De 'Granujas de medio pelo' a 'Wonder Wheel': Las películas de Woody Allen del siglo XXI, de peor a mejor

Empecemos por el vaso medio lleno: 'Magia a la luz de la luna' es una de las películas más bonitas y encantadoras de ver estrenadas por Woody Allen en el siglo XXI, cuenta con una interpretación estupenda de Emma Stone y cuenta con algunos momentos realmente inspirados.

Ahora, lástima, acerquémonos al lado medio vacío: 'Magia a la luz de la luna' es uno de los ejemplos más evidentes de Allen siendo profundamente Allen sin rozar los talones de Allen. Simpática, ligera, intrascendente y algo ingenua, esta mezcla de tópicos y situaciones reconocibles del cineasta se queda a medio gas, pasando bastante desapercibido entre su filmografía. Lo que viene siendo una obra claramente menor.

No funcionó. Tras su trilogía londinense, formada por una de las obras maestras más incontestables de su carrera, 'Match Point', y las infravaloradísimas 'Scoop' y 'El sueño de Cassandra', Woody Allen viajaba hasta España para poner en marcha 'Vicky Cristina Barcelona', una de las propuestas más controvertidas de su amplia trayectoria. Y es que, quizá por la expectación general, el potente cuarteto protagonista compuesto por Penélope Cruz, espléndida, Javier Bardem, Scarlett Johansson y Rebecca Hall, o porque, al fin y al cabo, somos muchos los que esperamos siempre el máximo del cineasta neoyorquino, la decepción terminó cubriendo casi todo.

Y es que, si bien es cierto que el tiempo y las revisiones le han otorgado más virtudes de las que se podían identificar en un primer vistazo, es indudable que 'Vicky Cristina Barcelona' no se acerca ni un poco a las cimas más destacadas de Allen, aquellas en las que la inteligencia, el sentido del humor, los diálogos brillantes y las historias reflexivas, ingeniosas y lúcidas acaparaban todos los focos. No lo dudéis, aparecerá siempre en la lista de trabajos menores del cineasta.

Dentro del catálogo de obras menores de Woody Allen, un espacio en el que nos encontramos en más ocasiones de las deseadas con propuestas que están claramente por encima de esa etiqueta, podríamos incluir 'Todo lo demás' sin que nos temblara demasiado el pulso. Y es que, a pesar de contar con algún diálogo inspirado y escenas realmente divertidas, no hay nada especialmente memorable en una propuesta que se ve y se olvida con la misma facilidad. Tampoco ayudan demasiado unos Jason Biggs y Christina Ricci algo perdidos en el universo Allen.

Tras una decepción ('Vicky Cristina Barcelona') y una alegría ('Si la cosa funciona'), Woody Allen se quedó en el término medio con 'Conocerás al hombre de tus sueños', una de esas películas capaz de pasar de lo intrascendente a lo prodigioso, de la nada a la lucidez, del bostezo a la carcajada. Apoyado en un reparto con aciertos (Anthony Hopkins, Naomi Watts y Frida Pinto) y errores (Josh Brolin y Antonio Banderas), Allen construye una propuesta dramática repleta de lugares comunes y reconocibles que, cuando aciertan, lo hacen a lo grande. No es perfecta, aunque tampoco parece intentarlo, pero tampoco despreciable. Lo dicho, término medio.

En el caso de que hubiera sido la última película estrenada en cines de la carrera de Woody Allen, algo tan incomprensible como profundamente triste, 'Wonder Wheel' habría quedado como una despedida notable, sí, pero alejada de la excelencia a la que nos tiene acostumbrado el neoyorquino. Todo en ella es correcto y disfrutable, ligero y reconocible, pero falta esa chispa que termine por incendiar una historia demasiado previsible y acomodada en su zona de confort.

Una propuesta, eso sí, engrandecida por la arrolladora interpretación protagonista de una Kate Winslet capaz de saltar del melodrama más puro a la comedia marca de la casa de su autor, convirtiéndose en el gran tesoro de una cinta que, por encima de su impecable acabado formal, alcanza lo mejor de sí misma gracias a la actriz. Ella es el motor, el corazón, el alma, la risa y la melancolía de 'Wonder Wheel'. Y justifica por completo su existencia.

'Irrational Man', historia de un profesor de filosofía sumergido en una crisis existencial que, acompañado por una joven estudiante de universidad, descubre una motivación vital de la manera más radical y extrema posible, la cual no descubriremos para mantener el ligero factor sorpresa, es puro Woody Allen. ¿Lo mismo de siempre? Sí, pero con el mismo y celebrado talento.

