Intentar descifrar el universo Almodóvar es uno de esos ejercicios que van más allá de lo cinematográfico. Primero, porque su cine ha sufrido una serie de mutaciones que se han reflejado en tres etapas bien diferenciadas por tono, lenguaje y esencia. Y, en un terreno mucho más alejado de nuestros intereses, porque el personaje también ha cambiado, se ha mostrado más sereno, introspectivo y analítico en lo que a su mensaje y formulación se refiere.
Muchos preferirán sus primeros trabajos, alocados y excesivos, mientras que otros se quedarán con la etapa gloriosa de aplauso unánime con 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' ejerciendo de deslumbrante representante. Mientras tanto, algunos seguiremos abrazando con desatada pasión sus últimos trabajos, aquellos sumergidos en la indiscutible madurez que ha alcanzado el cineasta.
Sin embargo, más allá del terreno predilecto en el que se ubique cada uno dentro de la extensa e intensa obra cinematográfica del manchego, lo que está claro es que Almodóvar solamente hay uno: indiscutible y genuino, complejo y emocionante, especial e influyente, desatado y comedido, imprescindible y referente. Uno de los mejores directores de la historia del cine. Y aquí están los veinte trabajos que, hasta la fecha, argumentan semejante estatus.
Pedro Almodóvar, de peor a mejor
'Los amantes pasajeros'
¿Funciona 'Los amantes pasajeros' dentro de la filmografía de Pedro Almodóvar? Sí, a medias. Ya se sabe que tras el estreno de cada una de sus películas comienza la tarea de de evaluar y analizar si está a la altura del estatus adquirido, peaje obligatorio para los grandes, si puede suponer un punto de inflexión, etc. En esta ocasión, nos encontramos ante una propuesta claramente menor que supone un tremendo bajón después de las infravaloradísimas 'Los abrazos rotos' y 'La piel que habito', dos obras que merecen constante reivindicación.
'Los amantes pasajeros' cumple a secas, sin ir más allá de una historia que no llega a ninguna parte, pero que deja grandes momentos por el camino, algunos antológicos (ese número musical), otros carentes de todo sentido, la mayoría protagonizados por Miguel Ángel Silvestre y Laya Martí y un buen número de excesos gratuitos, como esos minutos de desenfreno sexual que, más allá del toque surrealista, poco aportan a una película que uno abandona con la sensación de que le habría gustado amarla más o, dado el caso, odiarla más. Comodidad en un lugar en el que se esperaba devoción. Y es que, al final, si a los amantes les quitas la pasión, es lo que te queda, un buen rato. En el mejor de los casos.
'Laberinto de pasiones'
El principal y único problema grave que presenta 'Laberinto de pasiones' es, sencillamente, que todo lo que estaba por venir con la firma de Pedro Almodóvar se situó muy por encima de ella. Es lo que tienen estos análisis revisionistas enmarcados en toda una carrera, que las comparaciones, siempre tan odiosas, siempre tan inevitables, desentrañan tantas sorpresas agradables como caídas imparables. Y en ese sentido, este recorrido salvaje, autodestructivo, vibrante y melodramático por el Madrid de los ochenta se antoja en clara inferioridad. Todo lo que aparecía aquí lo vimos y escuchamos, de un modo u otro, más adelante, bajo la misma mirada, eso sí, con más experiencia y mucho más acierto. El tiempo, la vida y el cine. Injusticias poéticas.
'Kika'
Los defensores de 'Kika' somos pocos, sí, pero entregados a la causa. Y es que, pese a bajar claramente el nivel que Pedro Almodóvar había alcanzado con la mayoría de sus trabajos previos, especialmente en lo que respecta a ese maravilloso quinteto formado por 'Matador', 'La ley del deseo', 'Mujeres al borde de un ataque de nervios', '¡Átame!' y 'Tacones lejanos', casi nada, esta alocada comedia de toques negrísimos liderada por una de esas protagonistas que solamente podrían surgir de la mente del cineasta manchego, sigue siendo un entretenimiento tan delirante como divertido. Con una Verónica Forqué en permanente estado de gracia y con la inestimable ayuda de una maravillosa colección de personajes secundarios, 'Kika' es un Almodóvar desenfrenado, liberado y desatado hasta el mismo límite (auto)impuesto. En definitiva, uno de sus trabajos más infravalorados e incomprendidos.
