24, 25 y 26 de octubre. Tres días, un título: Fiesta del Cine. De repente, la locura, las salas llenas de gente, las recaudaciones subiendo como la fiebre, colas interminables de espectadores invisibles hasta esta etapa del calendario en el que, por suerte o por desgracia, conseguir una entrada se convierte en toda una proeza. Aunque algunos, podéis llamarnos viejos cascarrabias, preferimos la tranquilidad del resto del año, adornada con pequeñas aglomeraciones puntuales con algunos de los grandes estrenos de turno, no deja de ser una alegría comprobar que aún queda esperanza, que, probablemente, con cambios tan básicos para unos, y tan complejos para otros, la salud del cine mejoraría notablemente. Pero no hemos venido aquí a hablar de medicinas, sino a recomendar.
Y es que, en esta ocasión, la nueva edición de la Fiesta del Cine no coincide con una cartelera desangelada a la que ni unos precios notablemente bajados pueden salvar. Al contrario, en estos tres días de octubre coinciden una cantidad importante de películas interesantes, propuestas arriesgadas y sorpresas inesperadas que vuelven a confirmar que, entre los meses finales y los primeros de cada año, se da cita lo mejor de cada cosecha cinematográfica. Así que, tranquilidad, si estáis dudando a la hora de elegir una sala en la que coincidir con la marabunta, aquí traemos diez opciones con la que sentiréis que habéis acertado. O que, al menos, ha merecido la pena el sufrimiento previo.
Diez películas que van del thriller más comercial a la fantasía más oscura, del biopic artístico al drama más contundente, de la mejor muestra de cine español al musical más vibrante. Opciones para todos los gustos con las que celebrar una iniciativa que sigue funcionando a las mil maravillas como punto de encuentro entre aquellos espectadores que van al cine semana tras semana y los que deciden probar suerte una vez al año. En el mejor de los casos, que sirva para que se conviertan en asiduos. Nunca somos demasiados en una sala.
10 películas que deberías ver en la Fiesta del Cine de octubre 2016
'Elle'
Paul Verhoeven hace, literalmente, lo que le da la real gana. No ahora, qué va, hablamos de la tónica general a lo largo de su interesantísima trayectoria, imprevisible, arriesgada y, por desgracia, casi siempre incomprendida e infravalorada. Aunque, atención, puede que todo cambie gracias a su última propuesta 'Elle', un, cogemos aire, thriller erótico, drama psicológico, comedia costumbrista e irónica y sarcástica reflexión sobre las familias desestructuradas. ¿Puede condensarse todo eso en 130 minutos? Sí, y además, con un resultado sobresaliente.
Por supuesto, para que funcione al cien por cien se necesita una complicidad absoluta y entregada por parte del espectador, quien recibirá una recompensa cinematográfica de primer nivel si decide lanzarse de lleno en una de esas películas que te ponen al borde del abismo, congelando sonrisas y anclándose en la memoria para protagonizar conversaciones posteriores una vez abandonada la sala. Uno de los trabajos más arriesgados y valientes del año. Una joya. Ah, y lo de Isabelle Huppert es una absoluta barbaridad. Menudo portento.
'Captain Fantastic'
Ocurre todos los años. De repente, una película se cuela en medio de la cartelera y, con la siempre efectiva campaña de promoción del boca a oreja, se termina colocando en ese primer puesto de Sorpresa Cinematográfica Más Agradable Del Año. Aún quedan meses, pero de momento ya tenemos una primera gran opción para alcanzar ese honor: 'Captain Fantastic'. Esta historia protagonizada por un padre que vive alejado de la civilización compañía de sus seis hijos le sirve al director y guionista Matt Ross para ofrecer un entrañable cuento en el que el drama y la comedia se combinan a la perfección consiguiendo ese efecto tan complicado de mezclar las lágrimas con las carcajadas.
Si a todo esto le sumamos un reparto infantil deslumbrante, de los mejores que se han visto en una pantalla en décadas, y una interpretación principal tan maravillosa como la que ofrece Viggo Mortensen, el resultado no puede ser más que (muy) positivo. Lo dicho, uno de los regalos inesperados de 2016.
