Cuando el siglo XXI llegó a nuestras vidas, Clint Eastwood ya era una auténtica leyenda tanto detrás como delante de las cámaras. Su filmografía estaba repleta de obras maestras incontestables que marcaron la educación cinéfila de millones de espectadores que crecieron arrodillados ante el talento de una de las figuras esenciales de la historia del séptimo arte. Eastwood ya era todo y, por supuesto, podría haber optado por descansar, bajar el nivel de productividad y relajarse en unos laureles más que merecidos. Pero ni se lo planteó. Mejor para nosotros.
Desde el año 2000, Eastwood ha estrenado, nada más y nada menos, que 16 películas, 17 si sumamos la recién llegada 'Richard Jewell'. Una cifra apabullante que impacta todavía más cuando descubrimos que el nivel medio sigue siendo de notable alto. Los calendarios pasan de largo, las décadas siguen sumándose a sus espaldas y Clint, firme frente a cualquier tipo de tempestad, continúa contando historias con su toque clásico, embriagador e irresistible.
Y puede que queden lejos sus mejores trabajos, pero la tónica general en el universo Eastwood durante estos nueve años ha sido tan reconocible como satisfactoria, encontrando siempre alguna virtud a la que poder agarrarse, incluso en algunas obras claramente inferiores. Sin embargo, las cuentas no ceden espacio alguno a la duda: Clint Eastwood, en el siglo XXI, ha seguido siendo un cineasta imprescindible cuya aparición en la cartelera sigue mereciendo toda nuestra atención, interés y expectativa. Por otra década más celebrando el talento de esta leyenda viva del cine.
Las películas de Clint Eastwood en el siglo XXI, de peor a mejor
'15:17 Tren a París'
Cuesta creer que una película tan vacía, fallida, aburrida y carente de toda energía como '15:17 Tren a París' viniera firmada por Clint Eastwood. Protagonizada por los tres jóvenes que sufrieron el hecho real en el que se basa la película, los cuales demuestran de manera más que contundente que no son actores y que, visto lo visto, jamás lo serán, la cinta avanza siempre desde la misma nada, incapaz de aportar algo al bostezo general, a la anécdota más risible, al subrayado más vergonzoso.
No hay nada, absolutamente nada, del Eastwood que nos conquistó en multitud de ocasiones previas y que, afortunadamente, nos recuperaría en el futuro, en una película desastrosa cuya mera existencia supone un borrón doloroso en la trayectoria de un cineasta esencial. '15:17 Tren a París' no es solamente lo peor que ha firmado en el siglo XXI, sino que hablamos de uno de los peores trabajos de su carrera.
'Jersey Boys'
Carente de ritmo, vida y alma, dirigida con desgana absoluta y con un conjunto de interpretaciones lamentables,'Jersey Boys', historia sobre los Four Seasons, conjunto musical que tampoco se puede decir que escribiera una página dorada dentro de la música, supone uno de los puntos más bajos en la última etapa de la carrera de Eastwood.
Una trama que mezcla comedia, thriller mafioso y musical con una pereza contagiosa, sin dar con la tecla de ninguno de los tres géneros, complicando un argumento que por muchos flashbacks a los que recurra, saltos en el tiempo y dramas humanos de andar por casa, no consigue mantener el interés de ninguna de las maneras. Todo es rutinario, frío y se observa con distancia, indiferencia, perdiendo la esperanza de que ocurra algo, lo más mínimo, que salve la función. Y no ocurre. Nada. Absolutamente nada.
'Invictus'
Partiendo de una figura tan potente como la de Nelson Mandela, Clint Eastwood construyó con 'Invictus' uno de esos biopics pegados de manera definitiva a los tópicos y lugares comunes más reconocibles del género. Y ahí fallaba una película que, contando con dos interpretaciones más que destacadas por parte de Matt Damon y, sobre todo, Morgan Freeman, resultaba insatisfactoria por su previsibilidad, querencia por la zona de confort y nula capacidad de riesgo. Eso por no hablar de líneas de diálogo forzadas hasta el infinito para cazar sentencias absolutas dictadas con aparatosa solemnidad por una figura histórica a la que se rinde un honor demasiado evidente a lo largo de un desmedido metraje. En definitiva, una cinta construida desde el piloto automático.
