Ey, Tim, no es nada personal. Te lo prometo. De hecho, te diré más, yo siempre he sido uno de tus defensores más apasionados, llegando a defender lo indefendible (hola, 'Sombras tenebrosas') y reivindicando tu figura como una de las esenciales de la historia del cine, un autor de sello y universo absolutamente identificable. No necesitas más que un plano para saber que estás frente a una película de Tim Burton. Y eso es muy, muy complicado, siendo una virtud al alcance de muy pocos. Sin embargo, quién nos iba a decir que el tiempo terminaría desgastando nuestra relación hasta el punto de admitir que, sí, yo también he llegado a dudar de si algún día serás capaz de entregar una película a la altura de tus obras maestras. Porque las tienes.
Todo ocurre por la molesta sensación de que, esa marca personal que te has ganado con todo el derecho, se adapta cada vez más a productos ajenos, convirtiéndote en algo así como un pintor que clientes ricachones contratan para que, con un par de trazos dibujados a toda prisa y sin el menor interés, su obra parezca cien por cien burtoniana. Pero, maldita sea, no quiero creer que esto vaya a ser así para siempre y aunque tu penúltima propuesta, 'Big Eyes', fuera una decepción en toda regla, ya se veía cierto interés en intentar algo diferente. No salió bien, pero ya no había comodidad ni recursos fáciles, se sentía la presencia de un director probando cosas nuevas, jugando en terreno (semi)desconocido.
Por eso, a continuación te diré siete cosas que muchos de tus espectadores echamos de menos en los últimos años de tu etapa cinematográfica. Deseos, pérdidas, nostalgia, melancolía. ¿Quién sabe? Quizás todo sea fácilmente recuperable, pero debemos admitir con la mirada al frente, cara a cara, que algo está fallando. Sin acritud, desde el respeto y la admiración absoluta de quienes, durante toda nuestra vida, hemos disfrutado al máximo de tus películas, y deseamos volver a hacerlo pronto.
7 cosas que echamos de menos de Tim Burton
Historias originales
Si bien es cierto que el cine de Tim Burton se ha servido más veces de historias ajenas que de propias, las ocasiones en las que las ideas originales han sido el punto de partida han dado frutos más que notables. Por poner tres ejemplos esenciales, solamente tenemos que citar 'Eduardo Manostijeras', 'Frankenweenie' o 'Pesadilla antes de navidad', aunque en esta última ocasión la dirección recayera en ese genio llamado Henry Selick. Por supuesto que obras tan maravillosas como 'Big Fish', 'Batman' o 'Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet' no tienen nada, pero nada, que envidiarles, pero siempre supone un punto extra descubrir a personajes desconocidos, asombrarnos con lugares marcados por la particular belleza de Burton y sumergirnos en tramas que guarden una sorpresa tras cada esquina.
Si existe un punto en común entre todas las propuestas de Tim Burton, esa es su esencia de cuenta cuentos. Por eso es comprensible que una personalidad tan arrebatadora como la del director estadounidense encajara a la perfección con historias como la de 'Charlie y la fábrica de chocolate' o 'Sleepy Hollow', pero son dos sobresalientes ejemplos que, en comparación con su última etapa, quedan como excepciones. Porque 'Alicia en el país de las maravillas' o 'Sombras tenebrosas' no corrieron, ni mucho menos, la misma suerte. Necesitamos, ansiamos volver a descubrir alguno de esos personajes solitarios, encantadores e hipnóticos que pueblan la mente de Burton. Aunque, por desgracia, si miramos sus próximos proyectos todavía tenemos que seguir esperando. Mientras no nos obligue a volver a su planeta de los simios, lo haremos.
