Hace 20 años que Lorenzo Silva publicó 'El lejano país de los estanques', primera entrega de las novelas protagonizadas por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro. En 2002 la directora Patricia Ferreira adaptó 'El alquimista impaciente' y ahora le ha tocado el turno a 'La niebla y la doncella'. Andrés M. Koppel ha adaptado este thriller nacional que supondrá la segunda materialización en la gran pantalla de los míticos guardias civiles de la UCO (Unidad Central Operativa).
'La niebla y la doncella' se ha presentado en el Festival de Málaga y compite por la Biznaga de Oro. Aura Garrido se ha puesto en la piel de la cabo Chamorro y Quim Gutiérrez dará vida a el sargento Bevilacqua. Ecartelera ha podido hablar con Quim en el Festival de Málaga sobre la película, de sus próximos proyectos y su opinión respecto a las polémicas surgidas por los recientes boicots a el cine español, entre otras cosas.
El actor no ha seguido el tema del boicot a 'El guardián invisible' y confiesa que no le interesa nada: "No lo he seguido y no me interesa nada. Creo que estamos en un momento en el que lo noticiable se ha perdido. Hemos perdido el sentido totalmente sobre lo que es noticiable (...) desde hace un tiempo he decidido vivir en una ignorancia selectiva que consiste en que yo decido lo que veo o no"
Quim nos ha confesado que uno de los referentes para preparar su papel en la película fue el tono que utilizan Emily Blunt y Daniel Kaluuya en Sicario y que independientemente del género en el que trabaje, siempre lo deriva a una historia de personajes: "Los géneros en sí no me interesan mucho, me interesa lo que les ocurre a las personas".
'La niebla y la doncella': Un Thriller lleno de misterio
La cabo Chamorro y el sargento Bevilacqua vuelven a encontrarse para resolver el misterioso asesinato de un joven en la isla de la Gomera ocurrido tres años atrás. Un político local fue el principal sospechoso del asesinato pero fue absuelto.
La pareja de guardias civiles con la ayuda de Ruth Anglada (Verónica Echegui) tendrán que ahondar en el misterio que parece estar lleno de corrupción, amores prohibidos y los secretos de la isla. Este thriller policiaco ha sido dirigido por Andrés M. Kopel y además de a Quim, Aura Garrido y Verónica Echegi, entre el reparto se encuentra un gigante de la interpretación como Roberto Álamo.
Películas que cambiaron el final de los libros que adaptaban
'El planeta de los simios'
Atención, tema controvertido. Antes de nada, y a pesar de que la imagen que ilustra este texto es más que clara, conviene recalcar que estamos hablando de la película estrenada en 1968 y protagonizada por Charlton Heston. Es decir, nada que ver con el fallido remake de Tim Burton a comienzos de la década de los 2000. Sin embargo, el libro original de Pierre Boulle contaba con un desenlace mucho más parecido al de la obra del director de 'Eduardo Manostijeras' que al de la obra maestra de Franklin Schaffner.
Y es que, en la novela, Ulises sí que regresa a la Tierra, acompañado por Nova y su hijo recién nacido, encontrando que ya estaba conquistada con anterioridad por los simios. Un final magistral que Schaffner convirtió en historia del cine con una ligera variación, pero manteniendo la esencia sorprendente e impactante, y que Burton respetó un poco más con resultados mucho peores.
'Inferno'
¿Qué? ¿'Inferno' podría haber sido una buena película? Tampoco lo tenemos tan claro, pero lo que si que es toda una certeza es que, si Ron Howard y su equipo se hubieran planteado respetar la novela original de Dan Brown, especialmente el final, nos habríamos encontrado con una propuesta mucho más interesante. Y es que, mientras que la rutinaria película protagonizada por Tom Hanks y Felicity Jones desembocaba en una sucesión de tópicos con cuenta atrás y salvación en el último segundo incluida después de uno de los clímax de acción más torpes y aburridos de los últimos años, el libro de Brown optaba por un desenlace mucho más oscuro y pesimista, con un virus que causa la esterilidad en los seres humanos dispersado por todo el planeta, aunque programado para afectar de manera aleatoria a menos de un tercio de la población mundial, que planteaba una interesante reflexión más allá del entretenimiento propio del tradicional best seller.
Uno de los aciertos más evidentes e inesperados del trabajo de Brown que Hollywood arrancó de manera dolorosa para evitar que las palomitas no se nos atragantaran. Como si no lo hubieran hecho ya por el aburrimiento.
'Desayuno con diamantes'
Ni siquiera el imprescindible Truman Capote pudo evitar ver como su obra 'Desayuno con diamantes' terminaba convertida, gracias a la maquinaria más tradicional de Hollywood, en una comedia romántica de las de toda la vida. O, al menos, en uno de los más claros ejemplos de que el género puede mirar cara a cara a cualquier otro sin dejarse destrozar por prejuicios y azúcar.
Aún así, lo que en la novela original era un juego constante con el lector para descubrir poco a poco la personalidad de su protagonista masculino se transformó por arte y gracia del cine en un romance lleno de encanto que, para hacer más daño en el corazón de Capote, sustituía su final abierto por una clásica escena (inolvidable) de reencuentro y amor bajo la lluvia. El genial escritor puso el grito en el cielo mientras millones de espectadores caían rendidos ante el suspiro. ¿Un final mejor y otro peor? Complementarios.