'El francotirador'
La adaptación al cine de la autobiografía de Chris Kyle, un seal cuya leyenda se basa, exclusivamente, en haber batido el récord de muertes como francotirador del ejército norteamericano, aportaba el suficiente número de elementos como para optar por el optimismo. En manos de Eastwood, uno de los tipos que más y mejor ha reflexionado sobre el peso de los traumas, las cicatrices que deja el dolor en los huesos y en el cerebro, la insoportable levedad del corazón humano en medio del infierno cotidiano, la rabia en los ojos, la tristeza, los grises que deja el paso del tiempo, ya sean segundos, horas o toda una vida, uno podía esperar todo de 'El francotirador'.
Y se encuentra con lo obvio, con una banal propaganda patriótica, un artefacto de notable factura técnica pero nula profundidad dramática. Eastwood apuesta por dejar todo el peso del relato en las escenas bélicas que se suceden entre los paréntesis domésticos que nos dejan intuir lo que podría haber sido y nunca será. En Irak, en el campo de batalla, tenemos los mejores momentos cinematográficos, rodados con pulso, nervio, sabiduría en la acción y el suspense pero, más allá de eso, no se aporta nada que no se haya visto o escuchado antes (y mejor). Cuesta encontrar el ritmo en una película cuya narración es tan plana, tan automática y reiterativa, que tira de tantos estereotipos manidos y obvios. ¿Nos podemos conformar con un apañado blockbuster bélico? Claro, pero nos estaríamos haciendo un flaco favor. Y a Clint.
'Deuda de sangre'
Sin llegar a las cotas de divertimento de su predecesora ('Space Cowboys'), 'Deuda de sangre' nos traía de nuevo una versión ligera de Clint Eastwood, a pesar de transitar terrenos mucho más oscuros, violentos y dramáticos. Y es que, de manera más que evidente y con toda probabilidad voluntaria, el cineasta construye uno de esos thrillers de acción del Hollywood más clásico con tanta solvencia como sencillez, sin complicarse la vida y sin acudir a grandes artificios o atrevimientos. Todo en esta correcta cinta está en su justa lugar, medido al milímetro, contado con la sabiduría característica de Eastwood y sin mayor ambición que la de entretener al espectador con una intriga bien construida y mejor resuelta. Indudablemente efectiva.
'Más allá de la vida'
'Más allá de la vida' tiene lo mejor y lo peor del cine de Clint Eastwood. Es decir, por cada instante de drama profundo y complejo tenemos unos subrayados tan evitables como evidentes, especialmente en un tramo final caótico, apresurado y repleto de excesos de azúcar que terminan resultando más molestos que emocionantes. Sin embargo, en lo que respecta a su prólogo y algunas historias independientes, 'Más allá de la vida' explota en toneladas de auténtico cine, arrebatador en su fuerza, desolador en su golpeo y memorable en su huella. De lo excelso a lo fallido. Lo imposible del equilibrio perfecto.
'Space Cowboys'
Clint Eastwood reúne a, nada más y nada menos, que Tommy Lee Jones, Donald Sutherland y James Garner para vivir una aventura espacial repleta de complicidad, ternura, sonrisas y encanto. Y es que, más allá de su evidente naturaleza de divertimento entre amigos, 'Space Cowboys' tiene ese hechizo del cine clásico más ligero y brillante, una fórmula capaz de capturar la atención, el interés y el corazón del espectador de la forma más (aparentemente) sencilla posible. Nada está subrayado, forzado o impuesto, sencillamente fluye, atrapa y conmueve. Una propuesta tan pequeña en su forma como convincente en su fondo que sigue creciendo en la memoria con el paso de los años.
'Sully'
Tras la decepción que supuso para muchos la sobrevalorada 'El francotirador', Clint Eastwood regresaba con otra de esas historias basadas en hechos reales que parecen diseñadas para ser contadas por su cámara. Y es que, desde su primer plano hasta su emotivo desenlace, 'Sully' es una película con el característico e inconfundible sello del cineasta, quien se muestra completamente comprometido con la trama que está contando y, sobre todo, con un conjunto de personajes a los que trata siempre con una mezcla perfecta de honestidad y cariño. Propuesta clásica al cien por cien que, sumado a la excelente interpretación de Tom Hanks, una más que añadir a su apabullante trayectoria, traía de regreso gran parte del aroma cinematográfico del mejor Eastwood.
