La trayectoria profesional de Park Chan-Wook, uno de los grandes cineastas surgidos en Corea durante las últimas décadas, se ha movido constantemente entre la ovación del prodigio y el abismo de los excesos. Hasta la fecha, la práctica totalidad de sus trabajos se han situado siempre en el terreno del todo o nada, la fascinación por el virtuosismo arrebatado y arrebatador y el impulso violento, sangriento y desatado. Más que películas, hablamos de un conjunto de experiencias capaces de llevar al espectador al límite para, a continuación, elevarlo al infinito.
Si nos quedamos con la forma, cuidado, conviene empezar a ponerse de pie. Y es que, desde su impecable debut, Chan-Wook se reveló como uno de los directores con mayor capacidad (y talento) para encontrar el deslumbramiento visual más apabullante, el movimiento de cámara más arriesgado, el plano más hipnótico, la escena más explosiva. Retos imposibles, objetivos cumplidos, méritos extra. Nada parece imposible para un cineasta obsesionado con extraer poesía de cada secuencia, sin excepción.
A la espera de que sus próximos proyectos le sigan manteniendo alejado de la decepción, seguimos teniendo la envidiable oportunidad de disfrutar de un conjunto de películas distintas, únicas, salvajes, rabiosas y rotundas. Historias a pecho descubierto, personajes abrazados a un acantilado, ecos cinematográficos que llegan para no abandonarte jamás. El cine de Park Chan-Wook como ruleta rusa voluntaria y placentera.
Park Chan Wook, de peor a mejor
'Three... Extremes'
En este proyecto compartido con Takashi Miike y Fruit Chan, otros dos nombres de referencia, Park Chan-Wook ofrecía exactamente lo que uno podía esperar de una historia firmada con su nombre. Y es que, por suerte o por desgracia, 'Three...Extremes' se guardaba muy pocas sorpresas bajo la manga, resultando un proyecto tan interesante como profundamente irregular.
Historias independientes que parecían servir como excusa para que tres estupendos cineastas lucharan por entregar la escena más deslumbrante, la idea visual más virtuosa y el desenlace más sorprendente. En ese sentido, Chan-Wook ganaba, sí, pero con la ley del mínimo esfuerzo.
'Soy un cyborg'
¿Cuál sería el siguiente paso de Park Chan-Wook después de finalizar su excelsa Trilogía de la Venganza? Pues, para sorpresa de propios y extraños, una comedia romántica de ciencia ficción desarrollada en un psiquiátrico, repleta de surrealismo, colores chillones y una protagonista que estaba segura de ser una criatura cibernética. Tal cual.
Sobre el papel, está claro que 'Soy un cyborg' suponía un reto completamente distinto para el cineasta, una forma original e interesante de abandonar su (violenta) zona de confort, probando nuevas texturas, universos e historias, pero, una vez visto el resultado final, lo cierto es que estamos ante algo demasiado parecido a un quiero y no puedo. Es decir, tenemos escenas maravillosas con el inimitable sello Chan-Wook, pero la propuesta nunca termina de alzar el vuelo del todo, cayendo en ciertas reiteraciones que lastran el conjunto, buenas ideas que, en su ejecución, no terminan de funcionar del todo. En definitiva, 'Soy un cyborg' no es ningún desastre, ni mucho menos, pero se trata, sin lugar a dudas, de una obra menor en la filmografía de su autor.
'La doncella'
El principal problema de la, por otra parte estupenda, 'La doncella' es que la pasión, elemento clave sobre el que se asientan los objetivos, metas y promesas que (se) plantea la película, nunca termina de traspasar la pantalla. Sustituyendo la violencia por el romanticismo y la suciedad del presente por la belleza de los años 30, Park Chan-Wook adaptaba la novela firmada por Sarah Waters con tanta elegancia como frialdad, tanta precisión como precaución, tanta obsesión por el detalle como despiste por el interés.
Digamos que, pese a disfrutar a nivel visual de todos y cada uno de sus planos, 'La doncella' ofrece demasiadas oportunidades para el bostezo, algo a lo que tampoco ayudan demasiado sus 145 minutos de duración. No es un traspiés serio, pero cuesta compartir el entusiasmo general hacia una de las obras más calculadas y menos apasionantes de la carrera de Park Chan-Wook.
'Thirst'
Después de los discretos resultados artísticos obtenidos con su valiente 'Soy un cyborg', Park Chan-Wook abandonaba la comedia romántica surrealista y se sumergía de lleno en el género del terror más clásico. Y es que, de inicio a fin, 'Thirst' es una película de vampiros en su forma más clásica, desatada y desafiante.
Partiendo de un guion propio, escrito con la ayuda de Jeong Seo-Gyeong, el director plantea aquí un homenaje a este tipo de historias, manteniendo el romanticismo sangriento que las caracteriza, pero sumando un virtuosismo técnico a prueba de balas. Su cámara, vibrante, emocionada e imparable, marca la diferencia entre 'Thrist' y el resto de sus compañeras de género. Una película notable en la que destaca la interpretación protagonista de un entregado Song Kang-ho y a la que termina afectando más de lo deseado una duración claramente excesiva.