'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón'
Y llegó Almodóvar. ¿Podría haber sido otro? Parece casi imposible, pero en cualquier caso fue el director manchego el que, tras un disparo inicial directo al corazón de la movida madrileña y a la España de los ochenta, transformó el cine de nuestro país para siempre. Por supuesto, 'Pepi, Luci, Bom y las chicas del montón' no recoge todo el universo del cineasta, hablamos del primer paso de un recién nacido, pero es un inicio más que prometedor de lo que, con el paso de las grandes películas que estaban a la vuelta de la esquina, se convertiría en una certeza.
Almodóvar no se dejaba nada en el tintero y volcaba todo su sentido del humor, su libertad, su manejo para el diálogo hilarante y su talento para crear personajes femeninos antológicos en una obra que sirve, además, como perfecto reflejo de un momento social y cultural clave en nuestra historia, para bien y para mal. El inicio de nuestro mejor y más relevante director. Mucho más que una simple curiosidad.
'Tacones lejanos'
'Tacones lejanos', por encima de todo, es Victoria Abril. Una actriz que nunca ha estado mejor que aquí, inolvidable en el papel de hija sufridora y dependiente, de recuerdos y abrazos, de una madre (re)convertida en fantasma viviente, con la cara y los gestos de una magnífica Marisa Paredes. Pero, insisto, Abril es el gran reclamo de un thriller que, pese a pecar de tener un misterio algo previsible, consigue elevarse como un notable drama familiar de trágicas dimensiones.
El sonido de una calle en plena mañana, una pistola como símbolo de despedida y una de las mejores confesiones que se han visto nunca en una pantalla, son algunos de los momentos magistrales que nos regala una película pensada desde el corazón y ejecutada desde las entrañas. Y con la mirada de Victoria Abril. Esa mirada.
'¿Qué he hecho yo para merecer esto?'
La película más clásica, en términos estrictamente narrativos, de los primeros compases cinematográficos de Pedro Almodóvar, '¿Qué he hecho yo para merecer esto?', ha sobrevivido con envidiable facilidad y firmeza al siempre temible paso de las agujas del reloj. Y de cientos de páginas de calendarios. Es lo que tiene albergar en tu interior una historia, unos personajes, unas intenciones y unos objetivos cumplidos tan rotundos y claros como los que presenta una película que, por encima de casi todo, continúa sostenida sobre los hombros de la mejor versión posible de Carmen Maura.
Su Gloria es historia del cine español por la pasión, sutileza, entrega y comprensión que la actriz muestra en todo momento hacia su personaje, entendiendo sus motivaciones y escuchando inclusos los silencios que le otorga un guion de auténtico acero. A Maura y Almodóvar les quedaban muchas, muchísimas cimas por conquistar en el futuro, pero aquí ofrecieron el primer gran golpe de genio y talento. Sigue resonando su eco.
'Entre tinieblas'
¿Qué cuenta Pedro Almodóvar en 'Entre tinieblas'? Vamos allá: Yolanda Bell, una cantante de boleros adicta a las drogas, ve morir a su novio por una sobredosis de heroína adulterada. Asustada, decide recluirse en un convento de las 'Redentoras Humilladas', una orden cuya misión es proteger a las chicas descarriadas. Yolanda se convierte en la favorita de la Madre Superiora, pero, cuando una ex amante de la monja que huye de la policía se refugia en el convento, las cosas se complican. En el convento viven un capellán y cuatro monjas más: Sor Estiércol, aficionada al LSD, Sor Perdida, obsesionada con la limpieza y dueña de un tigre, Sor Rata de Callejón, que se dedica a escribir novelas baratas, y Sor Víbora.
Hablamos de una película estrenada en 1983 que, con la perspectiva que nos da un presente tan sombrío como el que nos está tocando, se antoja todavía más valiente, irreverente, alocada y desafiante. También imposible y, precisamente por eso, imprescindible. Una comedia negra que solamente podía salir bien si se modelaba en las manos, el verbo y la mirada de Almodóvar. Tuvo, tuvimos, esa suerte.
