Después de haber hecho hincapié en aquello de que los remakes han estado presentes en la industria cinematográfica desde casi tiempos remotos, las corrientes de opinión casi siempre se han visto polarizadas en quienes reniegan de cualquier tipo de revisión de una película clásica y quienes los abrazan con total normalidad. Cuando se trata del primer caso, la tendencia a despotricar casi siempre viene a disfrazar aquella aborrecible frase de "ya no se hacen películas como las de antes", muy de aquellos que defienden el cine de su pertinente generación como algo intocable y casi sagrado.
Si en un anterior especial ya hicimos una recopilación de aquellas nuevas versiones que, con mayor o menor éxito, habían logrado contentar a público y crítica (en algunas ocasiones, a los dos a partes iguales), hay que tener en cuenta que dentro de un género tan rico como lo es el terror, no podían faltar los remakes, sobre todo si miramos a Hollywood como la gigantesca maquinaria para generar dinero.
Películas sin alma
Respondiendo a las tendencias y a los ciclos que ha ido viviendo el horror a lo largo de los años, cuando se trata de hacer números en taquilla cualquier idea es buena. Porque si hubo algo que funcionó en el pasado, ¿por qué no volver a hacerlo? El dinero está casi asegurado, tal y como pasa en muchos de los casos, pero si despojamos a algunos de esos remakes del espíritu que mantienen (o al menos, lo intentan) de las obras en las que se basan, no nos queda nada.
No sirve de nada tener una estética cuidada y otorgarle a la nueva versión de una película ese aire moderno acorde con el presente. Del mismo modo que tampoco funciona el hecho que, en la gran mayoría, haya habido detrás de aquellos films autores mayúsculos que supieron aportar la frescura a sus obras, las cuales continúan impasibles al paso de los años.
A continuación, seleccionamos diez remakes de terror para olvidar, que no hacen otra cosa que convertir en más grandes si cabe a los títulos en los que se basan.
Remakes de terror para olvidar
'Psicosis'
Si hay un remake que haga correr ríos de tinta, ese es sin duda el que Gus Van Sant presentó al mundo en 1998, nada más y nada menos que una versión a color de 'Psicosis', una de las obras cumbre de Alfred Hitchcock.
Cambiando a Janet Leigh por Anne Heche, a Anthony Perkins por Vince Vaughn, y a Vera Miles por Julianne Moore, en lugar de optar por una modernización de la historia teniendo en cuenta la misma línea argumental, Van Sant optó por copiar plano a plano la película original, dejando claro que ni siquiera haciendo eso la película podría emular a la de 1960.
¿Experimento cinematográfico o tomadura de pelo?
'Terror en la niebla'
Sin entender aún el porqué, en 2005 John Carpenter aceptó ser el productor del remake de uno de sus títulos más recordados de los ochenta, 'La niebla'.
La cosa parecía ir bien encaminada cuando se fichó como director a Rupert Wainwright, responsable de 'Stigmata' en 1999, pero ni él ni el hecho de que Carpenter estuviese involucrado en el proyecto consiguieron salvar la historia que había adaptado el guionista Cooper Layne, que nos volvía a contar la venganza de ultratumba que viviría la localidad costera de Antonio Bay.
Reinterpretando los papeles que en su día llevaron a cabo Adrienne Barbeau, Jamie Lee Curtis y Tom Atkins, estuvieron Selma Blair, Maggie Grace y Tom Welling, quienes hicieron lo que pudieron en esta clara muestra de que el abuso de CGI no es sinónimo de (buena) modernización de un clásico.
'Wicker Man'
En 1973 Robin Hardy presentaba una de las grandes obras de culto del horror de los setenta. Protagonizada por Edward Woodward y Christopher Lee, 'El hombre de mimbre' se convirtió en un título clave del folk horror, donde un inspector de Scotland Yard descubría en una remota isla un culto pagano que podría estar relacionado con la desaparición de una joven.
En 2006, Neil LaBute tomaba la premisa de la película y junto a un Nicolas Cage desatado perpetraba una de las mayores aberraciones que ha dado el terror del nuevo siglo, cambiando el malestar que provocaba la sensación de desasosiego de la original, por otro provocado por el cóctel explosivo que suponían el histrionismo de su protagonista y lo absolutamente aburrido que era todo.
'Llamada perdida'
Una de las mejores películas del J-Horror moderno venía firmada por el prolífico Takashi Miike. Una vez más, la tecnología servía como instrumento de expansión del mal, poniendo el foco en el auge de la telefonía móvil y en una venganza desde el Más Allá transmitida vía telefónica. El caos y el mal se daban la mano en una original historia de fantasmas que contó con dos secuelas, 'El pozo' y 'Llamada Perdida Final'.
