La lucha contra la COVID-19 está teniendo a la cultura como una de sus mayores víctimas colaterales. Los cines están viviendo uno de los peores años de la historia de la industria a base de restricciones de aforo, cierres repentinos y falta de estrenos por parte de los grandes estudios. Y ahora, al menos en el País Vasco, se les ha quitado otra gran fuente de ingresos: las palomitas.
Según cuenta El Correo, el Boletín Oficial del País Vasco publicado este viernes incluye un decreto con nuevas restricciones horarias y otras normas, entre la que se encuentra las siguientes: los eventos culturales tendrán que acabar antes de las nueve y "se prohíbe la venta y consumo de golosinas, refrescos o similares en las instalaciones asociadas a este tipo de actividades". Adiós al clásico ambigú, al menos mientras el virus siga siendo una amenaza.
Las palomitas son un elemento conflictivo en la nueva normalidad: mientras los expertos aconsejan que mantengamos la mascarilla puesta en los espacios cerrados, los cines en España han seguido hasta ahora ofreciendo comida (y, de momento, así sigue siendo en el resto de comunidades en las que siguen abiertos). Aun así lo aconsejable es no comer para mantener la mascarilla puesta.
Los exhibidores vascos no están contentos con la nueva restricción. "La salud es lo primero y hay que tomar medidas, pero deben ir acompañadas de ayudas económicas a los sectores afectados", ha asegurado Alfonso Benegas, presidente de la Asociación de Salas de Cine de Euskadi, que vaticina más empleados en ERTE en las próximas semanas.
También se lamenta del toque de queda, que limita el número de sesiones que pueden ofrecer los cines. "En Francia a los empresarios de cine les pagan 0,66 euros por cada espectador que han perdido respecto a 2019, y en cuanto plantearon el toque de queda pusieron 30 millones más de ayudas a la exhibición. Aquí el sector está en la UCI, y sin respirador", compara el empresario.
La cultura es segura
Ese es el mensaje que las industrias culturales se están empeñando en lanzar desde hace meses. Pero no se les escucha lo suficiente: los cines catalanes llevan cerrados desde hace más de una semana, así como los teatros, auditorios y salas de conciertos (sin embargo, otros establecimientos como los bares siguen abiertos).
Y eso que según datos del Ministerio de Sanidad hay una imagen clarísima: de los 8.488 brotes de coronavirus detectados hasta el 27 de octubre, solo uno había surgido de un evnto cultural, y no era una sala de cine.