No aprendemos, un año más, otra oportunidad perdida. Para la 34 edición de los Premios Goya, el gran reconocimiento al cine español, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas ha contado por segundo año consecutivo con Silvia Abril y Andreu Buenafuente como maestros de ceremonias (para él es la cuarta gala) y, aunque parecía difícil, ha sido aún más sosa, incómoda y cobarde que la del año pasado. Extraño mérito.
Decía Buenafuente unos días antes de esta fiesta del cine que España no es Hollywood, que con un 80% de paro en la profesión lo que hacía falta es "autocrítica y parodia, pero también cariñito y apoyo". El cariñito lo hemos notado, pero la parodia y la autocrítica estaban en el bolsillo de otro esmoquin. Probablemente, o sin duda en mi opinión, lleva razón en eso de que no necesitamos aquí un Ricky Gervais, sin embargo se hace cada vez más difícil pasar 4 horas ante un espectáculo televisivo con menos ritmo que Resines rapeando en la que no solo son predecibles los premios, sino los discursos, las no-reivindicaciones, los repetidos homenajes a las mismas películas y el humor blanquito, del que insinúa, pero al que no se le puede acusar de ofender. Un par de culos, chistes de matrimoniadas y tres menciones contadas a la actualidad política del nivel de "Solo se recordará a quién gane, o como lo llamamos en este país, memoria histórica" o "Mucha gente ha descubierto este año dos cosas, el cine español y Teruel", son las cosas más llamativas de un guion que no está a la altura de la vis y el talento cómico de sus dos presentadores.
Bailando, me paso el día bailando
Y puede que esto no sea Hollywood, pero no hay quien renuncie a los números musicales. Tras la introducción de Jesús Vidal llegó la primera actuación con Rayden y Ana Mena que, marcando el tono que tendría la noche, fue sobria y poco memorable. Es cierto que aprovechó con mucho acierto la enorme pantalla que presidía el moderno escenario del Palacio de Deportes José María Martín Carpena en Málaga, pero fallos de iluminación, realización y sonido, incluyendo invitados de las gradas cruzando delante de plano, son, a estas alturas, casi imperdonables.
Entre las otras actuaciones, y mucho mejor por su sencillez y emoción, ha estado Pablo Alborán y su 'Sobreviviré' de Manzanita, canción que forma parte de la BSO de la película homónima de Alfonso Albacete y David Menkes. Jamie Cullum ha puesto música y voz al In memoriam y la noche la ha cerrado Antonio Banderas con su 'A Chorus Line', el espectáculo original de Broadway que interpreta en su ciudad natal y que ha quedado relegado a los créditos del programa.
Pero ha sido Amaia, la ganadora de Operación Triunfo y una de las voces más prometedoras de la música actual, la protagonista del momento musical más esperado y conmovedor de toda la gala. Junto a Celia Flores ha formado parte del homenaje a Pepa Flores interpretando 'La canción de Marisol', un tema compuesto por Augusto Algueró para la película 'Ha llegado un ángel'. Tras la cantante se proyectaron varios fragmentos de las películas de Marisol, que, como era de esperar, no fue a recoger su Goya de Honor. La protagonista de 'Rumbo a Río' se retiró de los platós y la vida pública hace más de 30 años, después de darlo todo, demasiado, a una profesión que la convirtió en víctima, víctima de su propia fama y de todo aquel que pudo aprovecharse de ella. Por eso han sido sus hijas, María Esteve y Celia Flores, las que han aceptado este reconocimiento de la misma industria que una vez le falló.
La burbuja del entretenimiento
Este 2019 y las pocas semanas que llevamos de 2020 han estado marcadas por un inestable clima político del que parecen no haberse enterado ninguno de los invitados o invitadas de los Goya 2020. Lejos quedaron los años del no a la guerra e incluso de los abanicos rojos, y haciendo caso a los consejos de Gervais en los Globos de Oro, la política y la farándula han tomado caminos separados. Ni la falta de mujeres en las principales categorias como la de dirección, ni el auge de la ultraderecha totalmente contraria a las subvenciones culturales, ni las aún sangrantes desigualdades laborables entre hombres y mujeres, ni los feminicidios, el creciente racismo, el pin parental o las fakes news han tenido cabida en una ceremonia que ha dado la espalda a prácticamente cualquier conflicto social, desaprovechando la oportunidad de usar esta plataforma para decir algo que realmente signifique algo, porque ya sabemos lo mucho que quieren a sus madres.