Emoción
Desde 2010, Tim Burton ha estrenado 'Alicia en el país de las maravillas', 'Frankenweenie', 'Sombras tenebrosas' y 'Big Eyes'. Seis años en los que, salvo la agradable excepción que supone aquel entrañable homenaje al personaje de Frankestein en stop motion, no han destacado precisamente por conquistar al espectador a través de la emoción. Ni a través de nada que no sea el diseño de producción, básicamente. Muchos dirán, especialmente sus detractores, que el cine de Burton nunca se ha caracterizado especialmente por su capacidad emotiva, que siempre se ha basado más en la forma que en el fondo, que el papelito del caramelo siempre era más aprovechable que su sabor, pero cuando uno repasa joyas como 'Eduardo Manostijeras', 'Big Fish' o 'La novia cadáver', por seguir con la tónica de los tres ejemplos, se ve dispuesto a debatir cualquier argumento.
No han sido pocas las veces en las que sus películas han conseguido, ternura mediante, destrozar los lacrimales de cualquier espectador capaz de conectar con los maravillosos cuentos que dan forma a gran parte de su filmografía. Por eso, uno está cansado de acudir a una sala de cine a ver el nuevo estreno de Tim Burton y abandonarla, dos horas más tarde, con una extraña sensación agridulce, mucho más cercana a la indiferencia que a la pasión. Todo se ha vuelto más mecánico. Y necesitamos más corazón. Porque sabemos que hay uno capaz de emocionarnos hasta las lágrimas.
Sentido del humor
Qué tiempos aquellos en el que el humor se colaba en todas las películas de Tim Burton desde el salvajismo y la libertad más envidiable. Su cima en este sentido, 'Mars Attack!', la gran comedia de su carrera junto a ese clásico imposible y maravilloso llamado 'Bitelchus', mostraba a un director juguetón y entusiasmado con una película que le permitía, primero, alejarse de sus constantes visuales más características, y segundo, rendir un precioso homenaje a la ciencia ficción de la década de los cincuenta. Todo ello, insisto, desde la búsqueda constante del gag más absurdo e hilarante, alcanzando la carcajada en múltiples ocasiones, siempre que se aceptara la esencia de la película. De lo contrario, te quedabas fuera por completo. La taquilla estadounidense, que se encontró con otro ataque alienígena estrenado en el mismo periodo, 'Independence Day', no terminó de encajar la parodia patriótica que proponía Burton, pero el tiempo ha convertido a 'Mars Attack!' en uno de esos trabajos infravalorados en su momento pero que van adquiriendo defensores apasionados año tras año.
La cuestión es que, si buscamos una comedia en la última etapa cinematográfica de Burton, nos encontramos con 'Sombras tenebrosas', un trabajo que, curiosamente, funcionaba mucho mejor cuando se alejaba de su punto de partida inicial, basado en un vampiro de 1572 que debe adaptarse a la década de los sesenta tras resucitar dos siglos después de ser enterrado vivo, y se adentraba en el homenaje al terror más clásico. Más que irregular intento de volver a una comedia que Burton ha demostrado manejar de una manera muy personal, única. Queremos volver a reírnos, Tim.
Stop Motion
Desde el despacho de productor en 'Pesadilla antes de Navidad', de la que más del 90 por ciento surge de su mente, incluyendo historia y personajes, hasta la silla de director, compartida con Mike Johnson, en 'La novia cadáver', la historia de amor entre Tim Burton y la técnica de animación del stop motion está repleta de pasión y devoción mutua. El interés del director por usar este método animado ha dado frutos tan destacados como los mencionados, pero también ha protagonizado escenas puntuales de destacable belleza, especialmente en 'Bitelchus', en la que el stop motion servía como recurso cinematográfico repleto de originalidad, y al mismo tiempo, como homenaje a una técnica que Burton amaba desde pequeño. Tratar de imaginar el resultado final de las historias protagonizadas por Jack Skellington, Victor Van Dort y compañía, si se hubiera usado otro tipo de animación supone un ejercicio mental tan extraño como, más que posiblemente, desagradecido.
La belleza y poética visual obtenida con estas dos piezas de orfebrería, pequeñas grandes joyas dentro del catálogo Burton, sigue deslumbrando como el primer día, fascinando a millones de espectadores que no se cansan, y mejor así, de defender y encumbrar dos cartas de amor al cine en toda regla. El último regreso del director al stop motion lo encontramos en 2012, con la adaptación al formato largo de su cortometraje 'Frankenweenie', la que, sin ser ninguna maravilla, sigue siendo su mejor película en los últimos seis años. Parece inevitable que Tim Burton regrese a esta técnica de animación, algo que celebramos a lo grande. Ojalá sea pronto.
