La Junta Directiva de la Academia de Cine ha decidido otorgar el Goya de Honor en su 38ª edición a Juan Mariné. Nacido el 31 de diciembre de 1920 en Barcelona, se le hace entrega del premio "por su entera dedicación al cine durante más de ochenta años de trayectoria que transitan por la historia del cine español, por sus esfuerzos en el trabajo de la conservación y la restauración fílmica, y por representar vivamente, a través de su oficio, la importancia de la luz en la historia de nuestro cine".
Juan Mariné comenzó su carrera a los 14 años de edad. Entró a los estudios Orphea en Barcelona, donde se filmaba 'El octavo mandamiento' de Arthur Porchet, para entregar unas cámaras nuevas que venían de Francia. Estas no funcionaban pero gracias a su dominio del francés, consiguió enchufarlas así que empezó a encargarse de ellas. Al acabar el rodaje continuó colaborando con Porchet hasta el estallido de la guerra.
Durante la contienda, trabajó para SIE Films, una productora creada por la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y tuvo la oportunidad de filmar el entierro del revolucionario anarquista Buenaventura Durruti, asesinado en noviembre de 1936.
En 1947 se puso por primera vez al mando como director de fotografía. Su debut se dió en 'Cuatro mujeres', de Antonio del Amo, al no poder aceptar el puesto su antiguo compañero en la productora Laya Films, Manuel Berenguer. Un año más tarde se casó con Carmen Brandi, hija del torero Ángel Brandi, con quién tuvo tres hijos hasta su separación en 1968.
Continuó en este ámbito hasta 1990, incluso se convirtió en el primer director de fotografía que ingresaba en la Academia de Cine. Ha llegado a fotografiar más de 150 películas, con grandes directores como Edgar Neville, José Luis Sáenz de Heredia, Antonio del Amo, José María Forqué, Pedro Lazaga y Pedro Masó, hasta último trabajo, 'La grieta' de Juan Piquer Simón. Sin embargo, nunca dió el gran salto a Hollywood. A excepción de su breve docencia en la Universidad de California en Los Ángeles, donde compartió casa con nada más y nada menos que Orson Welles.
Dedicó gran parte de su vida a la innovación y restauración fílmica. Fue pionero en fotografiar la primera película española en color, 'La gata', de Margarita Alexandre y Rafael Torrecilla. Su eficacia en restauración le llevó a trabajar en la Filmoteca Española, donde ha investigado e inventado técnicas con las que mejorar la calidad de la imagen, como una copiadora óptica o una máquina de lavar negativos y dónde rescató producciones españolas que se daban por irrecuperables. En 2020, esta reconocida institución le homenajeó con la proyección de películas tanto fotografiadas como restauradas por él.
A su vez, fue director de restauración cinematográfica en la ECAM (Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid) hasta el año 2020. En el sótano de la escuela tenía su despacho, conocido como 'sub-Mariné' por los alumnos del centro, donde continuaba trabajando a los 100 años.
Reconocido con el Premio Nacional de Cinematografía, la Medalla de Oro de las Bellas Artes, el Premio Nacional de Fotografía, el Premio Segundo de Chomón, la Espiga de Honor de la Seminci de Valladolid, el Premio de Investigación Juan de la Cierva y la Medalla de Oro de la Academia, entre otros, ha sido protagonista de varios documentales.
Entre ellos, se encuentra pendiente el estreno 'Juan Mariné. Un siglo de cine', escrito y dirigido por María Luisa Pujol avalada por la Fundación Aula de Cine Colección Josep M. Queraltó, de la que Mariné es uno de sus Patronos de Honor.
Antes del Goya de Honor, La Academia también ha homenajeado en varias ocasiones a Juan Mariné. El pasado julio, se proyectó 'Juan Mariné: entre luz y sombra', documental de Rafael Toba en el que Mariné se despide con una declaración de amor al cine: "Siempre he pensado que estamos para algo en el mundo. Yo no puedo dejar de rodar películas".
Cómo vivió Mariné la Guerra Civil
Durante la etapa de su vida que duró la contienda, Mariné fue fotógrafo de guerra de Enrique Líster, estuvo internado en los campos de concentración franceses de Saint-Ciprien y Argelès-sur-Mer; viajó como preso de San Sebastián a Cádiz; ingresó en el campo de prisioneros de La Rinconada (Sevilla), de donde salió gracias a los contactos de su padre; y fue fotógrafo del Estado Mayor de Cataluña, puesto que compaginó con trabajos como ayudante de fotografía en producciones rodadas en Barcelona.