'La flor de mi secreto'
"¡Qué hermosa está la mañana, Leo! La luz del sol centellea. Las flores dan sus perfumes, sus rumores la arboleda. De rama en rama, cantando sin cesar revolotean, los alegres pajarillos cuyos trinos me embelesan. Se escucha el tierno balido de los rebaños de ovejas, que como copos de nieve, se destacan en la hierba. Aquí se eleva una choza, que es de pastores vivienda. Allá, una casita blanca, más blanca que la azucena. Más adelante, un cortijo. Junto al cortijo, una huerta. Junto a la huerta, una casa; y junto a la casa, la iglesia. Lleno de encinas está el monte; rica de fruta, la vega. El río, con muchos árboles. ¿No lo sabéis? Es mi aldea."
'La flor de mi secreto'. El melodrama convertido en poesía. Rota, solitaria, mentirosa y rabiosa, sí, pero poesía. Pedro Almodóvar en estado puro. Y en verso.
'Carne trémula'
En muchos sentidos, 'Carne trémula' puede entenderse como el primer gran golpe de madurez, visual y narrativa, de la filmografía de Pedro Almodóvar. Un paso más allá que, en cualquier caso, se produce en medio de un universo artístico plenamente asentado en sus peculiaridades, esencias y características personales, genuinas e intransferibles. Y es precisamente ahí, en la tormenta inesperada dentro de un terreno reconocible, el punto exacto en el que se produce el milagro. Hay toneladas del Almodóvar de antes en 'Carne trémula', pero, sin embargo, todo parece nuevo, distinto, apasionadamente manchado de noir, cine negro, vísceras y oscuridad.
Queda (mucho) amor en forma de necesarias pinceladas, pero se respira un aroma distinto a lo largo de cien minutos de cine intenso, enrevesado, laberíntico e impecable en lo que respecta a un guion ejemplar y una dirección sorprendente por lo sofisticado, por lo intuitivo, por lo inteligente. Si a todo esto le sumamos unas interpretaciones tan redondas como la que ofrecen Javier Bardem y, sobre todo, José Sancho, la sentencia es clara: 'Carne trémula' es una cima más dentro de la trayectoria del cineasta manchego.
'Los abrazos rotos'
Turno para la reivindicación apasionada. Quizás por aparecer después del huracán 'Volver', por meterse de lleno en el melodrama más apasionado y trágico, pese a ese estupendo paréntesis cómico de 'La concejala antropófoga',o por alejarse de algunas de las temáticas más características de su cine, 'Los abrazos rotos' supuso un golpe en cuanto a crítica y taquillas para un Pedro Almodóvar que hacía del riesgo su seña de identidad.
Imposible situarle en un lugar exacto, siempre travieso, siempre inquieto, siempre con ganas de despedirse de su zona de confort para lanzarse de lleno al vacío, el director manchego dirigía con excelencia una historia solemne en la que el dolor y la incomprensión se daban la mano para guiar a un espectador del que requería toda su atención y complicidad. Una película que, pese a su aparente tono pausado, esconde torbellinos emocionales en cada una de sus escenas. Ojalá el tiempo la sitúe en el lugar que merece. El de las grandes películas de su director.
'Matador'
Más allá de los posibles análisis sesudos y complejos a los que se presta una película tan radical, en todos y cada uno de los sentidos posibles, como 'Matador', conviene enfocar la mirada en un concepto clave que engloba casi toda la película: La Pasión. Las mayúsculas son de uso obligatorio en casos así. La Pasión a la hora de morir, matar, matar muriendo y morir matando. La Pasión a la hora de hacer el amor, de romper el amor, de dinamitar el amor, de resquebrajar el amor. La Pasión para olvidar, recordar y buscar de forma incesante la incertidumbre de la indiferencia. La Pasión por el cine, por el arte de contar historias, de explotar en mil y un colores, de buscar incesantemente el vértigo de la pantalla. Pedro Almodóvar, nada nuevo bajo el sol, se colocó en el mismísimo límite con 'Matador'. Y no solamente salió airoso, sino que firmó una de las joyas más destacadas de su imponente corona.
'La piel que habito'
Antonio Banderas cierra la puerta de esa cárcel disfrazada de habitación. Se queda ensimismado observando una pantalla gigante desde la que Elena Anaya le observa con unos ojos que gritan secretos que solamente intuimos, que no somos capaces de comprender hasta que las cartas se vuelcan y muestran su verdadero rostro. No existe en 'La piel que habito' una escena que resuma de manera más explícita la clave de su existencia y, finalmente, éxito. El minimalismo de una escena que esconde tras la mirada del personaje de Anaya y la caricia furtiva de Banderas toda la grandilocuencia que puede albergar el torrente de sensaciones de dos personas observándose en silencio, hablando y juzgándose con los ojos.