'Mula'
¿Es 'Mula' una obra maestra? No. ¿Estamos ante una película menor de Clint Eastwood? Tampoco. Cine marca de la casa, duro y delicado al mismo tiempo, desvergonzado y chulesco, romántico y abrasador, travieso y maduro, esta historia de un octogenario reconvertido en ilustre traficante de drogas le sirve al cineasta para ofrecer otra lección de cine en toda regla. Un modelo narrativo y dramático que se adapta a la perfección a las actuales formas de un Eastwood que se lo pasa realmente bien tanto detrás como delante de las cámaras, regalando una dirección precisa y una interpretación digna de ovación cerrada. Una película infravalorada por los sectores de la crítica y el público más cercanos a la búsqueda del titular fácil que, sin embargo, volvió a hacernos confiar en Cint a muchos que estábamos a punto de perder la fe. Magnífica en su primera mitad y excelsa en su tramo final, 'Mula' es Eastwood en estado puro.
'Banderas de nuestros padres'
Lo que ocurrió en su momento con 'Banderas de nuestros padres' fue un caso evidente de exceso de expectativas. De acuerdo, el entusiasmo estaba plenamente justificado por tratarse un suceso histórico de semejante lustre y un cineasta, Clint Eastwood, ya asentado en su merecido trono de clásico, pero la ilusión unánime, por no decir exigencia, de tener que encontrarnos con una obra maestra hizo que esta más que notable cinta bélica fuere recibida con una sorprendente decepción.
Afortunadamente, el tiempo ha sabido ubicar 'Banderas de nuestros padres' en un terreno mucho más justo, celebrándola como la espléndida película que siempre fue y muchos no supimos ver. Mejor cuando abandona la explosión y ahonda en la fragilidad de sus personajes, 'Banderas de nuestros padres' es puro Eastwood de inicio a fin, un trabajo modélico cuya frialdad está plenamente justificada y que termina conquistando sin artificios ni subrayados. Sutileza y maestría. Combinación ganadora.
'J. Edgar'
Tras unos cuantos traspiés, Eastwood volvió al aprobado con la infravalorada 'J. Edgar', biopic de una de las personas más controvertidas de la historia de Estados Unidos. El hombre gracias al cual existe el FBI tal y como lo conocemos, sí, pero también un ser humano lleno de fisuras e incertidumbres, dudas y secretos, inseguridades y temores. Y cuando se trata de esos personajes, Clint es el mejor.
Eastwood apuesta por contar esta historia a través de flashbacks, saltos temporales que, aunque enrevesados en alguna que otra ocasión, consigue mantener el ritmo de una película oscura, asfixiante, sombría, llena de gritos callados y de tensión. El ascenso de Edgar hasta convertirse en un reflejo excesivo de lo que siempre quiso ser, sus estrategias y ambición, están contadas de manera notable, con nervio incesante, con pocos espacios para el descanso. El director, además, acierta enfatizando la atención por la persona por encima del personaje. En las conversaciones de Edgar, excelso Leonardo DiCaprio, y su madre (grande, como siempre, Judi Dench), en su relación con su compañero Clyde Tonson (correcto Armie Hammer) y en las miradas con la brillante Naomi Watts, residen los grandes momentos de 'J. Edgar'. La mano maestra de Eastwood para emocionar a través de la contención y los pequeños gestos.
'El intercambio'
A la hora de hablar de 'El intercambio', nos tenemos que seguir frotando los ojos para comprobar que se trata de una historia basada en hechos reales. Una madre soltera cuyo hijo desaparece y que, tras varios meses de búsqueda, la policía asegura haber encontrado. Hasta aquí, todo bien. El (increíble) problema surge cuando descubrimos, junto a la protagonista, que el menor que le han entregado es un extraño.
Un punto de partida que da paso a una sucesión de momentos de un dramatismo arrebatador que, en manos de Clint Eastwood, terminan conformando una de esas obras maestras marca de la casa. Elegante, clásica, emotiva, sensible y de una delicadeza absoluta, 'El intercambio' sumaba a su envidiable lista de aciertos la que es, todavía hoy, la mejor interpretación de la carrera de Angelina Jolie. Una joya que conviene celebrar y reivindicar mucho más.
