Michael Bay. Siempre él. Mucho más fácil odiarlo que amarlo, mucho más sencillo criticarle de la manera más destructiva que valorar sus logros, que lo hay y no pocos, en una trayectoria de personalidad arrolladora, capaz de conseguir que un solo fotograma revele su identidad. Por supuesto que hay ruido, mucho, excesos, violencia gratuita, reiteración de temas y esquemas, y personajes que son poco más que marionetas al servicio de la acción, pero lo que tenemos ante nosotros es un autor.
Un director que ha elaborado una carrera en cuya balanza encontramos muchos menos errores que aciertos. Un tipo que se toma muy en serio eso de hacérselo pasar bien al espectador, que no bromea con la evasión, que siempre quiere ofrecer algo más, elevar un poco el listón, reventar las expectativas que cada uno busque en su cine. Con su regreso, '13 Horas: Los soldados secretos de Bengasi', se han vuelto a escuchar abucheos y aplausos, pero nunca bostezos.
Muchas personas están en contra del concepto 'placer culpable'. Después de todo, ¿puede un placer, sea cual sea, ser juzgado de manera negativa? En los términos puramente cinematográficos la respuesta es, evidentemente, no. Si uno disfruta con una película, si le divierte, si le emociona, si le entretiene, no tiene sentido alguno emitir un juicio sobre sí mismo para condenarte por haber sido feliz durante dos horas. De todos modos, en el caso de que existieran esos 'placeres culpables', imprescindibles comillas, uno de los más reivindicables es el del cine de Michael Bay. Aquí analizamos toda sus películas de peor a mejor. Y si hablamos de cantidad, ganan las buenas por goleada.
Las películas de Michael Bay, de peor a mejor
'Transformers: La venganza de los caídos'
Por mucho que tengas una capacidad especial para convertir en espectáculo de acción todo lo que tocas, sino tienes un mínimo de historia, las cosa son funcionarán. Tras el brutal éxito de su primera entrega, la saga 'Transformers' llegaba a su secuela con dosis extras de expectativas. Bay había demostrado un control total sobre el producto y sus posibilidades y la intuición de que la fórmula se repetiría aumentando el ruido y el caos sonaba más a certeza que a otra cosa. Por desgracia, 'Transformers: La venganza de los caídos', tuvo poco de venganza y mucho de caída al vacío más absoluto, la nada más dolorosa, el absurdo infinito. Humor infantil que despertaba la vergüenza ajena, un clímax final sin pies ni cabeza y la sensación constante de estar ante un desastre. Sus responsables tardaron poco en aceptar el naufragio y confesar que, por no haber, no había ni un guion. Menuda sorpresa.
'Dos policías rebeldes II'
Digamos que las secuelas no es lo que mejor se le da a Michael Bay. Cuando consigue convencer a sus detractores de que todo no es TAN malo en su trabajo, intenta repetir la jugada y fracasa. En el caso que nos ocupa, ni siquiera la primera entrega conseguía pasar del aprobado justito. Es cierto que este regreso de los agentes Burnett y Lowery no deja de ser un copia y pega multiplicado por cien, un tópico tras otro, un fallido ejercicio de estilo sin el más mínimo interés de aportar algo original o novedoso. Un más de lo mismo que anula la simpatía de la cinta original, sustituyendo las risas por bostezos y la acción por aburrimiento. 150 minutos de pólvora, chistes malos, machismo y estereotipos latinos son demasiado incluso para los defensores más acérrimos de Bay. Insalvable.
'Transformers: La era de la extinción'
Hablar del argumento de esta última entrega de Autobots o analizar los detalles de su historia estaría de más. Sí, es absurda, aunque comparada con las tramas vistas en la saga con anterioridad parece Shakespeare. En cualquier caso, no importa. Es una excusa, hay que entenderlo así, para regresar a una saga que parecía finiquitada. Espectacularidad, espectacularidad y espectacularidad. Un derroche de set pieces de acción incansables en su búsqueda de La Escena Más Espectacular Del Año. En definitiva, el DNI de Michael Bay.
Una penúltima entrega (Bay ya está trabajando en la quinta), protagonizada por unos Transformers a los que se les suma los Dinobots, auténtico logro visual para las escenas más delirantes en una película repleta de ellas. A pesar de un excesivo metraje al que le sobran una cantidad considerable de subtramas (románticas, adolescentes y gubernamentales), 'Transformers. La era de la extinción' es un aceptable blockbuster de testosterona, épica de manual, furia y ruido, firmado por el experto en la materia.