'Sing Street'
John Carney, tras conseguir el aprobado con 'Begin Again' y el notable con 'Once', alcanza finalmente el sobresaliente con 'Sing Street', precioso musical ambientado en un gris y melancólico Dublín de los años 80 que un chaval consigue iluminar formando una banda de pop/rock claramente influido por grupos como The Smiths o Duran Duran, entre otros. Alejada de mayores ambiciones que la de entretener y emocionar al espectador desde su sencillez y humildad, 'Sing Street' se alza como la mejor película de su director y guionista.
Y lo consigue gracias, precisamente, a su efectividad constante, a su ritmo endiablado, a su sorprendente reparto y, por encima de todo, a su impecable banda sonora, repleta de chicles melódicos que no dejarás de tararear día y noche. Por desgracia, también se ha convertido en el trabajo de Carney que más desapercibido ha pasado, pero no hay nada que una buena Fiesta del Cine no pueda arreglar. No os la perdáis.
'Un monstruo viene a verme'
Juan Antonio Bayona no lo tenía nada fácil. Adaptar una novela del alcance emocional de 'Un monstruo viene a verme', más allá de los problemas que podría presentar desde un punto de vista técnico, requería de una complicidad e identificación absoluta con el material de partida. Cualquier impostura, truco barato o artificio lacrimógeno habría acabado con la película, convirtiendo una historia de semejante potencial en melodrama de manual. Desde su estreno, muchas voces se han levantado atacando al director de 'El orfanato' y 'Lo imposible' por la supuesta manipulación a la que sometía a los espectadores, subrayando los momentos en los que debían emocionarse, restando naturalidad a la propuesta y empujándoles al llanto masivo. Y no podría estar más en desacuerdo. Sí, las lágrimas terminan cayendo de manera inevitable con 'Un monstruo viene a verme', pero es que estamos hablando de una historia cuya capacidad para conmover es una de sus virtudes esenciales, básicas.
Porque, y aquí si que entramos en un terreno especialmente subjetivo, la manera en la que afecta 'Un monstruo viene a verme' será especialmente intensa si se ha vivido una situación similar a la que presenta la historia. De ser así, la película, al igual que el maravilloso monstruo protagonista, te mirará a los ojos, te desafiará y te agarrará del corazón. Una experiencia liberadora, cómplice, que va más allá de lo estrictamente cinematográfico. Esto no significa que el apartado puramente técnico esté descuidado a favor de la emoción, todo lo contrario, se complementa a la perfección. El diseño del monstruo es fascinante en su sencillez y la manera en la que Bayona y su equipo han conseguido adaptar cada una de sus historias a la gran pantalla es de una belleza plástica deslumbrante, un acierto en toda regla que, además, está plenamente justificado con la trama. En definitiva, 'Un monstruo viene a verme' no solamente es una película que completa y aumenta el valor de su origen literario, sino que ha sabido captar a la perfección su espíritu y naturaleza catártica. Un logro en toda regla. Un trabajo maravilloso.
'El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares'
A la hora de hablar de 'El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares', adaptación de una estupenda novela de Ransom Riggs que parece escrita exclusivamente para ser dirigida por Tim Burton, podemos mirar el vaso medio lleno o medio vacío. Si nos dejamos guiar por la última etapa de su director, probablemente la balanza se incline hacia el lado positivo, celebrando un regreso a las formas, al espíritu de su cine, a su envidiable universo cinematográfico creado a base de grandes obras. Paradójicamente, si nos centramos precisamente en aquellos primeros y gloriosos años en los que se sucedían trabajos deslumbrante, el sabor terminará siendo irremediablemente agridulce. Y es que nos encontramos con el mejor y el peor Burton encontrados en una película que sirve tanto como regreso triunfal como certeza de un presente incompleto. Hablamos de una película partida en dos, oro y bronce. Por ser benevolentes y colocar el podio para todos.
