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CINE DE AUTOR

'Queen of Earth' y 'La Sapienza' en el tramo final del Festival D'A de Barcelona

El norteamericano Alex Ross Perry, joven promesa del cine independiente estadounidense, decepciona con la irregular 'Queen of Earth'.

Por Jorge R. Tadeo 2 de Mayo 2015 | 11:00

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A sus treinta años, Alex Ross Perry ha sido señalado en ciertos círculos como uno de los jóvenes talentos más prometedores en el panorama del nuevo cine independiente norteamericano. Con la road movie 'The Color Wheel', el segundo de sus largometrajes, consiguió colarse en los Independent Spirit Awards y en la sección oficial del Festival de Locarno, logrando suscitar el interés de la crítica por sus obras venideras.

'Listen Up Phillip', su penúltimo largometraje pudo verse en el Festival Americana de Barcelona hace unos meses y nos dejó un regusto amargo por la escasa originalidad de sus planteamientos (crisis existencial de treintañeros intelectuales y sus fracasos emocionales) y su querencia por exprimir hasta la extenuación su material a base de digresiones narrativas, buscando inultimente una trascendencia que imposibilitaban su explotado punto de partida y unos personajes que suscitaban un limitado interés dada su antipática caricaturización.

'Queen of Earth' y 'La Sapienza' en el tramo final del Festival D'A de Barcelona

En su nueva película, 'Queen of Earth', incómodo thriller que participó en el último Festival de Berlín y que ayer proyectaba el Festival D'A, Ross Perry encierra a dos amigas en una casa de campo con sus tensiones personales, sus traumas psicológicos y sus frustraciones afectivas. El resultado es un fallido intento de fusionar el movimiento mumblecore con la claustrofobia emocional de un Polanski o un Bergman y supone una nueva decepción que nos hace temer que estamos ante la penúltima mentira del indie norteamericano.

Entregada Elisabeth Moss

Poco importa que Ross Perry ruede en plano secuencia los relatos sobre las rupturas de las protagonistas o que Elisabeth Moss entregue una interpretación notable, porque la película es víctima de un atolondrado montaje en el que Ross Perry vuelve a confundir complejidad con enredo. Su apuesta continua por la ambigüedad en cada plano, acaba por alejar al espectador de unos personajes en los que resulta imposible percibir humanidad pues no hay en ellos atisbo de la buscada complejidad psicológica: son meros contenedores de conflictos arquetípicos sobreactuando hasta el extremo a la hora de afrontarlos.

También se pudo ver ayer en el D'A la franco-italiana 'La Sapienza' del reputado Eugène Green. Como es habitual, Green ofrece aquí un cine encantado de su intelectualidad, en el que los personajes no hablan sino que declaman monólogos con su mirada fija en la cámara en un ejercicio de pedantería y artificiosidad que conquistará a ciertas élites, pero cuya infinita impostura expulsa automáticamente a la audiencia que exija un mínimo de naturalidad en lo narrado y lo dialogado para seguir con interés lo que acontece en pantalla. Definitivamente, hemos tenido mejores jornadas en el festival barcelonés.