'La naranja mecánica'
Stanley Kubrick lo tenía claro, y de no ser así, lo parecía al cien por cien. 'La naranja mecánica', además de una obra maestra, es una de las reflexiones más agudas e inteligentes jamás rodadas sobre la violencia y su inevitable impacto en la sociedad, su omnipresencia en las calles, su evidente ausencia de límites. Un punto de partida que llevaba al extremo el libro original escrito por Anthony Burgess, quien reservaba el epílogo para aportar un final feliz para su protagonista. En él, Alex ya está cansado de cometer barbaridades, incluyendo crímenes y violaciones varias, y desea tener una familia feliz, llevara a cabo un cambio profundo e intenso en su vida.
Sin embargo, Kubrick decidió ignorar este desenlace por completo, finalizando esta película imprescindible con un personaje alejado de cualquier tipo de arrepentimiento o reflexión real. El eco de sus golpes resuena aún más fuerte tras una decisión artística que redondeaba la propuesta y que dolía más.
'El club de la lucha'
Una de las imágenes más potentes y recordadas de 'El club de la lucha', una de esas películas que está siendo sometida al peligroso arte de infravalorar, es esa postal terrible y apocalíptica en la que los personajes de Edward Norton y Helena Bonham Carter se dan la mano mientras observan hipnotizados el culmen de la violencia, la catástrofe más oscura.
Un desenlace tan excesivo como coherente con el resto de la historia que mejoraba el que aparecía en el estupendo libro de Chuck Palahniuk en el que se basaba y que finalizaba con el protagonista encerrado en un manicomio, ahorrando explosiones y caos. Nadie sabe si el epílogo de esta excelsa película de David Fincher nos habría ofrecido una conclusión similar pero, a pesar de eso, estamos que satisfechos con el cierre de 'El club de la lucha'.
'El resplandor'
'El resplandor' es una de esas películas que se aman o se odian, sin término medio. Es decir, puro Stanley Kubrick. Sirviéndose la novela original de Stephen King para ofrecer un espectáculo visual de primer nivel que basa la práctica totalidad de su potencial en lo opresivo y asfixiante de sus imágenes, el cineasta aportó una serie de decisiones artísticas que finalizaban con un arriesgado giro en su desenlace. Uno de esos finales que ha dado para horas y horas de debate entre cientos de espectadores y que, sin embargo, el libro conseguía narrar con mayor fluidez y acierto.
La cuestión es que, donde King ofrecía un punto y final explosivo, literalmente, en el que el hotel terminaba de descubrirse del todo como un personaje más, pura maldad, mientras que Jack y Danny conseguían un efímero instante de reencuentro familiar antes de la tragedia, Kubrick se descantaba por una persecución bajo la nieve que se solucionaba con un plano que incitaba a la risa involuntaria. Minutos más tarde, esa foto en blanco y negro con Jack Nicholson sonriendo proponía un intento más de sorprender y plantear dudas en el espectador, una apuesta interesante que, sin embargo, no contentó a muchos de los lectores apasionados de la novela original ni al mismísimo King, que se mostró en pleno desacuerdo con las innovaciones del director. Amores que matan.
'¿Qué hacemos con Maisie?'
La primera decisión conflictiva tomada por los directores Scott McGehee y David Siegel a la hora de adaptar la novela de Henry James, titulada 'Lo que Maisie sabía', fue cambiar el Londres del siglo XIX del original al Nueva York del siglo XXI. Una diferencia que, visto lo visto, casi se debe saludar como una alternativa acertada en comparación con el tremendo giro de concepto e interés que sufrió el desenlace de la historia.
En la obra de James, la protagonista, en un personaje infantil complejo y lleno de matices, toma una opción vital que incita al debate y a la conclusión de la valentía que siempre rodea ese paso de la infancia al mundo adulto mientras que, en su adaptación cinematográfica, los directores optan por cerrar el relato con altas dosis de almíbar, optando por el camino más sencillo y previsible y privando al espectador de algo más que no sea el intento desesperado de emocionarle con la trampa más común. Una decepción para los lectores. Un drama que aprueba justito para los demás.
'Perdida'
Pese a que la extraordinaria adaptación que realiza David Fincher de 'Perdida' se cierra con uno de esos planos perfectos e hipnóticos marca de la casa, conviene recordar que la estupenda novela de Gillian Flynn retorcía aún más ese sorprendente e imprevisible final. Un desenlace tan coherente como impactante que, sin embargo, el cineasta respetó en esencia pero varió en forma.
Y es que la película señala a los medios de comunicación, especialmente aquellos de marcada naturaleza sensacionalista, como empujón final para una declaración de felicidad impostada y aterradora, mientras que la obra de Flynn señalaba directamente a Amy como motor absoluto de trama, causas y consecuencias. En cine, sus ojos. En papel, sus palabras. En cualquier caso, dos trabajos complementarios que sobrepasan con solvencia el notable.