Nuevos retos
Para un autor con una personalidad tan marcada como la de Tim Burton, con un estilo tan destacado y un universo visual plenamente identificable para cualquier espectador, salir de su zona de confort debe ser especialmente complicado. La mayoría de sus películas forman un discurso narrativo y cinematográfico fuertemente unido, hilado de una manera significativo por lo externo, sí, pero también por los elementos internos, especialmente los personajes que las protagonizan. Seres solitarios de manera involuntaria, empujados por una sociedad que no los acepta, que los observan como bichos raros, que se burlan de ellos tras alabar sus cualidades imposibles. Sin embargo, con propuestas como 'Ed Wood' y 'Big Eyes', dos biopics alejados de los tópicos más manidos del género, Burton ha demostrado una intención admirable por hacer algo diferente, aportar elementos inesperados a su trayectoria, descubrir otras de sus facetas como director.
Podemos hablar, sin lugar a dudas, de una especie de cara y cruz en sus resultados. Si la primera de ellas era una obra maestra repleta de escenas inolvidables, con un tratamiento visual en blanco y negro plenamente justificado y un reparto en permanente estado de gracia, 'Big Eyes' resultaba un forzado intento por abrazar un academicismo que no termina de encajar, ni mucho menos, con su manera de entender el cine. En cualquier caso, ambas propuestas nos invitan a pensar que, en cualquier momento, Burton puede volver a intentar ofrecer algo diferente e inesperado, un viaje a terrenos desconocidos que nos devuelvan a un director atrevido y arriesgado.
Musicales
Dando por hecho que todos los proyectos a los que se enfrente Tim Burton en el futuro tendrán a Danny Elfman como responsable de su correspondiente banda sonora, solamente nos queda desear que ambos genios unan sus fuerzas en un nuevo musical. 'Pesadilla antes de navidad', 'La novia cadáver' y 'Charlie y la fábrica de chocolate' demostraba la fusión perfecta entre la visión cinematográfica del director y la sensibilidad musical del compositor, quienes forman un tándem creativo tan significativo como, por poner el ejemplo más evidente, John Williams y Steven Spielberg. Repletas de canciones inolvidables, estribillos que se te quedan pegados para siempre en tu cerebro y melodías de una belleza tan atípica como conmovedora, estas tres películas sumaron, en 2007, una prestigiosa compañera.
Hablamos de la adaptación a la gran pantalla del musical 'Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet' que Burton realizó con talento desbordante, suponiendo su última obra maestra hasta la fecha. Contando en esta ocasión con los temas firmados por el genial Stephen Sondheim, el director entregó una película cautivadora y emocionante, arriesgada y hermosas, imprescindible para cualquier amante del género. En definitiva, un espectacular resultado que nos hace soñar con el regreso de Burton al musical. Quizás su próximo remake de 'Dumbo' nos ofrezca algo similar. Vaya, de repente las ganas se han mezclado con el miedo.
W.I.N.O.N.A
Vamos, Tim, ¿acaso no has visto 'Stranger Things'? ¿No te has dado cuenta de que Winona Ryder ha vuelto a lo grande, dispuesta a quedarse? De acuerdo, sigue siendo la misma actriz, limitadísima, que en sus comienzos, si acaso más excesiva aún, rozando la parodia en muchos más momentos de los deseados, pero todos los que amamos tu cine llevamos más de una década rogando por este regreso. Plantea la opción de rodar una película con ella y Johnny Depp como protagonistas, taquillazo asegurado. Su último trabajo conjunto, 'Eduardo Manostijeras', se estrenó en 1990 y ya ha llovido lo suficiente, en el caso de Ryder MUCHO, para que las cosas vuelvan a su justo lugar. Tim, llama a Winona. Escribe un papel para Winona. Cuela a Winona en tu siguiente proyecto, sea cual sea. Lo necesitas. Lo necesita. Bueno, a lo mejor vosotros no, pero nosotros sí.