Mucha gente puede pensar que el cine no tiene nada que ver con la reivindicación o el feminismo, y probablemente lleven parte de razón, pero todas estas cuestiones afectan directamente al arte, la industria y la cultura o la educación del público que va a consumir sus películas. Han sido los ganadores y ganadoras en las categorías documentales quienes se han atrevido a hablar en contra del racismo hacía inmigrantes y refugiados, e Irene Moray, directora de 'Suc de Síndria', de las pocas que se han acordado de las mujeres que en pleno Siglo XXI siguen oprimidas y maltratadas. El resto de referencias, como las de Rosa María Calaf a la desinformación, Mariano Barroso a la pluralidad, Enric Auquer a las "antifascistas del mundo" o la heroína feminista Super Silvia, han sido comentarios velados, gags tímidos, como pidiendo perdón, por si acaso alguien puede ofenderse. Celebrar el cine y no permanecer como una élite impasible al muno real no son cosas incompatibles, en Málaga el 25 de enero no ha dejado de llover, pero aquí nadie se ha mojado demasiado.
Pero ganar, ha ganado el cine
Entrando a hablar de lo que importa, los premios, sin grandes sorpresas Pedro Almodóvar y su 'Dolor y gloria' han sido los grandes triunfadores de la noche. El director manchego ha logrado 7 merecidas estatuillas para su película más personal, entre las que se incluyen Guion Original, Mejor Dirección, Mejor Película, un actor (Banderas) y una actriz, Julieta Serrano. Serrano ha ganado su primer Goya a los 87 años tras una larga carrera como actriz la misma noche que Benedicta Sánchez de 'Lo que arde' se convertía en la Mejor Actriz Revelación a sus 84. Sánchez salió sin dentadura y sin discurso, habló en gallego y pidió la complicidad del público en el mejor discurso de la noche, o al menos el más natural y sincero, y eso que fue el primero.
También emocionante fue la victoria de Antonio Banderas, que al margen de su Goya de Honor, nunca había ganado este premio y, emocionado, agradecía a Almodóvar toda una vida de complicidad. En la categoría femenina Belén Cuesta le ha robado el cabezón a Penélope Cruz o Marta Nieto, la favorita y lo mejor de la 'Madre' de Sorogoyen, que soporta sobre sus hombre todo el peso narrativo de la película. Para Cuesta era su tercera nominación y la primera por un papel dramático, género mucho más fácil de recompensar por la Academia. Excepto Eduard Fernández, que ya tenía dos, e independientemente de su edad, los y las premiadas en todas las categorías de interpretación se han llevado en 2020 su primer Goya a casa.
Pero si 'Dolor y gloria' ha arrasado en las categorías principales, Alejandro Amenábar y 'Mientras dure la guerra' se han tenido que conformar con 5 reconocimientos más visuales, como Dirección Artística, Dirección de Producción, Vestuario, Maquillaje y peluquería. 'Lo que arde', 'La trinchera infinita' e 'Intemperie' se van a casa con dos premios cada una.
Durante sus casi 4 horas, más que rápido, los premios se entregaban de forma acelerada mientras los discursos frenaban el ritmo y los gags, los chistes y las actuaciones se percibían ya no solo mediocres, si no desordenados y aleatorios dentro de la escaleta de la gala. Sin embargo, y durante unos segundos de confusión, los Javis y una activista contra el cambio climático nos han devuelto a la vida. No se trataba de una fan de Greta Thunberg, sino de la actriz Paula Meliveo en una performance preparada para dar paso a la categoría de Mejor Película Documental. No era real, ni la intrusión ni el mensaje, pero al menos me he despertado un poco.
Sin sorpresas ni en los premios, los discursos o los presentadores, con una sonrisa pero sin carcajadas, la de los Goya 2020 ha sido una gala sosa, sin emoción, en la que han ganado los que tenían que ganar y ha perdido el público y la televisión. Queremos una gala de los Goya que mire hacia fuera además de su propio ombligo, unos Goya que sepan crear tensión y espectáculo, con un ritmo coherente y un guion valiente, que se atreva a hacer un humor inteligente, ácido, y no se limite a los chistes y chascarrillos que ya toleramos, una gala que sea un reto. El cine español está en un gran momento, tenemos un año para llevar a los Goya a su altura.