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PRECRÍTICA

'Satanás', el diablo se viste de sociedad

Película cruda, hostil tanto para con el espectador como para sus propios personajes, un viaje a las tinieblas de nuestra sociedad digno de ver.

Por Óscar Martínez 4 de Julio 2008 | 17:19

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Estrenada en su Colombia natal en junio del año pasado, 'Satanás', ópera prima de Andrés Baiz protagonizada por Damián Alcazar, Marcela Mar, Blas Jaramillo, Teresa Gutierrez, Martina García, Marcela Valencia, Andrés Parra, Isabel Ganoa, Vicky Hernández y Patricia Catañeda, ha cosechado gran cantidad de premios entre los que se inclutye una Mención de Honor en el Festival de Cine de San Sebastián y el premio Pablo Neruda en el Festival de Huelva.

Basada en hechos reales, 'Satanás' trata sobre un trío de historias entrelazadas que ilustran la interconexión de eventos en nuestro mundo y el efecto dominó que las acciones de una persona pueden tener sobre la vida de otro: una hermosa rebuscadora que estafa hombres ricos, un sacerdote enamorado apasionadamente de su ama de llaves, y un profesor, veterano de guerra, que anhela salir del tedio de su vida serán puestos a prueba debido a una serie de circunstancias. ¿Podrán sostener la presión de ser tentados por una prueba de sus más profundos deseos?

Valedora de una crudeza incontestable, 'Satanás' se sirve de la fórmula de las historias entrecruzadas para realizar un -a veces, excesivamente- contundente retrato de muchos de los males de los que adolece nuestra sociedad actual; la ópera primera de Andrés Baiz canaliza a través de la insatisfacción de sus tres personajes sentimientos como la soledad y la alienación, la locura y la impotencia, recorriendo todos y cada uno de ellos, en mayor o menor medida, los siete pecados capitales.

Como decíamos, 'Satanás' es un viaje interior a las tinieblas de nuestra sociedad, una involución del individuo que, paradójicamente, compone dicha sociedad supuestamente evolucionada, en la que los instintos más primarios del ser humano afloran cuando los valores se convierten en el propio elemento opresor: de este modo, los protagonistas de Satanás no ven al conciudadano como prójimo, sino como tirano (aunque siempre hay excepciones, si bien puntuales), por lo que el resentimiento y la venganza finales dan rienda suelta a una verdadera orgía de excesos.

Cuando los valores se convierten en dogma

De hecho, probablemente éste sea el principal problema de Satanás: su visión del mundo es terriblemente negativa, del mismo modo que su radiografía del ser humano. Y no es que un servidor piense que los humanos seamos un derroche de virtudes, ni mucho menos, pues bajo su pátina de tolerancia, cultura y civismo, nuestra sociedad se mueve en realidad bajo los resortes de sentimientos tan primarios como la envidia, el odio o la avaricia, pero la película de Andrés Baiz parece recrearse en ella llegando a la gratuidad, al nihilismo ultraviolento con tintes proféticos y, por ende, a una suerte de paroxismo de excesos que resta quizá algo de credibilidad a una propuesta, por otro lado, sorprendentemente contundente.

Así pues, 'Satanás' es una película verdaderamente cruda, que refleja con bastante habilidad (algunos más que otros) la evolución de unos personajes atormentados por una sociedad de la que no se consideran parte, en la que no encajan, pero en la que la que se ven en la obligación de convivir.

O no.

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