La cinematografía universal está repleta de dramas, pero no todos son tan efectivos. No todos logran el objetivo que se proponen de hacer soltar una lágrima al espectador. Los patrones dentro de este género siempre suelen ser los mismos: dramas familiares, amorosos, enfermedades, etc. Al fin y al cabo, la base se ha explorado en numerosas ocasiones pero lo interesante es cómo, cada historia explora sus propias vertientes.
A menudo, los que se dedican a esto de crear historias, ya sea desde dentro (actores, directores, etc.) o desde fuera (escritores, guionistas, etc.) afirman que provocar sentimientos con el drama es más fácil que con la comedia. No es lo mismo coincidir con el humor personal de cada espectador que apelar a las penas internas del que mira que pueden identificarse con más facilidad con la historia que se relata. ¿Quién no ha sufrido un desengaño amoroso? ¿Quién no cuenta en su historial con algún drama familiar? Son historias universales porque todos podemos sentirnos reflejados de alguna forma.
Diez dramas que conmueven de principio a fin. Distintas maneras de enfrentarse al dolor, a las penas que de alguna u otra manera se han vivido. En estas historias no solo se apela a los sentimientos del espectador sino que se intenta dar un mensaje positivo al final de cada relato. El drama como aprendizaje.
¿Cuál es la película que más te ha hecho llorar?
Películas para hartarse a llorar
'Los puentes de Madison'
Es uno de los dramas por excelencia. El amor cuando ya no se espera, la ruptura de la rutina familiar con la llegada de un enigmático fotógrafo que rezuma rebeldía y libertad. Meryl Streep encarna a una madre y esposa que vive recluida en su hogar, viviendo una vida que ella considera suficiente. Pero todo cambia cuando aparece Clint Eastwood, un afamado fotógrafo que alterará su día a día tal y como lo conocía. En esta película aparece una de las escenas más emblemáticas del cine. El momento en el que Meryl Streep viaja en la camioneta con su marido, un día de intensa lluvia. En ese instante, se cruza con su coche Eastwood. Ella se debatirá entre abrir o no abrir la puerta, dejar a su marido, plantar la rutina y disfrutar de la libertad que hace tiempo desconoce. Son uno de los minutos dramáticos mejor ejecutados de la historia del cine. La tensión, la compasión, el debate moral se entrecruza en la mente del espectador.
'El color púrpura'
La película tiene todos los ingredientes que puede asumir el género: drama familiar, clasismo, violencia de género, adulterio, caída del poder frente al triunfo final de los débiles, abusos. Todo está perfectamente engranado en el drama dirigido por Steven Spielberg que surge de la novela homónima de Alice Walker. Esta película supuso, no solo un drama de considerables dimensiones, sino también el descubrimiento de Whoopi Goldberg como actriz dramática donde consigue moverse con naturalidad en una de sus mejores interpretaciones. El papel le valió la nominación al Oscar y alzarse con el Globo de Oro. Goldberg interpreta a Celie, una joven inculta que es forzada continuamente por su padre del que termina teniendo descendencia. Finalmente, decide venderla a un hombre que la maltratará tanto física como psicológicamente, en ese instante es separada de su hermana Nettie por la que siente un profundo amor y protección. La historia no hace más que comenzar, y el drama está servido.
'Mi vida sin mí'
La enfermedad, en este caso el cáncer, también es protagonista de numerosos dramas. En esta película de Isabel Coixet, Ann (Sarah Polley) vive una vida anodina en una caravana. Su estructura familiar se tambalea. Tiene dos hijas, un marido en paro, su padre está en la cárcel y su madre le hace la vida poco fácil. Cuando no podía ir peor, le descubren un cáncer en fase terminal. Ante esta situación, decide descubrir una vida que hasta el momento no ha conseguido disfrutar. Comenzará para ella la aventura de hacer todo aquello que todavía no ha podido hacer por hacerse cargo de demasiadas responsabilidades. Coixet ejecuta el drama con total destreza. Explora el camino vital con soltura a lo largo de su filmografía deteniéndose en el consumo de la vida y afrenta de la muerte.
'Posdata: Te quiero'
De nuevo una historia que procede de una novela, en este caso de Cecelia Ahern. Ciertamente, el libro es más farragoso que la película. Pero el director Richard LaGravenese, supo ver en este relato un drama que iba a tocar la fibra de los espectadores. Holly y Gerry viven un amor ideal. Son el uno para el otro, nadie sabe que sería de ellos si una parte no estuviese. A él le descubren un tumor cerebral que acabará con su vida en poco tiempo, pero antes de morir aprovecha para escribir unas cartas a Holly que irá recibiendo cada mes. Todas ellas irán firmadas con un "P.D.: Te quiero". Un interesante relato que va más allá del drama de la pérdida de un amor que te complementa para centrarse en la superación.