Muy en la línea de 'Pulse (Conexión)' (de la que es mejor ahorrarse cualquier tipo de comentario), en 2008 llegaba esta atrocidad dirigida por Eric Valette y producida por Tom Cruise, quien creyó poder rentabilizar en taquilla lo de versionar obras de terror orientales. Shannyn Sossamon en plan sufridora por excelencia y las representaciones de las espectros saturados de efectos digitales, convirtieron a 'Llamada perdida' en una fuente inagotable de risas involuntarias.
'The Eye (Visiones)'
En 2002, lo hermanos Oxide Pang Chun y Danny Pang nos trajeron uno de los títulos de terror venidos desde Hong Kong más sugerentes del nuevo siglo. 'The Eye' contaba como después de un trasplante de córnea, una mujer descubre que con su recuperada visión ha llegado algo que no esperaba: una serie de apariciones fantasmales que le harán plantearse su propia cordura.
Dirigida por David Moreau y Xavier Palud, y con una Jessica Alba a punto de lanzarse al abismo del olvido, 'The Eye (Visiones)' solo pensaba en ser efectista a golpe de sonido sin detenerse a provocar terror. Además, desde la India ya nos había llegado su propio remake, 'Naina', mucho más curioso que la versión yankee estrenada en 2008.
'Una noche para morir'
Aviso a navegantes: el caso de 'Una noche para morir' quizá sea el de uno de los peores remakes de terror que se hayan hecho jamás.
El 'Prom Night' original, dirigido por Paul Lynch, es un slasher de culto de 1980 que bebía mucho de las leyendas urbanas de la época y contaba con un psychokiller un tanto creepy que se las hacía pasar canutas a la Scream Queen por excelencia, Jamie Lee Curtis.
En 2008, Nelson McCormick dirigía el guion que había escrito J.S. Cardone ('La alianza del mal') y nos contaba lo que vendría a ser el brutal asedio de un psicópata hacia Donna (Brittany Snow), cuya familia fue asesinada por él mismo años atrás y que convertirá la fiesta de graduación en un baño de sangre digno de lo peor de las producciones de MTV.
'San Valentín Sangriento 3D'
En plena moda del uso (en muchas ocasiones, abuso) del 3D, a algún productor avispado se le ocurrió que 2009 era el momento idóneo para recuperar un clásico del slasher de la talla de 'San Valentín sangriento'.
Aquella historia de la venganza en San Valentín de un minero loco sobre la gente del pueblo donde dos décadas atrás hubo una horrible tragedia, se puso a la orden día de la mano de Patrick Lussier (responsable de la olvidable trilogía iniciada por 'Drácula 2001'). Ni siquiera la presencia de Jensen Ackles y Jamie King logró hacer que nos llegasen a interesar algo las nuevas andanzas de Harry Warren, el minero loco que, más que a la venganza parecía estar únicamente al servicio del 3D de turno.
'El padrastro'
No contento por haber perpetrado un año antes 'Una noche para morir', en 2009 Nelson McCormick estrenaba 'El padrastro'.
Dirigida por Joseph Ruben y estrenada en 1987, la película original sobre el descubrimiento de una joven de que el nuevo marido de su madre es un asesino, contaba con cierta carga nostálgica para la generación del videoclub ochentera. El aroma a serie B de 'El padrastro' original, quedaba sustituido por el de telefilm rancio de los que tanto gustan programar a nuestras televisiones en fin de semana.
'Noche de miedo'
Tom Holland fue el responsable en 1985 de 'Noche de miedo', título de culto en el que el joven Charley Brewster (William Ragsdale) descubre que su nuevo vecino, Jerry Dandrige (Chris Sarandon), es un vampiro. Harto de que nadie le crea, se aliará con Peter Vincent (Roddy McDowall), un antiguo presentador de películas de terror en la televisión.
En 2011 Craig Gillespie se ponía al mando de esta actualización de la historia que supuso 'Noche de miedo', donde Anton Yelchin era Charley y Colin Farrell, Jerry. Ni siquiera su apuesta por una estética molona ayudó a que nos tomásemos en serio una película que, aunque vendida como comedia de terror, no hacía ni pizca de gracia.
'Pesadilla en Elm Street: El origen'
Si las revisiones de 'La matanza de Texas' y 'Viernes 13', o la visión de Rob Zombie de Michael Myers en 'Halloween: el origen' habían funcionado bien, era de esperar que pronto llegaría el turno de resucitar la franquicia clásica que faltaba.
A Samuel Bayer le cayó encima el marrón de tener que traer a nuestros días 'Pesadilla en Elm Street', cuyo principal error fue el transformar a Freddy Krueger en un monstruo más cercano al de la primera entrega que al rey de la comedia negra en el que se fue convirtiendo a lo largo de la saga. Porque la evidencia de la naturaleza de Krueger ya la conocíamos sin que nos la tuvieran que explicar como si fuésemos tontos, y el mismísimo Robert Englund confesó, lanzando balones fuera para no mojarse del todo, que se trataba de una versión demasiado cercana en el tiempo a la saga original.