Ron Howard es un tipo que cae bien automáticamente. Toda la industria habla maravillas de él, de su humildad, generosidad y compromiso a la hora de contar historias, aceptando rutas marcadas y clausulas firmadas con mano firme. Para los espectadores, es un valor seguro a la hora de ver películas rodadas con talento, sin demasiado aspavientos ni trucos fáciles, aseadas, conjuntadas, dispuestas para su disfrute. En el terreno de los artesanos, es decir, aquellos cineastas capaces de rodar cualquier tipo de película sin aportar nada especialmente relevante, pero sin dejar de ser efectivos en cualquier momento, él es uno de los más grandes.
Analizando su trayectoria, mucho más variada de lo que pueda parecer, nos encontramos con un director que, en sus mejores momentos, aquellos que vamos a repasar a continuación, ha demostrado ir un paso más allá. En sus trabajos más redondos, Howard conseguía transmitir un nervio y una contundencia a prueba de balas. Se trata de obras en las que todo funciona a pleno pulmón, todo está medido, todo está en su sitio, nada se tambalea. La recompensa está a salvo y los espectadores somos cómplices directos.
A punto de cumplir cuatro décadas en la industria, Ron Howard se ha atrevido con géneros tan dispares como el biopic más académico, la aventura familiar, emotivos dramas, thrillers frenéticos y, por encima de todo, hechos históricos recreados con pulso de hierro. A continuación, repasamos esos ocho trabajos que deben tener prioridad a la hora de descubrir la obra de un cineasta que, sin inventar nada nuevo, encontró un lugar ilustre dentro de esa jungla llena de fieras despiadadas llamada Hollywood.
Las mejores películas de Ron Howard
'Willow'
A pesar de que quedaban solamente dos años para que la década de los 80 dijera adiós, Hollywood tenía todavía fuerzas para plantar unos cuantos clásicos generacionales. Entre ellos, 'Willow' fue uno de los más destacados, esencialmente por lo inesperado de su éxito entre todo tipo de espectadores. Y es que, este cuento medieval de George Lucas ambientado en un universo de brujas, hechizos y princesas se ajustaba a la perfección a Ron Howard quien entregaba una dirección tan apasionado como cómplice con el género.
La película, lejos de ser el éxito esperado en taquilla, en la que se enfrentaba nada más y nada menos que a La Mejor Película Familiar De La Historia, 'E.T., el extraterrestre', consiguió su salvación económica gracias al vídeo doméstico, convirtiéndose en una de esas cintas que siempre estaban alquiladas en el videoclub más cercano. Pese al empeño de sus múltiples fans, 'Willow' nunca ha tenido esa secuela tan esperada, algo de lo que aún no nos hemos librado cien por cien pero que, de momento, nos sirve para seguir disfrutando sin miedo de una aventura para toda la familia llena de encanto.
'Apolo 13'
Durante MUCHOS meses en la carrera hacia el Oscar a Mejor Película del año 1995, 'Apolo 13' parecía la gran favorita, un rival imbatible que, además, contaba con el respaldo de los tres gremios más importantes de la industria: SAG (Actores), PGA (Productores) y DGA (Directores). Sin embargo, algo extraño ocurrió en la última etapa, en el último giro, haciendo que la Academia terminara rendida ante 'Braveheart', la cual era, por otra parte, mucho superior. De esta forma, la película de Howard, que tenía todos los elementos para alzarse con el triunfo, terminó conformándose con dos tristes estatuillas: Mejor Sonido y Mejor Montaje, pobre balance final.
Pero, más allá de los premios, 'Apolo 13' continúa siendo hoy otro ejemplo de lo que es, sencillamente, una buena película comercial. Pese a estar rodeada de cursilería, la visión cinematográfica que aporta el cineasta a la misión espacial que tuvo al mundo entero en vilo en 1970 tiene todos los elementos necesarios para agradar al espectador, emoción, suspense y acción bien medida. No hay nada memorable en ella, pero no deja de ser un producto notable en todos sus apartados.
'The Beatles: Eight Days a Week'
La objetividad, en ocasiones, es especialmente escurridiza. Para todos aquellos que hemos crecido, y seguimos haciéndolo, con la música de los Beatles como imprescindible compañía, 'The Beatles: Eight days a week', el reciente documental de Ron Howard sobre los años de gira que convirtieron al cuarteto de Liverpool en fenómeno social histórico aporta pocas sorpresas. Los beatlemaniacos somos así, llevamos tantos años empapándonos con curiosidades, libros, películas, documentales, artículos y todo lo que caiga en nuestras manos sobre los Fab Four que, a estas alturas, pillarnos desprevenidos es más que complicado.
Sin embargo, Howard adapta con inteligencia sus mejores virtudes en el mundo de la ficción a un documental que se devora con indudable gusto, que transmite mucha de la magia Beatle y que, en sus mejores momentos, consigue emocionar. Ayudan, claro, las canciones de los mayores genios de la historia del pop, pero esa es una carta que venía dada de antemano y que el cineasta sabe usar con talento. Y todos contentos.