Y es que, de inicio a fin, el director aprovecha la situación para elaborar un misterio de forma hitchcockiana y fondo Dostoievski que mira a sus hermanas mayores 'Match Point' y 'Delitos y faltas' con respeto, sin ansias de plagio, y dando una vuelta inesperada gracias a su protagonista. Aquí hay tragedia, sí, pero desarrollada con una incómoda ilusión capaz de mezclar el buen sexo y un buen desayuno con la venganza, la justicia y, claro, la filosofía que va de la oscuridad a la luz. Todo ello representado en la mirada y gestos de un Joaquin Phoenix que aprueba con nota aportando su personalidad por encima de los clásicos tics allenianos.

El principal problema de la, por otro lado, notable 'Melinda y Melinda' es el de partir de una idea tan genial que cuesta mantener en permanente estado de lucimiento durante 100 minutos. Porque lo que plantea aquí Woody Allen es poner sobra la mesa cinematográfica las dos caras de una misma moneda, la comedia y el drama, la carcajada y la lágrima, el divertimento y la tristeza.

Liderada por una excepcional Radha Mitchell, 'Melinda y Melinda' son dos películas en una, paralelas y complementarias, necesarias en las mismas dosis para entender su objetivo y metodología narrativa. Una propuesta repleta de hallazgos que, sin embargo, se pierde ligeramente en un tramo central algo reiterativo. Un mal menor dentro de otra (gran) película desconocida del sello Allen.

'El sueño de Casandra', tercera película británica consecutiva de Woody Allen tras la excelsa 'Match Point' y la divertidísima 'Scoop', se encontró desde el primer momento con una recepción crítica mucho más cercana a la destrucción que al tradicional aplauso. De hecho, puede que fuera aquí el punto en el que empezaron a torcerse las cosas, en términos de ovaciones unánimes, para un cineasta que, en cualquier caso, entregaba una obra tan lejos del excelente como de la decepción.

Y es que, a pesar de no contar con nada especialmente extraordinario en su trama, 'El sueño de Casandra' contiene el suficiente número de alicientes como para satisfacer con creces a aquellos que se acerquen con ganas de disfrutar de un thriller existencial y criminal marca de la casa. Convincente, eficaz y cumplidora.

No todo iban a ser thrillers y dramones en la etapa británica de Woody Allen, también hay hueco para la comedia de enredos con su pequeña pizca de misterio. 'Scoop', uno de esos trabajos del genio neoyorquino tratados de manera injusta y perezosa por una crítica empeñada en comparar cada una de sus obras contemporáneas con sus grandes clásicos, estaba protagonizada por una deslumbrante Scarlett Johansson en el papel de una estudiante de periodismo que, acompañada por un mago torpe y encantador interpretado por el propio Allen, intentará descifrar quien es realmente el famoso 'asesino del tarot'.

Todo funciona a la perfección en una comedia amable que encuentra en la juguetona interpretación de un sorprendente Hugh Jackman una de sus mejores armas. Y es que, lejos de empequeñecerse ante el reto, el actor australiano se adapta a la perfección al ritmo, tono y estilo de la marca Allen. La mejor de las noticias.

Woody Allen recibió al siglo XXI con 'Granujas de medio pelo', una de sus comedias más hilarantes e infravaloradas. Partiendo de una de esas ideas geniales marca de la casa, un tipo recién salido de la cárcel que, harto de llevar una vida rutinaria y aburrida, decide abrir un negocio de galletas al lado de un banco para cavar un túnel entre ambos edificios y poder robarlo, el cineasta consigue hilar una serie de gags infalibles que, junto al ya clásico conjunto de personajes disparatos, ridículos y divertidísimos, completan una propuesta estupenda de inicio a fin.

En el ya clásico terreno de la incomprensión general, 'La maldición del escorpión de Jade' brilla como uno de los ejemplos más flagrantes. Y es que, a pesar de contar con críticas más o menos positivas tras su estreno, nos encontramos ante una de las comedias más inspiradas, elegantes y encantadoras de la extensa trayectoria profesional de Woody Allen. Un espléndido entretenimiento que, además, servía como maravilloso homenaje al cine más característicos del Hollywood dorado, mezclando para ello lo mejor de la screwball comedy y el aroma negro de Bogart y cía. En definitiva, una pequeña joya que merece, sin lugar a dudas, un reconocimiento mucho mayor.

Tras las magníficas 'Granujas de medio pelo' y 'La maldición del escorpión de jade', Woody Allen completaba su particular trilogía de inicios de la década de los 2000 con otra comedia a la altura de su firma: 'Un final made in Hollywood'. Protagonizada por el propio Allen, quien interpreta aquí a un director con necesidad de nuevos éxitos que se queda ciego antes de comenzar el rodaje de la película que le debe sacar del olvido general, nos encontramos ante una visión de la industria cinematográfica estadounidense tan ácida como repleta de (divertidísima) mala leche. Una propuesta que, además, consigue sacar el máximo provecho a su hilarante punto de partida, redondeando la jugada con una escena final de quitarse el sombrero. En definitiva, otra comedia por encima del notable del maestro.

