Hoy en día se pueden propinar muchas críticas negativas al cine estadounidense por permitir que la industria de los superhéroes, los engaños eróticos y las estrellas por encima de la calidad copen la mayor parte de la producción que procede de la maquinaria cinematográfica más potente del mundo, pero es comprensible que esos entretenimientos más generales tengan una gran presencia para que otros títulos más especiales y únicos puedan materializarse.
Los autores son los que sacan de su mente estas joyas que poco tienen que ver con el deseo de dominar la taquilla y Estados Unidos nos ha brindado grandes cineastas en las últimas décadas. Ethan y Joel Coen, Quentin Tarantino, Wes Anderson, David Fincher, Richard Linklater... Todos ellos son diferentes y a la vez tienen algo en común: un estilo que les identifica y que les define. Y cuando se saca a relucir el concepto de autor cinematográfico, Paul Thomas Anderson es uno de ellos, de esos responsables de que el cine no sea un arte estancado sino en continuo desarrollo. Cada una de sus obras cuenta en su particular aporte al mundo del séptimo arte:
'Hard Eight' (1996)
La ópera prima de este director es probablemente una de sus obras menos destacadas, pero aun así dejó ver señas de su estilo, sabiendo manejar unos enigmáticos personajes que despiertan el interés desde el primer plano. 'Hard Eight' -o 'Sidney' si el director hubiera podido elegir el título- supuso el primer encuentro de Anderson con uno de los grandes del mundo de la interpretación, Philip Seymour Hoffman, con el que trabajaría en la mayoría de sus películas. Los problemas con los productores y el estudio fueron la nota disonante de su debut como realizador en el ámbito de los largometrajes, enseñándole cuáles eran los errores que no debía cometer a la hora de armar una película o, mejor dicho, le ayudó a comprender cómo funciona el negocio. El dato más sorprendente es que Anderson tenía tan solo 25 años cuando esta película se proyectó en los prestigiosos festivales de Sundance y de Cannes.
'Boogie Nights' (1997)
Tan solo un año más tarde llegaba a las salas su segunda película, 'Boogie Nights', con la que Anderson demostró su habilidad narrativa a la hora de congregar multitud de personajes en una historia sin hacer que se pierda el foco de atención en esta. Algo que dominaría con aun más maestría en 'Magnolia'. A pesar de contar con una gran variedad de personajes, su protagonista se ha convertido en uno de los iconos del cine de este director. El actor porno Dirk Diggler nos guía a través de esta historia de excesos y ambición en el mundo del cine, y este rol se mantiene como el más memorable de Mark Wahlberg, que hoy en día cuenta con una dilatada carrera. Ese papel fue ofrecido a otros actores que hoy en día pueden presumir de ser de lo mejor de Hollywoood, como Joaquin Phoenix y Leonardo DiCaprio, que se supone que rechazó el papel por su compromiso con 'Titanic', aunque los rumores sobre un casting un tanto inusual indiquen algo diferente. En 'Boogie Nights', Anderson también dio buena muestra de su habilidad como director de actores, una de sus facetas más laureadas, siendo capaz de sacar lo mejor de Julianne Moore, Philip Seymour Hoffman, Burt Reynolds o el propio Wahlberg.
'Magnolia' (1999)
Considerada como su gran obra maestra y como una de las obras magnas del cine contemporáneo, 'Magnolia' es probablemente su película más redonda. Cada uno de los personajes que componen las diferentes historias que dan lugar al film están trabajados con delicadeza y un gran sentimiento, haciendo que cada una de las partes sea útil para ofrecer un todo muy fluido de tres horas que en ningún momento resultan cargantes. En 'Magnolia' desde el mismo comienzo, con las tres historias de impactantes sucesos, la casualidad y la causalidad colisionan y ese choque alcanza su apogeo en la lluvia de ranas final y un momento musical que podría no encajar en el dramatismo predominante de la obra, pero que gracias al saber hacer de Anderson se convierte en otro momento de brillantez que pocos cineastas son capaces de mostrar con tanta personalidad. Aquí puedes ver un documental centrado en el rodaje de la película, por si no estás llevando las cuentas, Anderson no había cumplido todavía los treinta años cuando dejó para la posteridad esta maravilla con un Tom Cruise y en general un reparto soberbio.