'En busca de la felicidad'
Chris Gardner, encarnado por Will Smith, trabaja vendiendo unos escáneres de densidad ósea portátiles sin demasiado éxito. Su ruina laboral, y por tanto económica, lleva a su mujer a abandonarle con su pequeño Christopher interpretado por su verdadero hijo Jaden Smith. De la noche a la mañana se verán viviendo en la calle, pero las ganas de luchar de Gardner le llevarán a salir del pozo profundo en el que se encuentra. Es una historia basada en hechos reales, es más, al final del filme el verdadero Gardner hace una aparición cruzándose con los Smith por la calle. De nuevo, esta historia sirvió para ver las dotes dramáticas de un actor al que solo se le había dado la oportunidad en la comedia. La interpretación le valió la nominación al Globo de Oro. Un emocionante relato de superación, de unión y vínculo entre un padre y su hijo, que algo ajeno a la situación, solo quiere no distanciarse su padre, y viceversa.
'Bajo la misma estrella'
La novela de John Green fue llevada al cine con cierta notoriedad. El drama juvenil que plantea la película, y en origen el libro, llegó al corazón de los espectadores tan solo con los avances previos a su lanzamiento. Evidentemente, quienes se habían sumergido en su lectura también quisieron ver su adaptación a la gran pantalla. Shailene Woodley interpreta a Hazel, una adolescente que padece cáncer de pulmón. Sus padres le insisten para que acuda a un grupo de apoyo con jóvenes afectados por la misma enfermedad. Allí conocerá a Gus (Ansel Elgort) ex jugador de baloncesto que tiene amputada una pierna a causa del osteosarcoma. Ella, aunque reacia al principio se irá dejando llevar por la historia con un final inesperado. Enfermedad incurable y amor de juventud imposible se juntan para conformar esta historia solvente.
'El diario de Noa'
Si hablamos de dramas no podemos dejar de lado esta romántica historia. Dos jóvenes terminan enamorándose apasionadamente, pero forman parte de estratos sociales distintos obligados a no encontrarse. Un amor de juventud que coincide en los primeros años de vida y que terminará por culminar cuando la memoria empieza a borrarse. A través de un diario se irá relatando la pasión de dos adolescentes con un final trágico-romántico que hará las delicias de los amantes del género. Un amor imposible como base, el amor para toda la vida, la lucha por lo que quieres, como contexto.
'Philadelphia'
Tom Hanks nos ha regalado grandes dramas. Podríamos destacar de manera obvia Forrest Gump, La milla verde o Salvar al Soldado Ryan, pero si una película de su filmografía supuso una revolución por la temática que abordaba fue Philadelphia. En esta historia encarna a un abogado que contrae la enfermedad del VIH. Cuando en el bufete en el que trabaja se enteran, lo despiden. Para defenderse contrata a un abogado interpretado por Denzel Washington que tendrá que enfrentarse a la opinión pública de la sociedad sobre el Sida y los prejuicios con la homosexualidad. Una de las escenas más conmovedoras es cuando el personaje de Hanks asume su final y comienza la despedida de sus familiares y de su novio Miguel interpretado por Antonio Banderas. La película obtuvo numerosas distinciones pero nada comparable con el menaje que caló en la sociedad que en 1993 (año de su estreno) todavía el VIH y la homosexualidad era un tema tabú.
'Eduardo Manostijeras'
No se le puede poner un pero a esta historia. El siempre sorprendente Tim Burton creaba este relato en el que combinaba la crítica a una sociedad cuando se enfrenta de manera deleznable a lo diferente y la belleza de quienes deciden romper con lo establecido y acercarse a él. Johnny Depp se metía en la piel de un peculiar personaje que había sido creado por un inventor que no pudo acabar su obra. No llegó a tiempo de cambiar sus tijeras por manos. Pasó tiempo recluido en un castillo lúgubre pero con un hermoso y cuidado jardín. Cuando una vendedora de maquillaje se adentra en su casa y lo descubre, decide llevárselo con su familia para poder tratarle las heridas que lleva en la cara. Allí, Edward será el foco del vecindario. Todos querrán pasar tiempo con él, todos querrán sus servicios, pero él solo tiene ojos para Kim (Winona Ryder) la hija de la familia. Entre las escenas míticas y emotivas está en la que Edward comienza a modelar un bloque de hielo y los copos caen sobre Kim a cámara lenta. Ella se debatirá entre el amor por lo diferente y prejuzgado, y el macarra de su novio que siente aversión por Edward.
'La vida es bella'
Esta tiene algo en común con 'En busca de la felicidad', la lucha de un padre por aislar a su hijo del drama. En este caso se sitúa en el conflicto de la Segunda Guerra Mundial, Roberto Benigni no solo dirije esta maravillosa obra sino que también la interpreta con su personal estilo. Interpreta a Guido Orefice, un librero judío que intentará distraer a su pequeño bajo los horrores de un campo de concentración nazi. Todo apunta a que tiene tintes biográficos inspirados en la historia del padre de Benigni. La película no tuvo rival en los Oscar y se alzó con tres estatuillas: a Mejor Película Extranjera, Mejor Actor y Mejor Banda Sonora.
