Clásico es toda película que permanece inalterable en la memoria cinéfila como referencia inamovible durante décadas. 'Psicosis' es incontestablemente un clásico del género de terror y de la filmografía de Alfred Hitchcock, cuyas innovadoras virtudes siguen a la orden del día en cualquier película que se precie de jugar con la atmósfera y la amenaza que entraña un asesino en serie, sin que hasta la fecha ningún título haya sido capaz de apropiarse de su privilegiado estatus. Y no será por falta de intentos, pero ninguno de los sanguinarios e implacables psicópatas del cine reciente puede superar a la funesta mente atormentada que encierra la morada Bates.
'Psicosis' hace virtud de las señas de identidad que caracterizan el estilo de Hitchcock, el robo de 40.000 dólares de la secretaria de una inmobiliaria que debía ingresar el dinero confiado por su jefe en el banco es otro estupendo Macguffin que únicamente pretende que los personaje avancen hacia el lugar desencadenante de los hechos. Durante la primera mitad de la película somos testigos de la huida de Marion Crane en busca de una vida mejor, una tensión creciente que se palpa desde los créditos iniciales de Saul Bass y la inolvidable partitura de Bernard Herrmann y que se ve favorecida por la desconfianza de un agente de policía que persigue a la aparente protagonista durante parte del trayecto, otro Macguffin que nos genera buenas dosis de suspense hasta llegar al rótulo luminoso del motel Bates. Inmediatamente nos olvidaremos de su incómoda estela puesto que otro personaje va a acaparar la completa atención del espectador, la perturbadora mirada de Norman Bates.
Bienvenidos al motel Bates
Alejado de la atención general puesto que la vieja carretera que lo bordea ha sido eclipsada por la nueva autovía, el motel Bates apenas recibe nuevos clientes y su situación lo ha convertido en un aciago lugar para sus visitantes. Su tímido regente recibe con cordialidad la llega de Marion, y aunque sus ojos nos producen una intranquilizadora sensación, nunca nos podríamos imaginar el oscuro secreto que guarda la mente de este joven sometido a la autoridad de su desequilibrada madre, una silueta que gobierna la casa situada en la colina detrás del motel. Aficionado a la taxidermia con pájaros y al espionaje de sus inquilinos, Norman no puede evitar que la atracción hacia Marion desencadene la furia de su matriarca y un contundente asesinato mientras ella se da una ducha. Un estruendoso chirrío de violines, violas y violonchelos acompaña a la entrada en la bañera de una mujer mayor empuñando un cuchillo y dispuesta a acabar con todo. El resto, es historia del cine. El rasgado de la cortina y la caída del cuerpo al borde de la tina finaliza con un primer plano al ojo de la víctima mientras sigue sonando la ducha.
La huida de Marion deparará la investigación de un detective, una desaparición que también contará con el obvio interés de la hermana y el amante. Las pistas volverán a llevarnos hasta el motel Bates, una nueva oportunidad para que los fantasmas del pasado salgan a la luz con toda su ferocidad. Un recorrido por los rincones enfermizos de este maestro del suspense, que se atrevió a apostar por una película de terror en una época en la que los estudios se mostraban reacios a las ofertas de género y cuyo tortuoso proceso de realización se ve reflejado en el 'Hitchcock' de Sacha Gervasi. Luego habría numerosas películas que intentarían y siguen pretendiendo imitar a 'Psicosis', incluso varias y pobres secuelas y el totalmente prescindible remake de Gus Van Sant, pero ninguna como la genuina brillantez de la original.