En la historia del cine de animación, hay títulos que son imprescindibles para comprender la evolución del séptimo arte desde este enfoque artístico, como también el contexto histórico que se vivía. No es lo mismo hablar de 'Las aventuras del príncipe Achmed', producida en 1926 con un estilo stop-motion de sombras chinescas, que de 'Blancanieves y los siete enanitos', estrenada en 1937, 11 años después, y convertida en un largometraje que hizo historia, al demostrar que la animación podía triunfar con un largometraje.
El caso de 'Rebelión en la granja', adaptación cinematográfica de la novela homónima de George Orwell, no es tan diferente en comparación a los títulos anteriormente citados. Dirigida a dos manos por Joy Batchelor y John Halas, fue el primer largometraje de animación producido en el Reino Unido, país que posteriormente se convirtió en referente de la animación independiente con títulos como 'Yellow Submarine' (1968), 'Cuando el viento sopla' (1986) o el estudio de animación stop-motion Aardman.
Como bien saben muchos, las novelas de George Orwell han sido un reto para los cineastas, especialmente los de estudio, al tener temáticas, en muchos casos, subversivas y difíciles de llevar al lenguaje cinematográfico. En el caso de 'Rebelión en la granja' es polémico, puesto que el libro original, una brutal sátira al sistema comunista soviético, finalmente ponía en al mismo nivel de crueldad e inhumanidad al comunismo y al capitalismo, cual dos extremos tiranos que se atraían como si fuesen polos opuestos. Un alegato de un revolucionario desencantado, que había visto en sus propios los peligros de un sistema totalitario y que supo plasmar en obras como 'Homenaje a Cataluña' (1938) o '1984' (1949).
El desafío de adaptar una novela 'incómoda' con el sistema
Llevar al cine, con una visión mínimamente comercial, una novela de un autor que desconfiaba en el sistema era una tarea arduamente complicada. Sin embargo, algo que parecía claro en el momento en el que se produjo 'Rebelión en la granja' era de presentar un enfoque propio británico, especialmente porque en los años 50 llegaron adaptaciones de célebres obras inglesas como 'Alicia en el país de las maravillas' (1951) o 'Peter Pan' (1953), que provocaron el rechazo completo de la opinión británica, al considerar que eran títulos edulcorados y con una mirada 'demasiado' estadounidense.
Para ello, nada mejor que llevar al cine una novela que se alejaba del público infantil. 'Rebelión en la granja', al ser una crítica en forma de fábula, protagonizada por animales, era una propuesta que valía la pena intentar. La idea fue propuesta por el director y productor estadounidense Louis de Rochemont, quien había obtenido los derechos cinematográficos de parte de la de Sonia Orwell, viuda del célebre autor, fallecido el 21 de enero de 1950 víctima de la tuberculosis.
Aunque Rochemont se involucró mucho en la dirección artística de la cinta, el productor buscaba talento para llevar a cabo la dirección y parte de la escritura del guion. Los candidatos ideales eran Joy Batchelor y John Halas, matrimonio que había destacado con su productora durante la Segunda Guerra Mundial produciendo varios cortos y cintas de propaganda para el Ministerio de la Información del Reino Unido. Ambos vieron la oportunidad de salir hacia delante con un proyecto tras terminar el terrible conflicto bélico.
Con un presupuesto de 300.000 dólares (bastante notable teniendo en cuenta la inflación) y un equipo de 80 animadores, Batchelor y Halas tuvieron la titánica labor de producir el largometraje, que comenzó su filmación en 1951, un año después de la muerte de Orwell y culminó tres años después, estrenándose en el país en febrero de 1955. Aunque Rochemont quiso que la producción fuese británica, se cree que uno de los motivos por los que decidió llevar el filme a Europa fue para evitar que posibles presiones de la caza de brujas del senador estadounidense Joseph McCarthy.
Una mirada británica financiada con fondos estadounidenses
Con lo cual, la producción tuvo 'mayor libertad creativa' en el Reino Unido, donde Batchelor y Halas firmaron el guion junto con Lothar Wolff, Borden Mace, Joseph Bryan III, Laurence Heath y Philip Stapp. Los realizadores utilizaron una estética similar a las producciones de Walt Disney pero con un tono claramente adulto, al incluir escenas violentas, en las que llegan a verse cómo animales, como el caballo Bóxer acaba yendo al matadero o la muerte de varios miembros de la granja.
Aunque el mayor reto fue que el filme fuese fiel al espíritu de la novela original. Su guion logra mantener el mensaje de la corrupción de los ideales y el retrato del comunismo como sistema cruel y totalitario, con los cerdos, en antaño idealistas, como dictadores de un régimen violento y asesino. Sin embargo, la virulencia y lo explícito de las escenas narradas en el libro de Orwell son atenuadas en las imágenes del filme, se omiten ciertas escenas o se fusionan personajes.
Sea por decisión creativa o por otros motivos que se explicarán más adelante, los dos principales cambios que, actualmente, son los criticados fue modificar el carácter intelectual del cerdo Bola de Nieve (alegoría de Trotsky) por un ser fanático y voraz y el final, que acaba siendo una nueva revolución de los animales contra el régimen dictatorial de los cerdos (en los que los humanos están ausente cuando en la novela también estaban presentes), con el que se da esperanza a una nueva era, con espíritu democrático.