'La isla'
Si planteamos una división entre las películas de Michael Bay, podemos caer en la tentación de resumirlo todo en términos de éxito y fracaso. Pero, si nos lo tomamos en serio, nos encontramos ante una carrera que, dentro de su evidente reiteración, cuenta con inesperados ejemplos de riesgo inesperado. Entre todos ellos, destaca un salto a la ciencia ficción más clásica con 'La isla', su trabajo más infravalorado. Dividida claramente en dos actos bien diferencias, esta historia de clones y fugitivos en un futuro cercano (2019), nos muestra a un Bay especialmente centrado. Su primera mitad es ejemplar en presentación de personajes y contexto, asentando de manera notable las bases de una trama que, tras un giro inevitable, se transforma en el producto de acción frenética que uno esperaba. Muchos criticaron ese cambio de tono y formas citándolo como una oportunidad perdida. Puede ser, pero nadie nos quita el placer de reencontrarnos con el mejor Bay tras la secuela de 'Dos policías rebeldes'. La taquilla no respondió y muchos empezaron a señalar el final de un cineasta que se recuperaría de este golpe comercial a lo grande.
'Transformers: El lado oscuro de la luna'
Con su tercera entrega, la saga Transformers llegaba a nuestras vidas en forma de duda. ¿Otro nuevo fiasco después de 'La vengaza de los caídos'? ¿Errores subsanados y regreso a los brillantes orígenes? Al final, ni una cosa ni la otra. Durante su primera mitada, 'El lado oscuro de la luna' recupera lo peor de su predecesora directa, subrayando ese humor chabacano y absurdo, esos diálogos desesperantes, esa sensación de decepcionante ligereza. La esperanza se va acabando, el aburrimiento se va instalando y, cuando todo parece perdido, Bay toma el mando. Y la película explota. Con el mejor clímax final de toda la saga, que se cuela directo al podio de lo mejor que ha rodado su director a lo largo de su carrera, 'El lado oscuro de la luna' consigue levantar el vuelo a lo grande a base de escenas imposibles, acción trepidante y soluciones visuales de primer nivel. Su segunda mitad resucita a una película que parecía muerta. No hay nada mejor que unas cuantas toneladas de adrenalina para volver a la vida.
'Dolor y dinero'
Puede que en la tensión de un asteroide a punto de estrellarse contra el planeta, en la batalla de robots gigantes o en el ataque japonés a Pearl Harbor, sea más complicado identificar las virtudes de un cineasta que jamás se ha traicionado así mismo, ni al público, que en una historia sobre tres culturistas que deciden cambiar su vida robando a un poderoso empresario. Una historia que, además, está basado en unos increíbles hechos reales, de esos que necesitas que te recuerden cada cinco minutos que sí, que efectivamente ocurrieron. 'Dolor y dinero' es puro Bay, como todos sus trabajos, solamente que a una escala, de contexto, menor. La adrenalina, los planos imposibles, el ritmo trepidante, las escenas de acción explosivas, todo sigue ahí. Eso sí, se cede mucho protagonismo, todo, al humor que en otras ocasiones era esporádico y que aquí es el auténtico rey. Ayudan las interpretaciones del tridente Mark Wahlberg, Dwayne Johnson y Anthony Mackie, quienes entran al juego de la autoparodia, riéndose de sí mismos y demostrando una vis cómica descontrolada y genial. Lo mismo que ocurre con todo la película.
'Dolor y dinero' se podría considerar la película 'independiente' de Bay, su trabajo más personal hasta la fecha, una inspirada e inesperada reflexión crítica sobre la estupidez humana, el sueño americano y la condición puramente absurda del ser humano. Y también una comedia que viene a ser al género lo que 'La Roca' fue al cine de acción. La impronta de un director que es un género en sí mismo, que demuestra cine en todos sus trabajos. SUS trabajos. SU cine. SUS películas.