'Gran Torino'
Clint Eastwood llegaba en racha a 'Gran Torino'. Y es que, antes de volver a conseguir el aplauso unánime de crítica y público con su película de 2008, el ilustre actor y director acababa de firmar, nada más y nada menos, que 'Mystic River', 'Million Dollar Baby', la dupla de la notable 'Banderas de nuestros padres' y la excelsa 'Cartas desde Iwo Jima', y esa maravilla siempre tan maltratada llamada 'El intercambio'. Un conjunto de joyas a las que se sumaba con contundencia esta historia protagonizada por el propio Eastwood en el que, supuestamente, iba a ser su último trabajo como intérprete.
El tiempo ha demostrado que no, ahí están 'Golpe de efecto' y 'Mula' para demostrarlo, y es un auténtica pena, porque, entre sus muchas virtudes, 'Gran Torino' funcionaba especialmente bien como despedida a lo grande de una presencia esencial en la historia del cine. Lo tenía todo. El recuerdo del personaje más reconocible que Eastwood supo fabricarse en Hollywood, el clasicismo de sus mejores trabajos como director, la épica sencilla y sensible de sus películas más destacadas y, sobre todo, la auténtica emoción de los legados que imponen y se clavan en la memoria. Una maravilla.
'Cartas desde Iwo Jima'
Cuando se anunció la decisión de Clint Eastwood de contar la batalla de Iwo Jima mediante dos películas, 'Banderas de nuestros padres' y 'Cartas desde Iwo Jima', que reflejarían este terrible episodio de la guerra del Pacífico desde el punto de vista americano y japonés, muchos cometimos el error de adjudicar el triunfo previo a la primera de ellas. Pero, sorpresas te da la vida, la segunda terminó alzándose con una victoria de esas que, además, finalizan con un resultado aplastante.
Y es que Eastwood, que había caído en ciertos automatismos demasiado evidentes en 'Banderas de nuestros padres', consigue en esta ocasión un drama magistral y emocionante que plasma el horror de la guerra desde la profundidad psicológica y la tradición cinematográfica, desde el respeto y la lealtad, el miedo y la condena a sobrevivir. Se trata, en definitiva, de otra obra maestra que sumar al deslumbrante catálogo de su autor.
'Mystic River'
'Mystic River', el thriller más redondo de la carrera de Clint Eastwood y uno de los mejores de la pasada década, es un ejemplo de la maestría que adquirió un director que, paso a paso y película a película, alcanzo el estatus de clásico. Y es que, tras bajar el listón alcanzado con el maravilloso tridente formado por 'Sin perdón', 'Un mundo perfecto' y 'Los puentes de Madison' con películas como 'Space Cowboys' o 'Deuda de sangre', Eastwood estrenaba una obra redonda, una película oscura, asfixiante, sombría, llena de gritos callados y tensión.
Con un reparto espectacular que completaba la jugada maestra con interpretaciones sacadas directamente de las entrañas, especialmente unos brutales Sean Penn y Tim Robbins, ambos ganadores del Oscar a Mejor Actor y Mejor Actor Secundario por su trabajo, 'Mystic River' continúa siendo, a día de hoy, uno de los trabajos más destacados de la filmografía de Clint. Magistral.
'Million Dollar Baby'
Y así llegamos hasta la mejor película de Clint Eastwood, la joya de la corona, esa cima cinematográfica que resume con inigualable maestría todas las virtudes excepcionales de un director único. Vendida de manera indefendible como una historia de superación deportiva al más puro estilo 'Rocky', inmediatamente después de producirse su estreno se desveló la verdadera naturaleza de 'Million Dollar Baby', es decir, el de un drama humano de primer nivel, una historia conmovedora y trágica capaz de despertar un más que interesante debate ético y moral en el espectador.
La mano experta de Eastwood para emocionar a través de la contención y los pequeños gestos brilla con especial intensidad en esta obra maestra apabullante en su sencillez, que desarma con contundencia al corazón más fuerte, que coloca el nudo en la garganta y se cierra con uno de esos planos finales que forman parte, con toda justicia, de la historia del cine. Cuatro Oscar, incluyendo el de Mejor Película y Mejor Director, pusieron punto y final a la trayectoria de una película inolvidable, necesaria e imprescindible. El mejor Eastwood del siglo XXI.