En la película catalana 'Otel·lo', un falso documental sobre la filmación de la obra de Shakespeare, hay un momento en que uno de los actores le cuesta recitar el texto del dramaturgo inglés y un personaje sugiere cambiar la frase para facilitar el trabajo al actor, a lo que el director se opone alegando que se trata de Shakespeare, el escritor más importante de la literatura mundial, y quienes son ellos para modificar su texto.
Ese respeto al texto de unas obras que son universales y actuales pese a haber sido escritas hace más de 400 años, es el respeto con el que Michael Almereyda ha adaptado la obra "Cimbelino" en su última película, 'Cymbeline'. Y lo ha hecho trasladando la prosa del dramaturgo inglés a una historia contemporánea en la que una banda de moteros traficantes de droga capitaneados por el Rey Cimbelino (Ed Harris) y su Reina (Milla Jovovich) mantienen un enfrentamiento con un grupo de policías corruptos.
El texto, una historia de engaños, traiciones, enfrentamientos y tragedia, es adaptado al pie de la letra. Los personajes recitan los versos de la obra mientras lucen chupas de cuero, pistolas y gadgets de Apple, lo cual le aporta el mismo toque anacrónico que Baz Luhrmann le imprimió a su 'Romeo + Julieta de William Shakespeare' pero intercambiando el inconfundible toque kitsch del australiano por un insípido tono naíf oportunamente personificado en la delicada gestualidad de Dakota Johnson.
El principal problema de la cinta radica en que si se opta por adaptar el texto de Shakespeare al pie de la letra siguiendo los códigos del thriller de gánsteres, o vas a por todas o no vayas, es decir, no hay medias tintas que valgan. La apuesta formal de Almereyda se pierde entre una dirección plana y sin fuerza, unos actores que, salvo Ed Harris y Ethan Hawke, no le imprimen la lírica adecuada que requieren los versos de Shakespeare, y una indefinición tonal que explota en una catarsis colectiva final irrisoria.
Crítica al estado italiano
Fuera de competición, la película italiana 'La trattativa' de la directora Sabina Guzzanti, fue una pequeña grata sorpresa al presentar una realidad que para muchos está escondida. Se trata de un docudrama (parte documental y parte ficcionada) sobre las relaciones que mantuvieron el estado y la mafia italiana en la llamada época "stagione delle bombe" entre 1992 y 1993 que saca a relucir los trapos sucios de aquellos años. En su parte documental, la cinta es un excelente documento periodístico a modo del programa de La Sexta, 'El objetivo', y, en su parte ficcionada representada por actores profesionales, se trata de una sátira política en la que la directora critica al estado italiano de haber negociado con la mafia para ocultar a los ciudadanos las pruebas de numerosos asesinatos perpetrados por la llamada Cosa Nostra.