Protagonizada por Kevin Bacon, Kelly Preston, John Goodman, Garrett Hedlund, Aisha Tyler, Matt O'Leary y Leigh Whannell, 'Death sentence' supone el tercer largometraje de James Wan, director de 'Saw' y 'Silencio desde el mal'.
En ella, el hijo mayor de Nick Hume, un director de planta de una empresa aseguradora, es asesinado por una banda callejera en una gasolinera al regreso de un partido de hockey. Cuando, justo antes del juicio, Nick descubre que el asesino de su hijo cumplirá una pena de tres a cinco años como máximo, decide no testificar en su contra y tomarse la justicia por su mano. Pero con lo que cuenta es con la venganza de los compañeros del asesino de su hijo, por lo que pondrá en peligro su propia vida vida y, lo que es peor, la de su mujer y su hijo menor.
Tras haber visto la evolución cinematográfica de James Wan, cada vez parece estar más claro -al menos para un servidor- que Saw no fue más que un aislado golpe de suerte: ni 'Silencio desde el mal' ni 'Death sentence' se encuentran a la altura de su ópera prima y, si bien su segundo largometraje tenía cierto encanto ochentero que podía salvar de la quema la labor del director, esta tercera película deja bastante patentes todas sus carencias.
Un Charles Bronson de segunda
Lo curioso es que, a pesar de no poder evitar recordarnos en cuanto a temática se refiere a títulos recientes como 'La extraña que hay en ti' o 'Cuatro hermanos' -y, por supuesto, clásicos de los setenta y ochenta como la trilogía de Charles Bronson 'Death wish'-, 'Death sentence' no deja de ser una buena historia, en la que Kevin Bacon realiza una muy buena labor, tal y como ha ido ocurriendo en algunos de sus últimos trabajos, entre los que destacaría por encima de todo la genial 'El leñador'.
El problema de 'Death sentence' radica tanto en el guión como en el montaje: así como Bacon borda su papel, del mismo modo que el resto de su familia, el grupo conformado por los pandilleros resulta escandalosamente arquetípico, contrastando diametralmente con los anteriores. Además, ciertos giros argumentales se antojan simplemente demenciales, si bien uno debe reconocer que la trama en líneas generales está bastante bien llevada, por lo que la película, a pesar de todos sus males, se puede ver sin demasiados problemas e incluso resulta inquietante en varios de sus pasajes, a pesar de encontramos con unas secuencias dramáticas, como decía, bastante bien interpretadas, pero acompañadas por una música plañidera y de horribles coros que disvirtúa completamente la labor de los actores.
En cuanto al mensaje que pretende desprender 'Death sentence', supongo que se trata de un la violencia no engendra más que violencia, pero lo cierto es que dicha máxima apenas sí tiene solidez y el director no ahonda demasiado en ella, sobretodo cuando en el tramo final Wan transforma a Bacon en una fusión estética del Travis Bickle de 'Taxi Driver' y el T-800 de 'Terminator 2'.
Así pues, tan sólo destacaría de 'Death sentence' la interpretación de Kevin Bacon, y la fuerza de una historia que, pese a no resultar nada original, consigue sobrevivir a la chapuza que su director ha realizado con ella.