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EXITAZO BRITÁNICO

'Bodyguard', la mezcla perfecta de tensión imposible, sospecha infinita y sensualidad noventera

Jed Mercurio ('Line of Duty'), escribe y dirige esta serie que acaba de aterrizar en Netflix tras arrasar en la BBC reuniendo a más de 17 millones de espectadores con su último episodio.

Por Berta F. Del Castillo Más 26 de Octubre 2018 | 18:13
Creadora de contenido digital y periodista especializada en cine y series. Fan de 'Star Wars'.

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La amenaza constante y un Richard Madden insoportablemente sexy, todo el rato, han demostrado ser dos ingredientes irresistibles para una audiencia televisiva aletargada desde el florecimiento de las plataformas en streaming. 'Bodyguard' es tan buena y tan apasionante que ha logrado lo que pocas ficciones consiguen hoy en día: congregar a un buen puñado de espectadores dispuestos a trasnochar por verla en directo.

Así, con una audiencia de batir records en Reino Unido (reunió a 17 millones de espectadores con su desenlace), un 100% en Rotten Tomatoes y unas críticas que van del 8 y medio pa' arriba, esta serie escrita y dirigida por el creador de 'Line of Duty', Jed Mercurio, aterriza por fin en Netflix después de dejar a los ingleses con los ojos como platos; planteando una tensión insoportable y una narrativa conspiranoica de no parpadear, de cambiar de sospechoso cada dos por tres, de temer por la vida de unos y otros... De querer más, mucho más.

 Richard Madden y Keeley Hawes en 'Bodyguard'

La serie, que arranca con unos 20 minutos absolutamente enervantes y fascinantemente bien estructurados, se centra en David Budd, el personaje interpretado por Madden, un veterano de guerra heróico con problemas de estrés post traumático al que le asignan la protección de Julia Montague (Keeley Hawes), la Ministra del Interior de Reino Unido, una mujer cuyas ideas políticas representan todo lo que David detesta. Con este punto de partida las relaciones personales ya suenan interesantes... Luego al ir descubriéndolas demuestran ser más. Más intensas, más impredecibles, más confusas. Además junto a este desconcertante binomio encontramos una pila de personajes de los que no sabes qué pensar, y una amenaza constante de las de andar como un gato con la piel erizada cada episodio, de principio a fin.

88 días de rodaje, 56 protagonistas, 23 especialistas, 6 episodios, 2 directores y un guionista, Mercurio, que ha encontrado en Thomas Vincent y John Strickland la mejor compañía. Porque está claro que 'Bodyguard' ya es buena sobre el papel, pero lo que termina de hacerla excepcional son sus planos, los movimientos de cámara, el montaje, la música... Hasta el uso del color me parece acertado como pocas veces, pasando del frío aterrador al rojo sangre de las escenas más escandalosas. Es muy disfrutable que esa exageración de ciertas secuencias frente a la fingida contención de otras, forme un equilibrado conjunto. El planteamiento es tan sólido y está tan bien medido que ante las licencias dramáticas solo se puede aplaudir y ante la mezcla imposible de elementos más. De un erotismo latente que de repente se abre paso, a las intrigas de la mejor película de espías, a la acción, al drama y vuelta a empezar. De ahí que no se pueda sacudir el aire noventero, ni lo pretenda.

 Richard Madden como David Budd en 'Bodyguard'

¿Quién dijo que en un episodio no pudiese pasar absolutamente de todo literal? 'Bodyguard' atenaza porque logra descolocar al espectador y sorprenderle jugando con unos súbitos cambios de ritmo no aptos para cardiacos. Y esto lo hace mientras proporciona toda clase de información sobre su protagonista, una fiera enjaulada en si misma que en las escenas de agarrarse al sofá no hace más que desvelar sus cartas.

Potente, sexy, vertiginosa y... Creíble (casi todo el tiempo)

'Bodyguard' no sería lo que es si no fuese capaz de combinar esa potencia con una manera más que acertada de basar sus tramas en una cuestión muy difícil, un tema muy sensible para un occidente objetivo de las iras del terrorismo islámico más organizado y en consecuencia peligroso que cuando aquel 11S marcase un antes y un después en el skyline neoyorquino. Sí, estamos ante una obra de ficción, pero tan cercana a una realidad tangible que todas sus tramas adquieren un aura de credibilidad imposible de borrar. Su propio creador describe esta manera de plantear la serie como la búsqueda de una realidad intensificada ("heightened reality"), algo que contribuye sin duda a que esa sensación de peligro no desaparezca en ningún momento. Lo que ves podría estar pasando ahora mismo porque la representación de cada personaje y cada situación son muy precisas.

 'Bodyguard'

Mercurio aclara que lo que se plantea en 'Bodyguard' no bebe en ningún caso de personas y situaciones reales, sino que se inspira en ellas para plasmar ese mundo alternativo tan pegado al nuestro en el que los intereses de cada político enturbian el bien común y frustran a un pueblo que en ocasiones se siente utilizado. En David vemos todas las caras de la moneda proletaria y alguna más provocada por una vida que la guerra ha partido en dos. En Julia vemos una ambición que en altas dosis y al blandirse desde un puesto de tantísimo poder, puede traducirse en un peligro desmedido... La serie es tan tan cercana que atrapa sin remedio. Si que es cierto que pierde credibilidad hacía su desenlace, pero lo compensa con dosis extras de tensión.

Ya está, no se hable más: tenéis que experimentar este enganche imposible que ha despertado un interés por el visionado convencional que no se veía en años. Vedla y comentadla, merece mucho la pena.

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