Evitando comparaciones, no ya con su etapa (más) gloriosa, sino con sus últimas películas, 'Blue Jasmine' nos traía a un Woody Allen diferente y, a la vez, perfectamente reconocible. Diferente porque la actualidad, rabiosa e implacable, estaba más presente que nunca. El contexto económico y social en el que nos encontrábamos inmersos en 2013 se colaba en la trama como punto de partida y permitía una reflexión profunda sobre el modo en el que nos afectó. A todos. Las falsas apariencias, los mundos ficticios en el que muchos se han empeñado en instalarse y las maletas sin abrir, siempre a la espera de regresar a un lugar de ensueño que, seguramente, jamás existió.

Olvidamos los grises y nos centramos en el blanco y negro, obviando las consecuencias. Pisar el cielo sin plantearnos la más que probable caída a los infiernos. Todo contado, expresado y sufrido de una manera magistral por Cate Blanchett, actriz que ofrecía un absoluto recital de matices, miradas, silencios y monólogos para el recuerdo en la que es, por un lado, la mejor interpretación de su carrera y, por otro, una demostración más de la capacidad de Woody Allen para escribir personajes femeninos memorables. Una cinta por encima del notable.

"Odio las fiestas de año nuevo. Todos desesperados por divertirse, tratando de celebrar de algún modo mísero. ¿Celebrar qué? ¿Un paso más hacia la tumba? De ahí que nunca me canse de decir: aprovecha todo el amor que puedas dar o recibir, toda la felicidad que puedas birlar o brindar, cualquier medida de gracia pasajera, si la cosa funciona...Y no te hagas ilusiones, no depende de tu ingenuidad humana,ni mucho menos, más de lo que te guste admitir es suerte en tu existencia. ¿Conoces la probabilidad de que entre millones de espermatozoides de tu padre uno encontrara el óvulo que te creo? No lo pienses, te dará un ataque de pánico".

No lo dudéis ni un segundo, 'Si la cosa funciona' es una de las mejores y más inspiradas películas estrenadas por Woody Allen en el siglo XXI. Y, con toda probabilidad, en su carrera. Maravillosa.

Protagonizada por un estupendo Jesse Eisenberg y una maravillosa, en mayúsculas, Kristen Stewart, 'Café Society' transmite de inicio a fin el aroma del mejor cine de Woody Allen. Melancolía, nostalgia, romanticismo y comedia se funden en un apasionado abrazo dentro de una película que encuentra al cineasta en un estado de forma envidiable, cuidando y mimando una historia con la precisión de un maestro que entrega/regala su enésima lección.

El primer encuentro entre sus protagonistas, Nueva York, la presentación de las distintas personalidades que acudían al Café Society, las carcajadas que despiertan la familia del pobre Bobby Dorfman, la sonrisa de Vonnie y, por encima de todo, ese plano final capaz de emocionarnos con la elegancia de un genio. Woody Allen en estado puro. Un lujo.

Con la maravillosa 'Midnight in Paris', Woody Allen consiguió uno de los mayores éxitos comerciales de su trayectoria cinematográfica, un nuevo Oscar a Mejor guion original para su estantería y el entusiasmo general de crítica y público. Un triunfo unánime más que merecido gracias a una de esas películas repletas de ideas geniales, escenas memorables y un conjunto de personajes, protagonistas y secundarios, reales y ficticios, capaces de llevar al espectador de la sonrisa cómplice a la lágrima más tierna. Una pequeña gran obra maestra que reflexionaba sobre el paso del tiempo con la lucidez más característica y emocionante de Allen. Una de esas películas en las que uno desearía poder quedarse a vivir.

"Aquél que dijo "más vale tener suerte que talento", conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte, asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control. En un partido hay momentos en que la pelota golpea con el borde de la red y, durante una fracción de segundo, puede seguir hacía delante o hacía detrás. Con un poco de suerte sigue hacía delante y ganas, o no lo hace y pierdes".

Con un inicio de semejante envergadura, 'Match Point' ya parecía destinada a situarse entre las obras maestras más incontestables de la carrera de Woody Allen. Y cumplió a rajatabla con esa promesa. Tentación y víctima. Fuego y perdición. Pasión y tragedia. Fortuna y desgracia. 'Match Point' explota ante el espectador con las mejores virtudes del Allen más dramático y solemne, resolviéndose además con uno de sus mejores y más inesperados desenlaces. Una guinda perfecta para una película realmente excepcional. Sin lugar a dudas, el trabajo más completo estrenados por el cineasta neoyorquino en lo que llevamos de siglo XXI.