Tras más de 45 años de carrera, la noche del 6 de marzo Ángela Molina subió al escenario del Teatro Soho CaixaBank de Málaga para recibir su primer Goya, el premio de honor de la edición número 35. Molina ha estado nominada en cinco ocasiones y por fin se ha llevado el cabezón a casa: "Lo recibo igualmente con serenidad, con la paz que me otorga comprender que solo será mío si lo es también de todas y cada una de las personas con las que he trabajado. Los seres humanos de todos los oficios del cine que me han acompañado y a veces sostenido". Este ha sido su discurso:
Debido a las circunstancias y las medidas sanitarias, el patio de butacas estaba prácticamente vacío y Molina no ha podido recibir todos los aplausos que se merecía, aunque Jaime Cha?varri lo haya intentado. Ese silencio, el de las salas sin espectadores, resonaba casi como una metáfora del año tan duro que ha vivido la industria (por no hablar de las personas en general) y Molina, como pocas saben y acompañada del Ballet de la ESAEM lo ha llenado con mucho sentimiento y emoción: "El cine, nuestro cine, de nuestra alma, ha marcado el calendario de mi vida, ha sido horizonte y a la vez ha sido camino. Un viaje hacía el ser humano, hecho por humanos. Se nos van las horas hablando de nuestro trabajo, necesitamos compartir nuestro entusiasmo para saber qué es verdadero".
Pero antes de eso, la actriz recordaba a su familia, a quienes dedicaba el premio, y sus compañeros/as de profesión: "Cuando os hablo de mis padres, me invade una ola de amor, una ola que me late el corazón y me devuelve la vida. Yo quiero dar las gracias a mi padre por mi madre y gracias madre por mi padre, este Goya es vuestro con todo mi honor [...] Este Goya es de toda mi familia adorada y ellos saben que son mi corazón. Esta noche, queridos míos, gracias a la generosidad de la Academia, recibo el Goya de honor del año 2021 y lo recibo llena de agradecimiento, con alegría y serenidad si cabe. Alegría porque sois vosotros, mis compañeros y compañeras de profesión los que os habéis acordado de mí. Alegría porque el rodaje ha sido muy hermoso, increíble de tan verdadero. Y alegría porque estado juntos lo suficiente para pedir esta noche volverlo a estar, improvisando puentes que ninguna pandemia pueda arrebatarnos".
Además, Molina echaba la vista atrás a su historia, la historia del teatro que pisaba y la historia de su padre, Antonio Molina, actor y cantante de copla y flamenco: "Hace ya algún tiempo, mucho para los calendarios y ninguno para el corazón, mi padre cantó en este teatro donde ahora me acompaña. No imaginaba él aquel día que un día su hija recibiría en este mismo escenario lo que para él era el alma de su arte: el cariño del público. Que sea Málaga la ciudad de mi padre, la tierra de mi padre mi paraíso; el lugar que la vida escoge para que vosotros me mostreis mi fidelidad a vosotros y vuestra fidelidad a mí, me hace sospechar que el azar es complice del amor".
Una carrera de increíble
Ángela Molina comenzó su carrera en el cine con 'No matarás' y 'No quiero perder la honra' de la mano de Eugenio Martín con apenas 20 años y desde entonces ha llenado su filmografía con títulos como 'Los abrazos rotos' de Pedro Almodóvar, 'Ese oscuro objeto del deseo' de Luis Buñuel, 'Operación Ogro', 'La Sabina', 'La mitad del cielo', 'Piedras', 'Al sur de Granada' o 'El árbol de la sangre'. Y también ha trabajado mucho en televisión, como en la mítica serie 'Hermanas', 'Velvet', 'La Valla' o la próxima 'Un asunto privado'.
Sus cinco nominaciones al Goya fueron por 'Blancanieves' y 'Carne trémula' como actriz de reparto (15 años mediante) y por 'Las cosas del querer', 'Luces y sombras' y 'La mitad del cielo' como actriz principal en los 80.