'Pearl Harbor'
Por alguna razón, muchos se empeñaron en vender 'Pearl Harbor' como la nueva 'Titanic', la sucesora evidente en términos artísticos y comerciales del fenómeno cinematográfico más espectacular de la historia del cine. Evidentemente, no ocurrió. Ni 11 Oscar, ni récords de taquilla pulverizados, ni el aura de clásico contemporáneo que rodeo la obra maestra de James Cameron. La visión de Michael Bay sobre uno de los sucesos más recordados de la Segunda Guerra Mundial tenía demasiado azúcar y poco músculo, de acuerdo, pero eso no significa que estemos ante el desastre que muchos se empeñaron (y empeñan) en señalar.
Aquellos que le tenían ganas a Bay se mordían las uñas ante el estreno de su proyecto más ambicioso. Era su oportunidad de machacar a un director al que se le notaba algo perdido en los momentos emotivos pero que volvía a ofrecer una lección de cine espectáculo con una escena, la del ataque, absolutamente memorable. Está alargada, tiene muchos errores, el reparto es un desastre y ese clímax eterno metido con calzador parece una película diferente, pero 'Pearl Harbor' sigue funcionando como épico drama bélico en el que disfrutan más los ojos que el corazón. No, no le salió el drama perfecto, pero Bay aportó su dosis de belicismo clásico más inspirado.
'Armageddon'
Por más que sus admiradores nos empeñemos, hay cosas que no tienen defensa en la carrera de Bay. El argumento de 'Armageddon' es una de ellas. Cito sinopsis: Un asteroide del tamaño del estado de Tejas apunta directamente hacia la Tierra. Los expertos de la NASA tan sólo encuentran una posible solución: enviar a un equipo de astronautas al espacio para que destruya el meteorito antes de que colisione con nuestro planeta. Es algo tan absurdo que termina resultando divertido. Y Bay lo sabe.
Con un punto de partida tan delirante, el director consiguió rozar la perfección de la acción patriótica y estúpida. No importa el fondo, hay que darlo todo con la forma. Una película que, a cambio de aceptar sus reglas de juego, te recompensa con un entretenimiento sin descanso. Imposible aburrirse con uno de esos éxitos generacionales que convirtieron a 'Deep Impact' en la hermana aburrida mientras que, 'Armageddon', conseguía deslumbrar a base de diversión, personajes carismáticos, estupendas escenas acción y, si te pillaba la tarde tonta, una emoción que podía terminar en lagrimilla. Un blockbuster ejemplar.
'La Roca'
Tras el inesperado éxito de su debut, 'Dos policías rebeldes', Michael Bay repetía triunfo y conseguía convencer hasta a los más escépticos con 'La roca'. Una película de acción vertiginosa que contaba con un reparto en el que Sean Connery, Nicolas Cage y Ed Harris, se lo pasaban bomba con personajes tan pegados al estereotipo que se les terminaba cogiendo cariño. Sin embargo, si hay algo que señalar con especial intensidad, esa es la dirección de Bay.
Pulso firme, planos imposibles, soluciones visuales inesperadas y una capacidad sobresaliente para mantener el ritmo y el control sobre una propuesta que podría haber caído en el ridículo más absoluto. Es su espectáculo, él lo sabe y lo ejecuta. Para muchos, su mejor película y una de las cintas de acción imprescindibles. Aún hoy, dos décadas después de su estreno, sigue funcionando a la perfección. Si quieres convencer a alguien de que Bay es un gran director, no dudes, recurre a 'La roca'.
'Transformers'
Cuando se anunció que el nuevo proyecto de Michael Bay después del fracaso en taquilla de 'La isla' sería llevar a los personajes de Transformers al cine, muchos lo dieron automáticamente por muerto. Una historia de robots alienígenas que llegaban al planeta Tierra para pelear por su supervivencia y salvarnos a todos de una destrucción mundial no parecía la mejor opción posible para una carrera que necesitaba un éxito de manera inminente. Grave error. 'Transformers' llegó y arrasó con todo.
La crítica se mostró más benevolente que nunca con Bay y la taquilla respondió de manera más que contundente. No merecía menos. Aquí tenemos un blockbuster familiar perfecto, la comunión total entre un director y un modelo de cine elevado a la categoría de arte a través del fuego y los escombros. Todo funcionaba a la perfección en una película que dignificaba un género siempre acosado por el prejuicio y la crítica fácil. Bay consiguió la victoria que necesitaba, resucitaba de la manera más épica posible y entregaba su mejor película. Grande, tonta, divertida, espectacular. Imprescindible para entender el universo de su director de la manera más completa.