Cuando por fin se vió en libertad al acabar la guerra, fue al cine a ver la película estadounidense 'El gran Ziegfeld', se impresionó tanto que le llevó a prometer estas palabras: "Tras sobrevivir a la Guerra Civil juro que mi vida la dedicaré al cine".
La ceremonia de los Goya 2024 tendrá lugar el sábado 10 de febrero de 2024 en Valladolid.
Las ganadoras del Goya a Mejor película de la última década, de peor a mejor
'No habrá paz para los malvados'
De acuerdo, 'No habrá paz para los malvados' tenía la interpretación definitiva de José Coronado, uno de los grandes intérpretes y estrella indiscutible de nuestro cine, una dirección maestra del siempre estimulante Enrique Urbizu y un plano final especialmente inolvidable. La cuestión es que, más allá de eso, lo que quedaba era un ejercicio de cine negro patrio con más intención que resultados y, vaya, un número de bostezos considerable. Está lejos, lejísimos, de ser una mala película, pero, para un servidor, aquí tenemos una ganadora del Goya no especialmente memorable.
'Blancanieves'
'Blancanieves' es un ejercicio de estilo, eso está claro, que funciona a las mil maravillas en el terreno de lo visual y lo interpretativo, maravillosas de inicio a fin Macarena García y Maribel Verdú, pero al que le falta una cantidad considerable de garra para alcanzar el corazón del público. Todo en ella sigue siendo hermoso de ver, se devora con los ojos y continúa hipnotizando con algunas escenas realmente logradas, pero su huella ha quedado bastante disipada con el paso del tiempo. Sin lugar a dudas, aquel era el año de 'Lo imposible'. Cuestión de gustos.
'Truman'
En la cosecha de grandes momentos y frases claves que ofrece 'Truman', hay una que resume por completo el espíritu, objetivo y triunfo de la película: "Nada de discursos de despedida". Tal cual. La magnífica cinta de Cesc Gay tenía todo para caer, no ya en los llantos que recorren cada adiós para siempre, sino en todos y cada uno de los charcos de lágrimas que se encuentran dentro de una propuesta de estas características.
Amigos de toda la vida que se reencuentran para despedirse por última vez, enfermedades terminales y conflictos personales/ familiares, es decir, todas las posibilidades del mundo para que el efectismo emotivo funcionara a la perfección. Pero no. 'Truman' conmueve, sí, pero de la manera más natural posible, con silencios más que con discursos, con miradas más que con golpes, con paseos más que con carreras por la estación, con amistad más que con dolor. Y con dos actores, Ricardo Darín y Javier Cámara, que se sitúan mucho más allá del elogio.
'Las niñas'
La última ganadora del Goya a Mejor película fue una de las pocas sorpresas agradables del año más raro de nuestra vida. Y es que, entre tanta sala cerrada y proyectos apagados, 'Las niñas' se convirtió en un pequeño y admirable fenómeno cinematográfico que nos alegró un poco el 2020 a base de cine honesto, sencillo, grande en sus detalles y precioso en su delicadeza. Una cinta que conmovió a varias generaciones de espectadores y espectadores que vieron en pantalla el reflejo exacto de la infancia, con todo el peso que eso conlleva. Una espléndida ganadora. Una notabilísima película.
'Campeones'
El público dictó sentencia de manera más que contundente: 'Campeones' es uno de los mayores éxitos comerciales de la historia del cine español. Y menuda alegría. Estamos ante una película que, sin perder el sello característico de Javier Fesser en ningún momento, tomó cierta distancia de los elementos más reconocibles del director para fijar su mirada en un grupo de seres humanos maravillosos, divertidos, entrañables y admirables.
Ellos son el corazón de una propuesta repleta de carcajadas, ternura y mensajes necesarios para una sociedad que, afortunadamente, se ha volcado con ella. Imposible no salir hinchado de pura felicidad con 'Campeones', uno de esos trabajos que te fijan una sonrisa en la cara de la manera más natural y honesta posible. Algo muy parecido a un regalo. Y la Academia, claro, rendida a sus pies. Incluso aunque eso provocara la más que discutible derrota de la excelente 'El Reino'.