En su momento, se consideró que Batchelor y Halas habían querido dar un mensaje de esperanza en uno de los momentos históricos más tensos de la Guerra Fría, relativamente recién comenzada. Por un lado se aplaudió la decisión de otorgarle a los animales (alegoría del pueblo) el poder de rebelarse contra el régimen autoritario que se había convertido en imagen y semejanza a la tiránica manera de actuar de los humanos. Sin embargo, el otro lado fue que la crítica principal de Orwell, en la que al final pone la mismo nivel el terror del comunismo con la impersonalidad del capitalismo, queda enterrada en ese final feliz.
Un referente de la historia de la animación con fines propagandísticos
Pese a ello, 'Rebelión en la granja' se convirtió en un referente para el cine de animación en clave adulta, provocando sonoras quejas de los padres británicos por haber escenas violentas y sangrientas en una película que, al ser de animación, pensaban que era 'para niños'. Actualmente, se considera que esta versión es la mejor adaptación de la novela de Orwell, puesto que en 1999 se hizo otra con animales en imagen real, con resultados catastróficos.
Ahora bien, ¿y si todo lo que está escrito hasta el momento formase parte de una farsa? Ahí radica la principal controversia de esta película, puesto que posteriormente se ha descubierto que detrás de la producción de 'Rebelión en la granja' hubo una auténtica operación cultural de propaganda orquestada por parte de la mismísima CIA, con una intención muy clara: mostrar las virtudes del sistema democrática capitalista contra la tiranía y el terror del comunismo soviético.
Detrás de Rochemont, quien oficialmente compró los derechos, estaba la Agencia Central de Inteligencia, cuya operación estaba liderada por E. Howard Hunt, conocido posteriormente por ser Garganta Profunda, el filtrador del escándalo Watergate. Este ejercicio fue conocido como parte de la Operación Ruiseñor y se cree que la CIA fue una de las que propuso hacer los grandes cambios en la trama de la cinta, como el final feliz o la ausencia de críticas al capitalismo (retratada por los humanos que al final hacen tratos con los cerdos).
Estuvo también el retrato de Bola de Nieve, puesto al mismo nivel que el Napoleón (alegoría de Stalin), cuya representación sí es considerada fidedigna debido a la barbarie y el terror que provocó durante su mandato. Aunque ahora se vean con suspicacia estos cambios, tanto el historiador Brian Sibley como la hija de los directores de la cinta, Vivien Halas, consideraron que ninguno de ellos sabía realmente que todo se trataba de un complot. Puesto que, efectivamente, la producción se produjo en el Reino Unido y en un ambiente puramente cinematográfico y fue Rochemont quien buscó que se produjese en Europa, lejos de la mirada del macartismo.
La adaptación más fiel de la obra de Orwell
Se cree que el motivo de que la CIA se involucrase en la cultura fue porque en los años 50, la Guerra Fría se libraba mediante influencias. El gobierno estadounidense temía que, tras el Plan Marshall, países como Francia o Italia, donde había una generación de intelectuales jóvenes con simpatía por ideas de izquierdas, fomentasen el comunismo. Ante todo fue un movimiento estratégico, con el que se mostraba la cara 'más tolerante' del sistema capitalista, incidiendo en el valor de la democracia. De ahí que su final feliz se vea como una alegoría del triunfo de los valores democráticos al ser el propio pueblo quien se rebela contra los tiranos que les mintieron al decirles que vivían en un sistema donde "todos los animales son iguales".
De hecho, la crítica de la época alabó la producción, al ser candidata al premio BAFTA a la mejor producción animada en 1956, perdiendo frente al cortometraje experimental 'Blinkity Blank'. Ese año, el clásico Disney 'La dama y el vagabundo' (1955) también optaba al galardón. Por otro lado, el filme fue aplaudido por la prensa especializada pero no logró recuperar lo invertido hasta cinco años después de su première en Nueva York. Con lo cual, la contribución de la CIA fue más para el mundo del arte que para el público de masas.
Es más, la cinta estuvo prohibida para menores de 18 años en el Reino Unido durante los primeros cinco años de su estreno, logrando en 1960 poder ser vista por un número mayor de espectadores, lo que le permitió recuperar lo invertido en el presupuesto. Curiosamente, el filme no pudo verse en Francia hasta 1993 debido a su fuerte carácter 'anticomunista', según declaró Vivien Halas en el making off del filme en su edición en DVD.
Pese a su clara intencionalidad, lo cierto es que, como sucedió con los filmes de Walt Disney de buena vecindad ambientados en Iberoamérica, esta versión de 'Rebelión en la granja' es la más fiel a la obra de Orwell y un referente para la historia de la animación. Lo que sí es paradójico es que una obra tan 'antisistema' provoque tanto interés en productoras estadounidenses, puesto que la próxima adaptación de la novela la financiará Netflix con Andy Serkis bajo la dirección y con animación similar a la de 'El rey león' y 'El libro de la selva'.