Desde que somos pequeños aprendemos diferentes conceptos que nos ayudan a diferenciar entre el bien y el mal. Nuestros actos conllevan el camino a llevar en la vida y la posición ante la justicia. Las condiciones sociales en las que nos criamos permiten encaminarnos hacia un extremo u otro. En 'Paulina' descubrimos que lo que nosotros consideremos justo puede ser a veces oprimido y repudiado por la sociedad.
Santiago Mitre dirige y escribe esta inquietante historia sobre la doble moralidad y el deseo de venganza. Tras 'El estudiante' el realizador sale por la puerta grande, con una película intimista y de resultado sobrecogedor. La emotividad que exponen los personajes ante los conflictos vividos está a flor de piel, gracias también a unas excelentes interpretaciones. Una dirección de cásting más que correcta dada la dificultad de la trama, sobre todo con el grupo de chicos jóvenes que nos meten de lleno en la historia de abandono social.
Paulina (Dolores Fonzi) es una joven e ilusionada abogada que regresa a su hogar para apuntarse a una asociación en favor de labores sociales. El filme comienza con un potente diálogo con su padre (Oscar Martínez) en el que ambos ofrecen sus diferentes modos de ver la vida. Se contrapone el extremo de la vida cómoda con la lucha por la desigualdad. Este comienzo guarda un cierto toque a lo Woody Allen, donde la cámara no sigue a la persona que habla, sino a la que escucha.
El padre se opone a que su hija viva en esas condiciones, dado el potencial que tiene y el miedo que le despierta esta decisión. Aún así, Paulina se guía por su compromiso social y busca lo mejor para un colectivo apartado socialmente por sus dificultades económicas y su nula cultura. Ella ejercerá como profesora de un complicado grupo de chicos y chicas sin ningún conocimiento de la justicia ni de los derechos humanos. El pasotismo de estos jóvenes y su nula voluntad de aprender se hace patente en cada clase llegando a desesperar a la protagonista.
Paulina encuentra apoyos dentro de este infierno tercermundista y aún así sigue sin rendirse. Cuando intenta resurgir es violada por un grupo de jóvenes (algunos de su misma clase) que la confunden con la amante de uno de ellos. La forma en la que Mitre expone la violación nos permite apreciar la dureza y la violencia que supone hacer algo así a una persona, donde la piedad y el remordimiento no tienen lugar. La nula educación de estos chicos les lleva al limbo existencial y a no señalizar si lo que hicieron estaba bien o mal, hasta que descubren que era su misma profesora. Una vez conocida la víctima, la conciencia ataca.
Los personajes están perfectamente construidos, tanto los principales como los secundarios. Dolores Fonzi sorprende con un papel sublime, que representa a la mujer que lucha por reivindicar sus derechos a través de la amnistía. Para Paulina no existe un término medio y sólo ve a su alrededor la bondad o la malicia del ser humano. A pesar de la injusticia y del acto vandálico cometido sobre su ser, se mantiene firme y decide exonerar a los brazos ejecutores de la acción, más allá de su edad. La sociedad trata de castigarlos en lo que consideramos justo normalmente pese a la negativa de Paulina. No tiene miedo de enfrentarse a su novio (Esteban Lamothe) o a su padre en busca de su propia definición de la justicia.
La trama se diferencia en dos actos: antes de la violación y el después cuando debe enfrentarse a la dura realidad. A pesar de este triste suceso, Paulina decide seguir de pie e ir a clase a impartir sus enseñanzas y sus teorías sobre la justicia. Una parte excelente es cuando tratan el tema de los derechos humanos y lo que aporta a la conducta humana.
Visualmente es correcta, con una ambientación excelente y unas ubicaciones bien escogidas. Se desarrolla en alguna parte de la frontera de Argentina y Paraguay y diferencia claramente el estilo de vida pudiente de su padre con la lastimosa vida de estos chicos, con unos ojos que irradian expresividad y dolor. Basada en la película de culto argentina 'La patota' (1960), esta versión nos expone una visión más contemporánea y un formato totalmente nuevo. La violencia sólo trae más violencia y el odio sólo deja más odio.
'Paulina' dejará boquiabierto a más de uno. Su éxito en el Festival de Cannes (Gran Premio de la Semana Crítica y Premio de la Crítica Fripesci) y en el Festival de San Sebastián (Premio Horizontes Latinos además de otros dos galardones) es totalmente reseñable. Una película que replantea muchas preguntas y deja en el aire las respuestas. El personaje principal puede ser tratado como heroína, pero representa a la libertad de elección del ser humano. Una búsqueda existencialista sobre la justicia y todo lo que ello conlleva hacen de este filme una obra moralista. Vital para los luchadores incansables.