¡Cuidado! Este artículo es oscuro y alberga SPOILERS
La primera vez que entré en contacto con 'Juego de Tronos' fue en 2012, cuando Antena 3 emitió la primera temporada de la ficción en abierto (sí, os lo prometo, sucedió). Aquel verano me sumergí en Poniente y me enamoré de sus personajes. Amaba a Tyrion por sus ágiles diálogos. Me fascinaba Daenerys por su historia de superación. Arya me encantaba por cómo desafiaba las normas. Y, como la gran mayoría de seguidores de la serie, odiaba con todas mis fuerzas a Sansa Stark.
Lo cierto es que el de Sophie Turner era un personaje casi hecho para odiarlo. Una niña amante de los vestidos que sueña con casarse con su príncipe desentona mucho en una serie como 'Juego de Tronos', que en su primer episodio ya nos muestra incesto y un intento de asesinato de un niño sin ninguna censura.
Al lado de Cersei, Daenerys, Catelyn o Arya, Sansa resultaba simple y plana. Un estereotipo que solo servía para robar minutos de los personajes importantes. Pero solo desde ese estereotipo tan marcado podía nacer el que estaba llamado a ser el mejor personaje de la ficción.
A Sansa la odiábamos por ser una dama tradicional de la corte. Porque no le interesaba la guerra y creía en el amor. Era exactamente lo que la sociedad esperaba de ella. Pero, ¿qué otra cosa iba a ser? Tenía 13 años. Repito: Trece años. Toda su vida le habían dicho que comportándose así triunfaría en la vida. Desde fuera vitoreamos a Arya, pero en Poniente se aplaude a las niñas que se comportan como Sansa. Cose bien, se preocupa por su aspecto y odia pelear. Sansa se limita a encajar sin fisuras en el molde que han construido para ella durante toda su vida.
El odio que recibe Sansa se llama misoginia
El odio hacia Sansa viene de un lugar que ya conocemos. La Stark pasa de ser observadora pasiva a jugadora activa, y ha recibido muchas críticas durante los episodios de la serie. Pero ninguna de estas críticas tiene demasiado fundamento.
"Es muy tonta". Sí, es cierto que en las primeras temporadas, la Stark es muy ingenua y poco sagaz. Pero tampoco es que 'Juego de Tronos' esté plagada de personajes inteligentísimos. Sin ir más lejos, Robb Stark se casó por amor, rompió un juramento y por su culpa murieron él, su mujer, su madre y todo su ejército. No fue demasiado listo. Y sin embargo, Robb no recibió nunca las oleadas de odio que le llegaron a Sansa.
"Se merece lo que le pasa". Al principio, Sansa era muy ingenua y confiaba a ciegas en los Lannister, llegando a mentir sobre su familia por ello. Es verdad que a lo mejor necesitaba un toque de atención para salir de esa ingenuidad infantil que demuestra en los primeros compases de la serie. Y tuvo toques de atención a montones, empezando por la muerte de su loba huargo, Dama. Pero es que también Ned Stark fue ingenuo al creer que Cersei Lannister tendría honor y accedería a sus demandas. ¿Alguien cree que lord Stark fue el culpable de perder la cabeza?
Como explica la autora y bloguera Rhiannon Thomas, los espectadores no odian al personaje de Sophie Turner porque tome decisiones estúpidas o porque sea inocente, sino porque toma decisiones estúpidas y es inocente... siendo una mujer.
Y es que de igual forma a como le sucedía a Skyler en 'Breaking Bad', el odio a Sansa viene de la misoginia que durante siglos nos ha susurrado al oído que todo lo que es propio de las mujeres está mal. La Stark hace de su feminidad su armadura invisible y eso la convierte en el personaje más poderoso de la serie. No solo se rebela contra Poniente. También se rebela contra nosotros.
¿Víctima? Superviviente
Ningún personaje de 'Juego de Tronos' tiene un camino fácil, pero Sansa es una de las que peor lo pasa. Además de perder a su loba huargo en el segundo episodio, se ve obligada a ver la ejecución de Ned (y se desmaya, sí, qué locura desmayarse cuando ves cómo a tu padre le cortan la cabeza). Es torturada física y psicológicamente por los asesinos de su padre y, más tarde, de su madre y su hermano. La casan con Tyrion. Meñique la manipula, utilizándola como un juguete. En Nido de Águilas sufre los desvaríos de su tía. Vuelve a ser vendida, esta vez a Ramsay Bolton, que la tortura repetidamente y la viola en una de las escenas más turbulentas de la serie. Cualquiera perdería la cabeza después de esta sucesión de desdichas.
