Sin duda alguna, 'Paranormal activity' habría caído directamente en el olvido del mercado doméstico si no fuera porque Steven Spielberg y su productora, Dreamworks, se hicieron con los derechos de la misma.
Y lo cierto es que, viendo el resultado, ojalá hubiera sido así.
Bautizada como la nueva Bruja de Blair, la película que el norteamericano de origen israelí Oren Peli rodara con apenas 15.000 dólares y un puñado de amigos en 2007, es un robo a mano armada para todo aquel que se aventure a gastar su dinero en ella. Siguiendo las premisas del film de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, la película sigue a una pareja que presiente que un ente maligno merodea por su casa, y cuyas manifestaciones irán aumentando su intensidad a medida que los acechados pretendan librarse de él.
Ciertamente, cabe reconocer a la película de Oren Peli -o, mejor dicho, al propio Spielberg- su hábil estrategia de marketing, convirtiendo un video doméstico de escasa calidad en la supuesta nueva joya del género de terror en clave cinéma vérité. 'Paranormal activity', todo hay que decirlo, juega con los miedos interiores del espectador, o lo que es lo mismo, no ofrece absolutamente nada que el propio espectador no quiera sugestionarse a sí mismo. Para ello, su director se sirve de los clichés más manidos del género y, por tanto, más comunes dentro del imaginario popular, como puertas que se abren, sombras que aparecen y desaparecen, objetos que se mueven o el mero sonido de unos pasos invisibles, cuyo efectismo se ve potenciado tanto por una grabación mayoritariamente filmada en modo de visión nocturna como por el histerismo generalizado de sus protagonistas.
Quizá por ello la película ha recibido tan buenas críticas en Estados Unidos, además de una notoria entrada en taquilla, pero seamos sinceros, el espectador de 'Paranormal activity' percibirá el mismo terror en mi casa, a oscuras, escuchando a los vecinos.
Y yo no les cobraré entrada. Tan sólo traigan algo de bebida.