'Embriagado de amor' (2002)
Esta película romántica fue mi primer contacto con Paul Thomas Anderson y pocos minutos hicieron falta para darme cuenta de que me enamoraría de su cine. Barry Egan, el protagonista, es todo lo contrario a lo que cabría esperar en este género en el que predominan los galanes impolutos. Los problemas de control de la ira, la peculiar historia de los cupones de vuelo y el enigmático piano que "rescata" de la calle, construyen a un personaje único como la propia película. Otro factor fundamental es la banda sonora compuesta por Jon Brion, que queda asociada a cada imagen a la que acompaña como si fuera imposible disociarlas. Más allá de todos esos aspectos, el hecho de que un actor como Adam Sandler -que cada año nos regala películas que servirán de posavasos para las generaciones futuras- brindara una interpretación tan espectacular, aunque a veces irritante por la forma de ser del personaje, es una muestra más de lo ecléctico que es Anderson, que cuando estaba promocionando 'Magnolia' ya avisaba de la admiración que profesaba por Sandler y su deseo de trabajar con él. Y como suele ocurrir con los genios, al final sacan el talento de donde parece difícil encontrarlo.
'Pozos de ambición' (2007)
Cuando un cineasta acostumbrado a trabajar sobre material propio exclusivamente decide realizar su primera adaptación algo debe tener ese texto que le motive a dar el salto. En el caso de esta película centrada en los comienzos de la explotación petrolífera en tierras estadounidenses, cuando el oro líquido era la llave del sueño americano, el realizador consiguió hacer suya la historia, sin perder un ápice de la identidad que le definía en sus anteriores trabajos. La paternidad y la ambición se encuentran en el personaje de Daniel Plainview, interpretado magistralmente por Daniel Day-Lewis, cuyos enfrentamientos con el predicador encarnado por Paul Dano son demoledores. Aportando al menos un nuevo personaje memorable al imaginario cinematográfico del siglo XXI, además de una de las obras más destacadas que se han podido ver en el mismo. La única pega que le puedo poner es que por primera vez en la filmografía de Paul Thomas Anderson, Philip Seymour Hoffman no formara parte del reparto, pero no se le puede pedir más perfección a una película tan fascinante como 'Pozos de ambición'.
'The Master' (2012)
Un elenco protagonista inconmensurable hace de 'The Master' una de los títulos más interesantes de su carrera. Las poderosas imágenes logradas por Anderson, el tortuoso recorrido de su protagonista y de nuevo una banda sonora deslumbrante componen una pieza cargada del sello de Anderson a la vez que muestra nuevos elementos. El fallecimiento de Philip Seymour Hoffman fue un duro golpe para todos los amantes del cine, ya que nos dejaba uno de los actores que eran capaces de hacer grande cada escena. No queda más que agradecer a Anderson por brindarle uno de los mejores papeles de su carrera antes de que esta llegara prematuramente a su fin. No solo Seymour Hoffman despliega todas sus armas, sino que Joaquin Phoenix es capaz de hacerle frente a ese monstruo de la interpretación, como demuestra la escena del parpadeo, una de las más intensas que se han visto en una sala de cine. Si se añade a Amy Adams a la ecuación, aportando su talento para que el tridente de actores no quedara debilitado por ningún sitio, se puede concluir que 'The Master', a pesar de su complejidad, es otra prueba de que el tiempo colocará a Anderson en el lugar donde se merece en la historia del cine.
'Puro vicio' (2014)
Pero cuando menos te lo esperas, llega la decepción. Resulta complicado hablar de fracaso cuando un director no cumple con lo que te esperas de él, es más la frustración de no mantener un registro inmaculado. 'Puro vicio' es ese revés en su carrera, el título con menos señas de su identidad, de su poderío visual y de su capacidad de crear personajes que nunca antes has visto. La complejidad de 'The Master' hizo que tuviera gran cantidad de detractores y en su último film esto alcanza un nivel inimaginable, como si tuviera la intención de entumecer el sentido común del espectador, de confundirle sin propósito aparente. Porque 'Puro vicio' pierde aquello que hacía que la mayoría de las anteriores películas no se borren de la memoria, ese algo que hace que vivas el cine, ya que carece de esencia, que parece haber sido alienada por una historia sin pies ni cabeza. Todo autor tiene derecho a explorar aquello que le atraiga, por eso cada una de las anteriores películas puede resultar más o menos especiales para cada uno, pero si algo ha logrado Paul Thomas Anderson es que cada título te ofrezca algo diferente, cada uno es una pieza clave en su carrera, de la que solo queda esperar que dure todo lo posible.