Un trabajo repleto de escenas que se anclan sin excesiva dificultad en la cabeza, que transmite desasosiego, tensión e incomodidad y que tiene ese poder que solamente albergan las grandes películas para generar debate, pasión y odio a partes iguales. Almodóvar desviste a su criatura, aquí llamada 'La piel que habito', con precisión y elegancia y, al mismo tiempo, la disfraza con una mínima expresión que esconde todo lo excesivo, confuso y salvaje que puebla la mente del ser humano ante el dolor. Esa mirada de Vera. La caricia del creador. Ambos monstruos, culpables y víctimas. La venganza del silencio que siempre precede a una tormenta. Algo muy parecido a una obra maestra.
'La mala educación'
La polémica de las polémicas. Decir que 'La mala educación' es uno de los trabajos más injustamente tratados de la carrera de Almodóvar sería quedarse corto. Muy corto. Tras dos fenómenos sociales y artísticos de la talla de 'Todo sobre mi madre' y 'Hable con ella', el director se enfrentaba a una historia de traiciones, mentiras, saltos en el tiempo, traumas, perdición y heridas que jamás se pueden curar. Alejada (lo justo) de la sobriedad y anclada (lo justo) en el exceso, 'La mala educación' es Almodóvar al cien por cien, vestido con el traje de narrador de laberintos, espejos rotos y cárceles de carne y hueso.
Personajes perdidos, rotos por dentro y por fuera, incapaces de deshacerse de máscaras que queman y que, al mismo tiempo, son la única salvación. Muchos se quedaron en el morbo más superficial, en el tópico y en los prejuicios, mientras que el resto disfrutamos de un trabajo mayúsculo, un thriller hipnótico con una sorpresa detrás de cada esquina.
'La ley del deseo'
Tras la incomprendida, y siempre dispuesta a ser rescatada, 'Matador', Pedro Almodóvar regresaba al terreno del thriller a través de uno de los triángulos románticos más interesantes de su filmografía. A dos hermanos, interpretados con talento desbordante por Eusebio Poncela y Carmen Maura, se suma un apasionado Antonio Banderas, felizmente medido para el desbordante exceso que propone su personaje, dando forma a una historia repleta de secretos, engaños, sangre y pasado que hace daño, que escuece.
Almodóvar, que filma aquí alguna de las mejores escenas de su carrera, deja el espacio suficiente para que sus criaturas se vayan encontrando y separando por el camino, dinamitando una película que, pese a algún desliz algo fantástico en su tramo final, mantiene siempre una notable compostura. Los mejores trabajos del director estaban por llegar pero, si hay que destacar una película de su primera etapa, esa es 'La ley del deseo'.
'¡Átame!'
Almodóvar se encontraba en una situación tan privilegiada como peligrosa tras el bombazo de 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'. ¿Y después? Pues otra película deslumbrante. El secuestro de una famosa actriz, espectacular Victoria Abril, por un fanático que se acostó con ella en el pasado, un estupendo Antonio Banderas, le sirve al director manchego para trazar uno de esos thrillers románticos que, en sus manos, son pura dinamita en permanente riesgo de explosión.
Una fina línea sobre la que Almodóvar vuelve a demostrar encontrarse más que cómodo, dando forma a una de sus películas más intensas, coloridas, vibrantes y excesivas. Con una de las escenas de sexo más contundentes jamás filmadas, '¡Átame!' es otro proyecto ambicioso y repleto de minas que se salda con victoria abultada. Cosas de genios.
'Julieta'
Sirviéndose de tres relatos de Alice Munro, Pedro Almodóvar confirmaba con 'Julieta' lo que era un hecho evidente, encontrarse en el momento más contenido, literario y delicado de su carrera. Se puede confundir con solemnidad o grandilocuencia emotiva, especialmente aquellos que jamás han comulgado con su cine, pero sería quedarse en el prejuicio gratuito, la ceguera voluntaria. En el caso de 'Julieta', el mejor trabajo de su última etapa junto a la inolvidable 'Volver', nos encontramos ante la coronación de una cima buscada por el cineasta con admirable insistencia.