'Vivir es fácil con los ojos cerrados'
Basada en una historia real tan inspiradora como conmovedora, eterno Juan Carrión, 'Vivir es fácil con los ojos cerrados' es uno de esos maravillosos ejemplos que demuestran que, a veces, menos es más. Un maravilloso guion, una dirección sutil, un ritmo sin fisuras ni grandes aspavientos y, sobre todo, un reparto en pleno estado de forma, con mención especial para el impactante descubrimiento de Natalia de Molina y un Javier Cámara sublime, la película de David Trueba arrasó en los Goyas logrando seis estatuillas con la misma sencillez con la que te agarraba el corazón y no te lo soltaba a lo largo de sus deliciosos 108 minutos. Cine tan pequeño y humilde como memorable.
'La librería'
Al igual que ocurre con la práctica totalidad de la filmografía de Isabel Coixet, 'La librería' logró tras su estreno tanto críticas profundamente negativas como voces defensoras que surgieron dispuestas a reivindicar desde el primer momento sus virtudes artísticas. Un cara o cruz que terminó de estallar tras su contundente victoria en los premios Goya, alzándose con 3 de los galardones más importantes de la noche: Película, Dirección y Guion adaptado. Y lo cierto es que, por encima del ruido, pocas objeciones se pueden poner teniendo en cuenta que estamos ante una de las propuestas más redondas e inspiradas de la cineasta.
Respaldada por un reparto repleto de grandísimos talentos como Emily Mortimer, Patricia Clarkson o Bill Nighy, palabras mayores, 'La librería' es una encantadora película que alcanza sorprendentes cotas de emoción desde un clasicismo aprovechado siempre con elegancia, talento y delicadeza. Una obra sencilla y acogedora como el mejor de los libros. Una pequeña gran joya.
'Tarde para la ira'
'Tarde para la ira' llegó para quedarse en nuestras retinas, para convertir sus palabras y silencios en eco que se instala en nuestra garganta y no nos abandona, para enseñarnos el olor de la venganza y el dolor. La primera película como director de Raúl Arévalo, aunque parezca mentira su condición de debutante a la vista del control y talento mostrado para dirigir con pulso de hierro, está repleta de virtudes, de ideas bien planteadas y mejor ejecutadas, de personajes reales, que duelen, que marca, que te acompañan en la distancia.
Justa ganadora de 4 Goyas en una de las mejores ediciones del último siglo, todo en ella fluye con la facilidad que solamente demuestran los grandes trabajos, los clásicos contemporáneos. Seguimos esperando con impaciencia los próximos trabajos de Arévalo para usar el término 'obra maestra', pero quede constancia de que, aquí y ahora, ya se podría citar sin miedo al exceso
'La isla mínima'
En España también tenemos una amplia variedad de buddy movies que consiguen respetar y trasladar el género hasta adaptarlo a un código cinematográfico en el que el costumbrismo y el tópico consiguen fundirse con ganas y sin demasiadas reticencias. Uno de los últimos grandes ejemplos lo tenemos en 'La isla mínima'. Dos policías con personalidades totalmente opuestas y la necesidad de llevarse bien y entenderse lo mejor posible para conseguir descifrar las claves de un caso de esos que ponen los pelos de punta. ¿El resultado? Un prodigio cinematográfico en toda regla. Uno de esos casos en los que todo funciona a la perfección, desde unos títulos iniciales arrebatadores, de una belleza abrumadora, hasta el último portazo. Fin de la historia. O principio.
Al frente, Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez con dos portentosas interpretaciones a la altura de la dirección de Alberto Rodríguez, brillante, sin fisuras, de un control del detalle y una pasión fascinante. Un trabajo de personalidad tan arrolladora que conquistó a crítica, público y, sobre todo, Academia. Ganó 10 Goyas. Pocos fueron.
'Dolor y gloria'
Para muchos, entre los que me incluyo, 'Dolor y gloria' constituye el logro artístico definitivo de Pedro Almodóvar, el cineasta más importante de la historia de nuestro cine. Una obra maestra repleta de poesía y emoción, perfección en la puesta en escena, control absoluto del (mejor) lenguaje cinematográfico y una capacidad tremendamente especial para cautivar desde el detalle, el silencio y las conversaciones de mirada.
Con un reparto fantástico en el que destaca un inconmensurable Antonio Banderas, 'Dolor y gloria' es una de las mejores películas de la carrera del cineasta manchego, con amplia diferencia del resto, y la triunfadora más destacada de la última década de los Goya. Imprescindible.