'Stoker'
Park Chan-Wook llega a Hollywood. Ese era el trato, esa era la idea, ese era el punto de partida. También era el miedo y la duda de si la personalidad del director de 'Oldboy' quedaría difuminada por un presupuesto mayor o un guion de thriller al uso. Pero no. O sí. Porque 'Stoker' no tenía la mejor historia del mundo ni los giros más sorprendentes, pero aprovechaba a lo grande una trama lo suficientemente interesante como para que Chan-wook le sacara todo el potencial. Absolutamente todo.
Pura poesía visual, hipnótico ejercicio de estilo de un director capaz de cualquier cosa al que el cambio de industria no afectó de forma negativa en absoluto, más bien todo lo contrario. ¿Quieres escenas asombrosas? Aquí hay una cada dos minutos. Pestañea y te la pierdes. Y no quieres que eso ocurra, créeme. Sobresaliente introducción al cine estadounidense.
'Sympathy for Mr. Vengeance'
La conocida como Trilogía de la Venganza de Park Chan-Wook se inauguraba por todo lo alto con 'Sympathy for Mr. Vengeance', extraordinaria película que sirvió además para ubicar el nombre y el talento del cineasta en un terreno mucho más amplio que el de Corea. Y sobraban razones y argumentos para el entusiasmo general.
Con un argumento menos complejo que el de las dos entregas restantes de esta particular saga, 'Sympathy for Mr. Vengeance' se apoyaba al máximo en la fascinante capacidad de su director para construir escenas de una belleza radical y salvaje, postales de violencia poética, gritos desgarrados y explosiones de sangre que duelen como los mejores versos. Nunca un río tuvo mayor apariencia de infierno insalvable. Y pocas veces un desenlace nos ha sabido hipnotizar de una forma tan clara. Rozando la obra maestra.
'Sympathy for Lady Vengeance'
'Sympathy for Lady Vengeance' tenía la misión de mantener el listón dejado por 'Sympathy for Mr. Vengeance' y, sobre todo, 'Oldboy', mientras cerraba con coherencia argumental una Trilogía de Venganza que ya estaba siendo celebrada, con razón, como prodigiosa obra de culto. Un objetivo que se antojaba tan complicado como injusto ya que, después de todo, la unión entre estas propuestas siempre estuvo más en la esencia y sus características dramáticas que en la conexión argumental, por lo que pedirle más de lo mismo (y mejor) estaba fuera de lugar y sentido.
En cualquier caso, más allá de expectativas y comparaciones, 'Sympathy for Lady Vengeance' resultó una nueva demostración de talento total por parte de un Park Chan-Wook que, a estas alturas del partido, ya parecía controlar a la perfección sus recursos, tanto en el fondo como en la forma, ofreciendo así escenas que quitan el hipo de pura y dura, durísima, belleza. Mención aparte merece el tramo final de la historia, magistral, y la interpretación protagonista de una Lee Yeong-ae situada más allá del elogio. Un thriller espectacular, desolador y extraordinario.
'Joint Security Area (JSA)'
A pesar de haber sido eclipsada muchas más veces de las deseadas por su incontestable Trilogía de la Venganza, 'Joint Security Area (JSA)' sigue resplandeciendo como la primera obra maestra firmada por Park Chan-Wook. Y es que, tras presentar dos largometrajes imposibles de encontrar ('Moon Is the Sun's Dream' y 'Threesome') y un interesante cortometraje ('Judgment'), el cineasta entregaba un maravilloso thriller dramático capaz de equilibrar a la perfección la intriga y la emoción, el suspense y la sonrisa, la sorpresa y la melancolía.
Una película excelsa en fondo y forma que, además, le permitía a Chan-Wook reflexionar sobre el conflicto de las dos Coreas, pero haciéndolo siempre desde una óptica anclada en el valor de la amistad, el respeto y la tolerancia. Una historia preciosa, llena de momentos memorables y con uno de los planos finales más hermosos de la carrera de Chan-Wook. De obligado visionado.
'La chica del tambor'
De acuerdo, 'La chica del tambor' no es una película, pero se hace imposible repasar lo mejor de la trayectoria de Park Chan-Wook y no citar el que es, hasta la fecha, su trabajo más completo e inspirado hasta la fecha. Partiendo de una maravillosa novela de John Le Carré, palabras mayores, y con la inestimable ayuda de un espléndido reparto en el que sobresale una Florence Pugh absolutamente impresionante, el cineasta se entregaba en cuerpo y alma a la confección de un relato de espías clásico al que, de la misma forma que respetaba su tradición y características más representativas, conseguía inyectar una vida y energía totalmente nuevas.
Hipnótica de inicio a fin, repleta de escenas inolvidables y con algunos de los momentos más impresionantes que se han visto en la pequeña pantalla en lo que llevamos de siglo, 'La chica del tambor' no solamente merece una reivindicación contundente, sino que se presenta como una de las obras maestras más incontestables de Park Chan-Wook.
'Oldboy'
Desde su mismo prólogo, realmente espectacular, 'Oldboy' se erige como uno de esos clásicos contemporáneos destinados a sobrevivir con envidiable destreza al siempre complejo y temible paso del tiempo. Enmarcada dentro de su Trilogía de la Venganza, esta historia repleta de frustración, violencia, mentiras, impulsos y rabia contenida que explota al mismo filo del abismo, y de la manera más contundente imaginable, nos trae la mejor versión de Park Chan-Wook hasta la fecha, responsable de una dirección sencillamente perfecta. Muchas de sus escenas han quedado para la historia del cine, con todo mérito, pero conviene celebrar 'Oldboy' como una obra maestra compacta, única e inimitable.