Pero Sansa no. Sansa se niega a convertirse en una víctima. Temporada tras temporada, la Stark se mantiene firme. A punto de desmoronarse varias veces. Al límite de caer, sí. Pero siempre firme. Y además de no dejar que los horrores puedan con ella, los utiliza en su propio beneficio. La joven loba aprende de cada uno de sus torturadores y manipuladores. De Cersei, de Meñique, de Ramsay. También de Margaery Tyrell. Sansa no se planta ante las injusticias pero aprende de ellas para devolver el golpe más tarde. El propio Tyrion la admira por ello: "Lady Stark, podríais sobrevivirnos".
Porque el arma de Sansa Stark no es la espada, ni el arco ni la daga. Es la adaptabilidad. La capacidad de plegarse ante cualquier situación sabiendo qué tiene que hacer para salir de ella con vida y pelear al día siguiente. "Hice lo que debí hacer para sobrevivir", explica ella misma cuando Lyanna Mormont cuestiona sus decisiones, "pero soy una Stark, siempre seré una Stark".
La dura vida de Sansa no la ha convertido en una víctima, sino en una superviviente con todas las letras. En plena era del #MeToo, su relato recuerda mucho al de todas aquellas mujeres que han sufrido abusos sexuales y por fin sienten que es el momento de dar un paso adelante y contar lo que les ha sucedido. Sansa parte de un estereotipo que evoluciona para dar paso a un personaje diferente. La princesa cegada por el príncipe azul sufre, aprende y llega a ser la dueña de su propia historia. Y no lo hace ganando capas de masculinidad sino reforzando la feminidad que ya existía dentro de ella.
La heroína femenina
Para ser apreciados por el público, parece que los personajes femeninos solo tienen la opción de ser las típicas Mujeres Fuertes e Independientes. Lo vemos en Arya, una asesina letal. Lo vemos en Daenerys, que no duda en extinguir a sus enemigos bajo las llamas de sus dragones. Lo vemos en Cersei, toda una villana capaz de masacrar a quien se le ponga delante. Estas Mujeres Fuertes e Independientes son necesarias y nadie les quita valor. Pero el de Sophie Turner es un personaje que rechaza todo eso y construye su propio poder. No lleva espada y no es una guerrera. Es algo diferente y mucho más nuevo, complejo e interesante.
La Batalla de los Bastardos es el punto de giro más importante del arco de Sansa. Es ahí cuando la vemos por primera vez como la sólida mujer en la que se ha convertido. Es una verdadera jugadora del juego de tronos, pragmática, y la única que asume que su hermano Rickon no va a sobrevivir. Es capaz de ejecutar a aquellos que la han hecho daño sin que le tiemble el pulso, como Meñique o Ramsay.
Pero el poder de Sansa Stark se encuentra en acciones más sutiles. En su coordinación de las provisiones de Invernalia para el invierno. En su compromiso sin fisuras con los Stark, su apoyo a Jon y su alianza con Bran y Arya. En la inteligencia que demuestra al aconsejarle a Jon que no confíe en Cersei (y con razón). Pero sobre todo, su poder reside en su compasión, heredada directamente de su madre, Catelyn Stark. Cuando Sansa perdona a Theon Greyjoy a pesar de todo lo que ha hecho a su familia, demuestra la mayor fuerza interior que hemos visto en toda la serie. A pesar de todo lo que ha sufrido, ha conseguido salvar su esencia. Eso es algo al alcance de pocos.
Reivindicando a las mujeres
Los cuidados, la familia, la inteligencia emocional y la compasión son valores tradicionalmente asociados a las mujeres y por ello han sido despreciados durante la historia. En 'Juego de Tronos', Sansa los convierte en su diferencia frente al resto de personajes, y así es como pasa de ser un personaje que todos odiábamos al más complicado, profundo y reivindicativo de todos los habitantes de Poniente.
Me atrevería a decir que 'Juego de Tronos' no sería la misma serie si Sansa no estuviera en el tablero. En una serie con los valores tradicionalmente masculinos tan marcados (la fuerza, el honor, el deber), ella aporta la parte femenina, la prudencia y la mediación. Su presencia cambia el juego por completo y nos demuestra a todos que la feminidad, de por sí, no es inferior. Porque Sansa es tan fuerte como todos los demás personajes y lo es aprovechando todo lo significa ser mujer. Larga vida a la Señora de Invernalia.