien por cierto explora el terreno interpretativo del ridículo y el esperpento tras su episodio más dramático en 'El secreto'.
En 'B-Fashion' la temporada por fin explota todas sus novedades mostrando la empresa de Bárbara Valiente en la que ahora trabaja Magüi. Belén Cuesta tiene su primer episodio dedicado totalmente a ella, y está mejor que nunca: más graciosa, más sufridora y más superviviente (quizá el tema de la temporada). Y además, el universo de B-Fashion, ese showroom regentado por Terelu (que funciona como jefa tirana y tiene un par de momentos desternillantes con Belén Cuesta) y con un puñado de nuevos secundarios muy divertidos. Un acierto, además, que los Javis se permitan aquí abandonar la corrección política con los chistes alrededor de un personaje trans después de haber hecho el alegato en el episodio anterior.
¿Qué es un representante?
También ese tercer episodio subraya el mensaje que sobrevuela a la temporada: ¿qué es una representante sin trabajo? Pero también, ¿qué es un actor sin trabajo? Una pregunta que se harán cientos de actores en paro cada día y que se puede aplicar a toda una industria que sigue existiendo gracias a la pasión y la cabezonería de los que han decidido dejarse la vida en ella.
Sin haber visto la segunda mitad de la temporada, que además parece contener los episodios más potentes, me atrevo a aventurar cuál es la respuesta. Paquita y Magüi son representantes, muy a su pesar, y no hay nada ni nadie que pueda evitarlo. Si la segunda temporada nos mostraba a Paquita contra el mundo, en esta Paquita se va a comer el mundo. Y lo mojará en un vaso de chocolate.