París siempre se ha considerado la Ciudad del amor, no obstante no fue esta la ciudad que eligió el escritor italiano Federico Moccia para sellar el amor de los protagonistas de su segunda novela 'Tengo ganas de ti', pero aun así el germen de los candados en los puentes se extendió también a la capital francesa.
Pero al igual que la ancestral tradición de tirar monedas a los pozos para pedir deseos, el bonito momento que compartieron H. y Babi en el Puente Mivlio que cruza las aguas del río Tíber, a partir del año 2008 también se empezó a expandir por el Ponts de las Arts del río Sena llegando a crear un verdadero problema en la estructura de la pasarela construida a principios del S. XIX. Desde ese momento, la alcaldía de París ha intentado cortar de raíz esta peligrosa costumbre que en 2010 causó el primer incidente grave, una de las barandillas de metal que rodean el puente se derrumbó provocando que la circulación se interrumpiese durante varias horas hasta que se pudo colocar una estructura de madera que permitiese el paso de manera provisional.
Sin embargo, lejos de concienciar a los enamorados de lo peligroso que pueden llegar a ser sus promesas de amor eterno, estos comenzaron una auténtica guerra contra la alcaldía de París, colgando candados por las noches cuando los guardias de seguridad se habían ido o lanzando campañas de descrédito cuando cientos de candados fueron fundidos para aligerar el peso del puente y que el artista Loris Gréaud pudiese crear una obra que representase todo este amor. Pero Anne Hidalgo, la actual alcaldesa, ha dicho basta, y el pasado jueves 28 de mayo anunció una solución definitiva para este cáncer que corroe los puentes de la capital: todos los candados serán retirados definitivamente ya que, como ella misma expresó, "son una degradación durable del patrimonio y un riesgo para la seguridad de los visitantes, parisinos y turistas". ¿Cuánto tiempo permanecerán limpios los puentes de París hasta que los candados los vuelvan a inundar?
Poca visión de negocio
Como todo en la vida, esta no es una cuestión de buenos y malos o de blanco y negro, y por eso se pueden tomar medidas que tengan un tono más gris. Tal como se puede ver cuando vas a visitar alguno de estos puentes, muchos han encontrado un filón perfecto para crear su propia opción de negocio vendiendo candados y llaves en los extremos del puente, que puedes pintar con el rotulador que amablemente te ofrecen. Aprovechando esta cuestión y la ganas de los enamorados de emular el momento Moccia, se podría crear unos candados de algún material ligero, como el plástico por ejemplo, que permita escribir sobre estos y a la vez tenga unas llaves de alguna materia biodegradable o fácil de divisar para poder limpiar fácilmente de las aguas de los ríos. Así se mataría varios pájaros de un tiro, primero se mantendrían los puestos de los comerciantes de candados, segundo, habría promesas de amor y el peso de estas no dañaría la estructura del puente y además mantendrías una tradición que atrae a miles de visitantes al año a la ciudad de París.