Seamos claros (y grandilocuentes): la primera mitad 'El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares' es lo mejor que ha rodado Tim Burton desde 2007. Así, durante la hora inicial de su nueva propuesta, uno no puede más que celebrar la manera en la que todo fluye con naturalidad y ritmo, la capacidad del cineasta de volver a crear imágenes y escenas de una poesía fascinante, la melancolía gótica, la belleza de lo extraño. En definitiva, una especie de sueño cumplido para todos aquellos que seguimos confiando en su genialidad. Lástima que, de repente, nos despierten de una manera tan brusca con un giro de guión que transforma a la película en cine de acción de andar por casa y comedia excesiva hasta la parodia. Y, aunque el epílogo regresa a esa emoción inicial, las sensaciones ya están marcadas por ese traspié inesperado dentro de una obra que apuntaba a mayores logros. En cualquier caso, el balance general es positivo. Lástima que rozara el sobresaliente. Cuestión de perspectiva.
'El hombre de las mil caras'
Conseguir explicar lo inexplicable, legible lo indescifrable, transparente el laberinto. 'El hombre de las mil caras' es una telaraña revestida de thriller, una trama tan imposible que solamente puede ser real. ¿Ficción sobre hechos reales? Puede, pero probablemente sus giros más alocados e inverosímiles sean los que cumplan a rajatabla lo que ocurrió realmente en un caso, el protagonizado por el ex Director General de la Guardia Civil Luis Roldán y el ex agente secreto del gobierno español Francisco Paesa, tan apasionante como, a priori, enrevesado. Conviene subrayar lo de a priori porque, vistos los resultados de su traslado a la gran pantalla, la labor realizada por el director Alberto Rodríguez y su guionista Rafael Cobos, adquiere condición de milagro. Todo se entiende, absolutamente todo, motivaciones, engaños, decisiones y comportamientos de un grupo de personajes dibujados con maestría a través de diálogos repletos de detalles brillantes. Y si te acompaña un reparto como el que se da cita en esta ocasión, excelentes Eduard Fernández, Carlos Santos y José Coronado, el objetivo está más que cumplido.
Además, 'El hombre de las mil caras' sirve para confirmar lo que ya era más que una intuición, que estamos ante uno de los mejores directores de nuestro país. Repleta de ideas visuales de primer nivel, creador de atmósferas cargadas de intención que funcionan como un personaje más dentro de la trama, Rodríguez se desmarca de los tópicos y, con estupendos guiños al thriller y el cine de espías más clásico, firma una nueva lección de dirección inteligente y precisa. Porque de eso se trata, manejar todos los elementos como si de un malabarista se tratase, movimientos sin pausa posible en la que, el más mínimo traspiés, habría tirado todo el conjunto por tierra. Pero, afortunadamente, nada de esto ocurre y 'El hombre de las mil caras' se eleva hasta convertirse en uno de esos trabajos modélicos en los que, sencillamente, todo funciona. Sin trampas.
'Tarde para la ira'
La principal sensación que recorre 'Tarde para la ira' es la de estar asistiendo al nacimiento de una de esas obras que parecen condenadas a habitar en ese prestigioso rincón que acoge a lo esencial. El cine español hacía mucho tiempo que no encontraba una historia como la que plasma con inmenso talento el debutante Raúl Arévalo, maravilloso actor que ha demostrado llevar dentro un director de la misma estatura. Desde su impactante prólogo, el cineasta pone todas las cartas sobre la mesa, dejando claro que aquí la comodidad y los lugares comunes, brillarán por su ausencia. Apoyado en un reparto entregado hasta el infinito con sus personajes, el director consigue extraer todo el jugo a una trama en la que la tensión se puede cortar con el filo de una navaja, en la que uno siempre observa desde la espalda lo que ocurre en el interior de las piezas que se mueven a lo largo de un tablero marcado por la España profunda. Bares, pueblos, moteles de carretera, vecinas cotillas, camareros que se han tomado una de más, verbenas de verano, en definitiva, un paisaje tan cercano que es imposible no sentirse parte de un todo deslumbrante.
