Por desgracia para los suscriptores de plataformas de streaming, ya no estamos en aquel momento en el que su presupuesto parecía infinito y los catálogos no hacían más que aumentar, ofreciendo miles de títulos que los espectadores veían incluso años después de su estreno. Tras el anuncio en 2019 de que Netflix había perdido suscriptores por primera vez en su historia y el aumento progresivo de nuevas plataformas haciéndose competencia, la rentabilidad se ha vuelto el objetivo número uno y esto afecta al contenido que se ofrece.
Tras la fusión de HBO Max y Discovery+ en la nueva plataforma Max, se cancelaron unas cuantas series que además se retiraron del catálogo, como la popular 'Westworld'; Disney+ siguió el ejemplo y, tras perder 4 millones de suscriptores en el primer trimestre de este año, eliminó títulos como 'Willow', 'El magnífico Iván' y 'El mundo según Jeff Goldblum'. Ahora es Paramount+ la que se suma a la tendencia y ha cancelado 'Grease: Rise of the Pink Ladies', 'Star Trek: Prodigy', 'The Game' y 'Queen of the Universe'.
¿Por qué deciden, además, eliminar el contenido de sus catálogos? Un elevado número de suscriptores ya no es suficiente para las compañías, que necesitan que su contenido sea rentable. Ted Sarandos, codirector de Netflix, lo resumió en una entrevista el pasado enero, hablando sobre las cancelaciones de series como 'El club de la medianoche' y '1899': "Muchas de estas series tenían buenas intenciones pero hablan a una audiencia muy pequeña con un presupuesto muy grande. La clave es que tienes que lograr hablar a una audiencia pequeña con un presupuesto pequeño y a una gran audiencia con un presupuesto amplio".
Las series eliminadas de Disney+, por ejemplo, representaban solo el 1,9% de la demanda total de su catálogo, frente a 'The Mandalorian', que siendo un único título representa el 1,3%.
Reducir costes
El motivo principal por el que el contenido no sólo es cancelado, sino también eliminado, es el ahorro de licencias y pagos residuales. Las plataformas deben pagar por el derecho a ofrecer un título en su catálogo, por eso el contenido que no es original tiene fecha de caducidad. Si la cantidad de suscriptores que ven una serie no es proporcional al gasto que supone mantenerla en el catálogo, se elimina.
Pero incluso el contenido original necesita su propia licencia, por lo que también supone un gasto. Los actores o guionistas, por ejemplo, suelen contemplar en sus contratos el cobro por reposiciones, o por el hecho de que su serie forme parte de un catálogo en el caso del streaming. Eliminarlas del catálogo supone ahorrarse este tipo de gastos que puede no ser mucho, pero todo acaba sumando.
Con la huelga de guionistas aún en pie y muchas producciones paralizadas, la reducción de los catálogos no es una buena noticia, ya que los nuevos títulos podrían tardar en llegar. Los suscriptores no están nada contentos, ya que anteriormente las plataformas ofrecían una sensación de permanencia que las diferenciaba de la televisión tradicional. En un entorno cada vez más competitivo, parece que esto no ha hecho más que empezar.