Todo tiene un sentido en esta película que permite al espectador rellenar los huecos de la historia, completar el viaje de su protagonista, decidir el destino de una mujer marcada por todos los interrogantes que caben en una vida. No hay lágrimas fáciles, ni golpes de efecto, tan solo la mirada perdida de un fantasma que camina por las calles buscando el camino correcto. Almodóvar en estado de gracia permanente. Almodóvar entregando una nueva obra maestra. 'Julieta' anclada en su memoria. Y en la nuestra.
'Hable con ella'
Hace unos años, Almodóvar confesaba en una entrevista con Iñaki Gabilondo que a la hora de enfrentarse a 'Hable con ella', sabía que se trataba de un material altamente combustible, muy delicado. No se equivocaba lo más mínimo. Al mismo tiempo, el director admite, de manera muy acertada, que es imposible, en pleno proceso creativo, plantearte constantemente la manera en la que algún espectador puede sentirse ante tu historia. Y esa libertad, ese tacto, esa elegancia, se dan cita en una película que, al igual que ocurrió con su predecesora 'Todo sobre mi madre', recibió respuestas entusiastas desde su llegada a las carteleras de medio mundo, así como multitud de premios.Sí, con Oscar consecutivo incluido, en esta ocasión a Mejor Guión Original.
Un reconocimiento histórico para una película que se enfrentaba a sus múltiples riesgos a pecho descubierto, con pasión comedida y un personaje central, el Benigno interpretado por un maravilloso Javier Cámara, que sigue siendo uno de los grandes logros de su cine. La madurez del universo Almodóvar era un hecho.
'Todo sobre mi madre'
El segundo punto de inflexión en la carrera de Almodóvar, junto a 'Mujeres al borde de un ataque de nervios', supuso, por encima de sus indiscutibles logros artísticos, la transformación definitiva del director en uno de los gigantes cineastas a nivel mundial. 'Todo sobre mi madre' es una de esas extrañas mezclas de comedia y drama en la que el manchego se mueve como nadie.
Ayudado por un reparto deslumbrante, con Cecilia Roth y Marisa Paredes devorando escenas con una facilidad abrumadora, Almodóvar daba por inaugurada una tercera etapa en su carrera que nos traería algunos de sus trabajos más interesantes. Difícil, muy difícil, imaginar una manera mejor de dar la bienvenida que con un trabajo que arrasó en las taquillas de medio mundo y que consiguió levantar los premios más importantes del panorama cinematográfico, Oscar incluido. Imprescindible para entender el universo de su creador. Y para cualquier amante del gran cine.
'Mujeres al borde de un ataque de nervios'
La Gran Comedia de un maestro del género. Los distintos detalles humorísticos que habían ido apareciendo a lo largo de sus primeros trabajos, especialmente en películas como 'Pepi, Luci, Boom y las chicas del montón' y 'Entre tinieblas', terminan explotando en esta joya repleta de diálogos inolvidables, personajes antológicos y un ritmo endiablado que hace que la alocada historia que plantea el director manchego se pase en un suspiro. Recibida con multitud de elogios y premios desde el mismo instante de su estreno, 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' es uno de esos raros ejemplos en los que todo, el reparto, el guion, la dirección, la música, el montaje...funciona a la perfección, sin fallo alguno. Imposible contener las carcajadas. Un trabajo que se mantiene fresco en el tiempo, siempre hilarante, siempre sublime. El calendario, único juez siempre certero, ha reafirmado su condición de clásico. Indiscutible.
'Volver'
Precedida por 'La mala educación', la película más polémica de su última etapa, 'Volver' no solamente sirvió para reconciliar a Almodóvar con algunos defensores de su cine que habían desconectado con él, sino que sumó nuevos adeptos a la parroquia. Si hay una película capaz de poner de acuerdo a admiradores y detractores, esa es 'Volver'. Inundada de una emoción y ternura que se puede sentir en cada una de sus escenas, la película más manchega del manchego más universal es una obra maestra repleta de un genio incontestable.
Con una puesta en escena elegante y medida sin resultar forzada, con una naturalidad que mantiene la sonrisa del espectador omnipresente, unos diálogos inteligentes y divertidos en las mismas dosis y un reparto de actrices en estado de gracia, con una inolvidable Penélope Cruz a la cabeza, Almodóvar conseguía su trabajo más completo. La Mancha como rincón del corazón, los fantasmas como complemento a la existencia, la perdida como excusa para vivir con entusiasmo los días que nos quedan. El drama y la comedia en estado puro. En estado Almodóvar.