Una línea muy fina separa Halloween de la Navidad. No son pocas las personas que en cuanto empieza noviembre se quitan el disfraz de la noche más terrorífica del año para sustituirlo por el gorro de Papá Noel a la mañana siguiente. De un día para otro, las hojas otoñales que descansan en el suelo se ocultan bajo una espesa capa de nieve. Bueno, anímicamente aunque sea. Lo mismo le sucede a la cartelera de cine, que ya empieza a acoger la primera oleada de películas situadas en época navideña, por mucho que la semana anterior todavía aprovechase el tirón de octubre con los títulos de terror.
Una de ellas es 'Red One', en la que un irreverente cazarrecompensas sin escrúpulos que se vende al mejor postor (Chris Evans) y el más fiel de los guardaespaldas de Santa Claus (Dwayne Johnson) deben unir fuerzas, muy al pesar de ambos, para resolver el secuestro de este último un día antes de Navidad. Dirigido por Jake Kasdan ('Jumanji: Bienvenidos a la jungla'), el proyecto hace una relectura de la festividad combinando sus tradicionales conceptos fantásticos con una ambientación y elementos habituales del cine de espías. Vestida siempre de un tono cómico, la mezcla funciona sorprendentemente bien.
La constante exploración y descubrimiento de este mundo tecnológicamente navideño, de esta Navidad en un servicio de inteligencia moderno, es uno de los grandes atractivos de 'Red One', que le saca partido tanto en los diálogos como en su diseño de producción. En una misma frase hay espacio para conceptos tan diferentes como "Papá Noel es una fuerza única del universo con poderes mágicos, así que tenemos que hackear los servidores para rastrear su localización". O en una sola escena vemos a los elfos preparar el trineo en el Polo Norte, solo que este es un un complejo militar secreto repleto de instrumentos punteros. ¿Santa Claus se come sus clásicas galletas con leche? Por supuesto, pero después de entrenar con uno de sus agentes especiales para estar en forma de cara a su gran noche. En el contraste y fusión de estas dos realidades radica el encanto y gracia de 'Red One', que a su vez despierta una continua sensación de curiosidad en el espectador acerca de qué nuevas posibilidades ofrecerá la película.
Antes de adentrarnos en este mundo donde magia y tecnología coexisten, 'Red One' nos regala una efectiva introducción de protagonistas donde con poco se los define de forma muy clara. En el caso del personaje Evans, Jack O'Malley, bastan dos escenas iniciales para conocer sus puntos claves: una vena anti creyente de cualquier realidad mitológica, una enorme destreza como cazarrecompensas y un nulo aprecio por la responsabilidad. Por parte del papel de Johnson, Callum Drift, sobra con una secuencia para saber que estamos ante un hombre que se toma su trabajo como Jefe de Seguridad de Papá Noel extremadamente en serio a la vez que tiene un gran corazón.
Son dos tipos de personajes vistos innumerables veces en el cine, así como el choque que no es un secreto que tendrán dos personalidades tan diferentes, pero 'Red One' parece consciente de esta falta de originalidad y subraya con rapidez cómo funciona cada uno para poder dedicarse sin rodeos a algo más propio: el contraste de ambos desde la lente de su exclusivo mundo navideño de espías. La normalidad con la que Callum vive lo mágico frente al desconcierto de un hombre que hasta hace unas horas lo ignoraba y despreciaba resulta en una simpática dinámica que, además, permite continuar explorando nuevos detalles de la mezcla de tonos.
Ambos personajes se embarcan en una trama de agentes secretos bastante simple con un caótico tercer acto que no sabe tan a poco como podría por estar adornada de curiosas uniones entre mitología navideña y espionaje. 'Red One' comprende sus limitaciones, pero también sus virtudes, y conocerse a uno mismo es un arma tremendamente útil, pues decide ocultar lo primero sobre varias capas de lo segundo para que si entras en su juego no te importe pasar por alto los "peros".
Entre esta simpleza nombrada encontramos la motivación de varios personajes, como la villana, Gryla (Kiernan Shipka), que quiere acabar con todas las malas personas, tanto asesinos como peatones que cruzan con el semáforo en rojo. Como también sucede con las predecibles tramas emotivas, que rompen el ritmo general, su tono bastante más infantil a lo habitual choca con el predominante humor canalla de la película.
Esta vuelta de tuerca a la Navidad ofrece otro de los puntos fuertes de 'Red One': el diseño de sus criaturas mágicas pasado por el molde del cine de acción. Desde García, un oso polar bípedo que pertenece a la Seguridad de Santa Claus a muñecos de nieve asesinos con dagas, espadas y estrellas ninja, todos estos seres se reciben con los brazos bien abiertos. El oro se lo lleva Krampus, ente propio del folclore de países alpinos como Austria, Alemania, Francia o Italia que secuestra y lleva al inframundo a los niños que se han portado mal durante el año.
Obra del ganador al Óscar a Mejor maquillaje Joel Harlow ('Star Trek'), el traje de Krampus, así como del resto de monstruos que comparten escena con él, se hace de forma práctica y su presencia en pantalla es enorme. Pero ojo, esto no significa que 'Red One' no abuse en otros momentos de CGI y pantalla verde, dos elementos que cantan bastante más de lo que debería en una película con la friolera cantidad de 250 millones de dólares de presupuesto.
Es una pena que 'Red One' no se estrene un par de semanas más cerca de Navidad, pues si bien es una propuesta que funciona por sí misma, lo haría todavía mejor en unas fechas donde gran parte del público ya está desbordante de espíritu navideño, aspecto que este largometraje derrocha. Pero si te apetece ir calentando la chimenea o directamente disfrutar de un simpático blockbuster, aprovecha esta fiesta del cine antes de que acabe.
'Red One' está disponible en cines.