'Rush'
Tras caer al punto más bajo de su carrera con la lamentable comedia '¡Qué dilema!' y levantar tímidamente el vuelo con el documental sobre el festival de música 'Made in América', Ron Howard nos pilló a todos desprevenidos, por desgracia a la Academia también, con 'Rush', fabulosa adaptación a la gran pantalla de la apasionante relación entre los pilotos de fórmula 1 James Hunt y Niki Lauda. Una trepidante película en la que el director se metía de lleno en una historia repleta de emoción, competitividad, drama, éxitos y fracasos, lanzándonos en medio de vibrantes carreras que nunca dejaban de pisar el acelerador.
Pocas veces se ha visto a Ron Howard tan acertado en sus movimientos de cámara, pocas veces una de sus propuestas ha transmitido tanto cine en cada una de sus escenas, pocas veces se ha reflejado con tanta contundencia y talento el universo que rodea este deporte y que, al mismo tiempo, forma parte esencial de su naturaleza. Una de las cimas indiscutibles de su carrera.
'Una mente maravillosa'
Y al fin, los Oscar. Era cuestión de tiempo que un cineasta como Ron Howard terminara con las estatuillas de Mejor Director y Mejor Película en sus manos. Algunas más, otras menos, pero todas sus propuestas, o la inmensa mayoría de ellas, son de un academicismo evidente, pulcras y alejadas de riesgos que pudieran poner en serio peligro a la taquilla y al gusto del espectador que va al cine en ocasiones contadas.
Así, gracias a la biografía de John Forbes Nash, Howard planteaba un sólido drama con puntuales toques de thriller psicológico que desprendía un aroma a estatuilla que, en sus peores momentos, era demasiado evidente, molesto. Pese a estar nominada con cuatro películas que eran muy superiores a ella, 'El señor de los anillos: La comunidad del anillo', 'Gosford Park', 'En la habitación' y 'Moulin Rouge', 'Una mente maravillosa' era la opción menos arriesgada, menos polémica. Y en esa neutralidad, en esa capacidad para gustar a la inmensa mayoría reside su indiscutible virtud principal.
'Cinderella Man'
Puede ser casualidad, o no, pero lo cierto es que pocos directores se han encontrado tan cómodos, y han obtenido resultados tan positivos, como Ron Howard en el siempre peligroso terreno de las películas basadas en hechos reales. En esta ocasión, y tras probar suerte en el género western con la curiosa 'Desapariciones', el cineasta se acerca en 'Cinderella Man' a la historia de James J. Braddock, un boxeador retirado que decide volver al cuadrilátero en plena época de la Gran Depresión para salvar a su familia de una situación bastante delicada.
Acompañado de nuevo por un estupendo Russel Crowe, y con Paul Giamatti robando planos a diestro y siniestro, Howard entrega un drama visualmente impecable, rodado con sabiduría, sin estridencias, siempre jugando sobre seguro, anclado en una zona tan saludable como el clasicismo bien entendido. Una película a la que es realmente complicado encontrarle un 'pero'. Ni falta que hace.
'Cocoon'
Tras alcanzar su primer gran éxito en la taquilla con la simpática 'Un, dos, tres... Splash', con la que recaudó más de 69 millones de dólares solamente en Estados Unidos, Ron Howard se entregó en cuerpo y alma a 'Coccon', pequeña joya de culto en la que un grupo de ancianos que viven en una residencia descubren la fuente de la eterna juventud.
Un punto de partida que puede sonar ridículo pero que el director estadounidense enfoca desde la ternura y el cariño total hacia sus encantadores personajes, otorgando a la película una capacidad para la emoción que, a priori, no se esperaba. Un trabajo de orfebrería que desprende una sencillez y humildad cautivadora y que, varias décadas más tardes desde su estreno, sigue siendo una de las propuestas más interesantes y entrañable en la carrera del director. Conviene rescatarla más a menudo.
'El desafío: Frost contra Nixon'
Hay que decirlo cuanto antes y eso que dejamos resuelto desde el principio: 'El desafío: Frost contra Nixon' es la mejor película de la carrera de Ron Howard. Y, además, con diferencia. Tras reventar taquillas de todo el mundo y recibir las peores críticas de su carrera con la adaptación cinematográfica de 'El código Da Vinci', Howard se lanzó de lleno a una de esas historias que, sea en el formato que sea y la descubras en el momento en el que la descubras, consigue ser automáticamente apasionante. Tras mantener un silencio de tres años desde su salida de la Casa Blanca, Richard Nixon concedió una entrevista en 1977 para hablar sobre su mandato y, claro, analizar el caso Watergate.
La cuestión es que el periodista escogido, David Frost, era la opción menos obvia y más sorprendente de todas las posibilidades, entendiendo que lo que buscaba el ex presidente era un contrincante lo más asequible posible. Sin embargo, el comunicador británico puso contra las cuerdas a Nixon hasta llevarlo al extremo de la disculpa. Un acontecimiento histórico que, primero, se convirtió en obra de teatro de la mano de Peter Morgan y que, finalmente, se elevó a las alturas gracias a Ron Howard. Todo en su película está narrado con nervio, genio, inteligencia. Una propuesta que se devora, que arrasa con las expectativas, que convierte a Howard en una especie de Frost, alguien de quien en ese momento no se esperaba gran cosa y que, finalmente, se alzó con una victoria (cinematográfica) de las que marcan una carrera.