Conviene pararse en el reparto y destacar trabajos como el de Antonio de la Torre, que entrega por enésima vez una interpretación a la altura misma que citan los gigantes, acompañado por un inmenso Luis Callejo y una actriz, Ruth Díaz, capaz de romper al espectador con un solo gesto, poder al alcance exclusivo de las elegidas. Incluso aquellos que tienen un papel más secundario, como Manolo Solo, brillan con intensidad. 'Tarde para la ira' vive de la mirada de su director, pero también de la este conjunto de intérpretes que se dejan dinamitar el cuerpo y alma en una historia contada con la sabiduría de un maestro, sorprendente viniendo de un recién llegado. Una película que es thriller seco y contundente, drama cotidiano y doloroso y, por encima de todo, western crepuscular que se clava en las venas. Esperaremos próximos trabajos de Arévalo para usar el término 'obra maestra', pero quede constancia de que, aquí y ahora, ya se podría citar sin miedo al exceso. ¿A qué huele la venganza? A 'Tarde para la ira'. Igual que el gran cine.
'Cigüeñas'
La suma del talento de Doug Sweetland, responsable de 'Presto', estupendo corto de Pixar, y Nicholas Stoller, en cuya trayectoria destacan comedias tan logradas como 'Paso de ti', 'Malditos vecinos' y, especialmente, la muy reivindicable 'Eternamente comprometidos', es la clave del notable resultado de 'Cigüeñas', ejemplo de cine de animación alejado de pretensiones pero sobrado de virtudes. Una propuesta familiar que se aleja de la grandeza de la excepcional 'Kubo y las cuerdas mágicas', compañera de cartelera, obligatoria recomendación para disfrutar en la Fiesta del Cine y la mejor película animada de lo que llevamos de 2016, pero que consigue hacer disfrutar a base de carcajadas, ternura y personajes secundarios que cumplen a la perfección su cometido de aportar altas dosis de comedia al conjunto.
'Cigüeñas' no inventa nada nuevo, tampoco lo pretende, pero su ritmo es imparable, los gags se suceden sin descanso, funcionando la inmensa mayoría de ellos y, finalmente, deja la sensación de haber pasado un más que agradable rato. Dentro de sus límites, funciona. Y mucho.
'Florence Foster Jenkins'
Ver a Meryl Streep siempre merece la pena. Es lo que tiene ser La Actriz y conseguir elevar propuestas que, a priori, parecían destinadas a la mayor de las indiferencias. Porque 'Florence Foster Jonkins' no aporta nada que no estuviera en 'Madame Marguerite', el biopic de 2015 sobre la peor soprano de la historia con la que comparte punto de partida, salvo Streep. Y con semejante as en la manga ganas cualquier partida y competencia.
La balanza se termina desnivelando hacia el lado de la película de un Stephen Frears que se lo pasa bomba dirigiendo esta simpática y entrañable comedia en la que La Actriz vuelve a ofrecer toda una lección de interpretación, cautivando desde la contención y la ternura, y con la que Hugh Grant demuestra el talento que tiene con una de las mejores interpretaciones de su carrera. Una estupenda película que consigue emocionar desde la sencillez. Pequeña, bonita y con Meryl.
'Snowden'
¿Cuándo se estreno la última gran película de Oliver Stone? Asusta pensarlo. Afortunadamente, y en el momento menos esperado, el director de obras maestras como 'J.F.K', regresa a un notable estado de forma con 'Snowden', biopic de Edward Snowden, especialmente centrado en el proceso formativo y psicológico que lo llevo de patriota casi extremo a la decisión de facilitar a los medios de comunicación los documentos clasificados sobre el programa de vigilancia mundial secreto de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) en 2013.
Complemento perfecto para el imprescindible documental 'Citizenfour', este thriller apasionante se sustenta sobre los hombros de una estupenda interpretación protagonista de Joseph Gordon-Levitt, quien se mimetiza con el personaje con un talento asombroso. Stone, por su parte, maneja siempre el ritmo y los distintos tonos que se van sucediendo, manteniendo un estimable equilibrio entre las transiciones más rutinarias y los destellos de genio. No está entre los mejores trabajos de su carrera, pero 'Snowden' es una buenísima noticia para una carrera que, al fin, vuelve a ofrecer un trabajo de contundente destreza.