Dirigida por el británico Ridley Scott, basada en la novela de David Ignatius y protagonizada por Leonardo DiCaprio, Russell Crowe, Carice van Houten, Mark Strong, Michael Gaston y Ali Suliman entre otros, 'Red de mentiras' llega este fin de semana a nuestras carteleras.
Roger Ferris es un agente de la CIA que destapa a uno de los mayores líderes terroristas sospechoso de estar operando desde fuera de Jordania. Cuando Ferris idea un plan para infiltrarse en su red, debe primero ganar la confianza del astuto veterano Ed Hoffman y del colegiado de la CIA, aunque quizás sospechoso, jefe de la inteligencia Jordana. Aunque son aparentemente sus aliados, Ferris se pregunta hasta dónde puede realmente confiar en estos hombres sin poner toda su operación y su vida en peligro.
Entretenido artificio el que nos brinda Ridley Scott en la que es ya su cuarta colaboración con el neozelandés Russell Crowe, desde que con 'Gladiator' el británico realizara su enésima tentativa de asaltar ese baluarte del Óscar a la mejor dirección que tanto se le resiste.
Por desgracia, 'Red de mentiras' queda en poco más que eso: un dilatado entretenimiento en forma de espionaje hi-tech cuya esencia bien podría andar pareja -salvando las distancias- a la de la saga Bourne o al reciclado 007 interpretado por Daniel Craig, si bien su más obvio precedente no es otro que el 'Spy game' de su hermano Tony Scott.
Como viene siendo cada vez más habitual a medida que avanzamos en la filmografía del director de maravillas como 'Blade Runner', 'Los duelistas' y 'Alien: el octavo pasajero', 'Red de mentiras' adolece tanto de un metraje excesivamente dilatado como de ciertas ínfulas de grandilocuencia, si bien en 'American Gangster' -el más obvio y próximo precedente- el resultado fue más que satisfactorio. De este modo, el nuevo trabajo de Ridley Scott posee un ritmo trepidante, una factura técnica incólume y unas interpretaciones protagónicas notables, recayendo sus yerros en dos puntos que afectan directamente a la propia base de la película: por un lado, nos encontramos ante la inverosimilitud inherente en el personaje interpretado por Leonardo DiCaprio, un agente de la CIA de rasgos y vestimenta claramente occidentales que pretende pasar desapercibido en mitad de Oriente Medio; por el otro, nos hallamos con un dilatado y aparatoso entramado de espionaje y contraespionaje cuyo punto de inflexión recaba, desgraciadamente, en los tópicos más manidos y comerciales del género de espías más añejo.
Y es que la primera hora de 'Red de mentiras' es simplemente fascinante en cuanto a cine comercial de calidad se refiere, ofreciéndonos un entramado atrayente, espectaculares escenas de acción, un ritmo trepidante, y unas interpretaciones que, pese a las imposibilidades anteriormente citadas, resulta incluso casi verosímil, claro síntoma del buen quehacer interpretativo tanto de un Russell Crowe próximo a 'El dilema', como de un Leonardo DiCaprio con ciertos ecos de su (sobrevaloradísima) 'Diamante de sangre', erigiéndose finalmente como principal sustento de una película cuya destreza técnica comienza a deslucirse en cuanto su entramado da un claro giro hacia los estándares más resultadistas.
Con ello, Ridley Scott nos ofrece una película algo engañosa, un producto comercial y efectista revestido de buenas maneras pero que, desgraciadamente, muestra sus verdaderas carencias si uno se decide a rascar un poco en la superfície.
Así y todo, resulta entretenida.