Cuando discutimos sobre la importancia real de los Oscar en la historia del cine, más allá de su impacto mediático y centrando nuestro debate en su relevancia a la hora de premiar las mejores películas de cada año, y a sus respectivos responsables, aparecen siempre ejemplos empeñados en anular cualquier atisbo de entusiasmo. Las deudas que la Academia ha ido adquiriendo año tras año olvidando algunas de las personalidades esenciales del séptimo arte, o premiándoles mal y tarde, pesan demasiado. Ya no es solamente elevar al infinito a películas que, de forma más que evidente, no eran lo más destacado de la cosecha, sino a la ausencia de estatuillas en algunas cuentas indiscutibles. Y ahí, entre muchos otros, podemos encontrar a Stanley Kubrick.
Si buscáis estatuillas en sus estanterías, solamente encontraréis una, a mejores efectos especiales por '2001: Una odisea en el espacio', unos datos que se escapan a toda razón. Hablamos de uno de los cineastas más importantes de todos los tiempos, una personalidad marcada por el riesgo y la innovación, la perfección técnica y la poesía visual, la intensidad dramática y la búsqueda constante por la escena perfecta. El problema, en definitiva, debería ser el exceso de estatuillas, nunca lo contrario. Por eso comenzamos aquí una batalla por la justicia.
Hablar de robo puede resultar excesivo, o no, pero esa es la sensación que nos inunda cuando recordamos las ocasiones en las que la Academia, o bien ignoró a Kubrick, o bien premió a otras propuestas muy, muy inferiores. A continuación, hacemos un repaso por todos aquellos años en los que los Oscar no estuvieron a la altura de un gigante. Un regreso a la falta de sentido común. Un golpe injustificado que, por alguna razón, se repitió varias veces.
Los Oscar que Kubrick no recibió
'2001: Una odisea del espacio' - Mejor película y mejor director
Vale, aquí tenemos un conflicto serio. ¿Por qué? Básicamente porque 'Oliver', el musical que triunfó en aquella ceremonia consiguiendo seis Premios Oscar, incluyendo mejor película y mejor director, es soberbio. Ya sabemos que, actualmente, la Academia y el género no se entienden muy bien, algo que hemos comprobado recientemente de la manera más evidente posible con la derrota de 'La ciudad de las estrellas: La La Land', pero en la década de los 60 las cosas eran completamente diferentes. Y es que, entre 1961 y 1968, nos encontramos con cuatro musicales ganadores del gran premio de la noche, con esta excepcional adaptación del clásico de Charles Dickens cerrando el ciclo de triunfos inaugurado por 'West Side Story' y continuado por 'My Fair Lady' y 'Sonrisas y lágrimas'.
Sin embargo, el paso del tiempo ha dictado una sentencia clara y ha situado a '2001: Una odisea en el espacio', la obra maestra de Stanley Kubrick, como uno de los referentes más incontestables e influyentes de la historia de la ciencia ficción cinematográfica. Una demostración de talento muy avanzada a su tiempo que hubiese merecido mayor suerte en dos de las categorías principales de la noche. 'Oliver' está repleta de encanto y canciones maravillosas. '2001: Una odisea en el espacio' es cine en su estado más puro y desafiante. Tan inalcanzable para la mayoría de espectadores como para los Oscar.
'¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú' - Mejor guión adaptado
Incluso aquellos que no somos especialmente entusiastas con '¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú', debemos aceptar que si hay dos elementos destacados en su conjunto son su guión, basado en la novela de Peter George, y la interpretación estelar de un excelente Peter Sellers.
Excepto para la Academia, claro, que prefirió premiar, respectivamente, la correcta interpretación de Rex Harrison en la gran triunfadora de la noche, 'My Fair Lady', y el trabajo del guionista Edward Anhalt en 'Becket', soporífera adaptación de una obra que nos trasladaba hasta la Inglaterra del siglo XII para analizar los enfrentamientos entre Enrique II Plantagenet, rey de Inglaterra, y Thomas Becket, canciller y después arzobispo de Canterbury. Kubrick, que también estaba nominado a mejor película y mejor director, volvió a irse de vacío.
'Senderos de gloria' - Mejor película y mejor director
Está claro que una edición de los Oscar en la que están nominadas a mejor película obras maestras de la talla de 'El puente sobre el río Kwai', '12 hombres sin piedad', 'Testigo de cargo', y películas tan notables como 'Vidas borrascosas', no admite demasiado debate. Excepto si termina entrando en la categoría más importante de la noche, y en la de mejor director, una medianía llamada 'Sayonara' y se queda fuera una de las mejores, puede que la mejor, película de Stanley Kubrick: 'Senderos de gloria'.
Una cinta bélica rodada desde la excelencia más abrumadora, con interpretaciones maravillosas, con una melancolía desoladora que termina explotando en un desenlace inolvidable, puro nudo en la garganta. Su victoria hubiera sido tan peleada como justa, pero al menos debería haber tenido opciones. O alguna nominación. Es lo mínimo que se le debe exigir a la Academia cuando hablamos de matrículas de honor.
'El resplandor' - Mejor director
Después de haber peleado por la estatuilla con 'Barry Lyndon' en las categorías de mejor película, mejor director y mejor guión, 'El resplandor' fue la primera película de Stanley Kubrick que se quedó sin ninguna nominación. Un doloroso cero en la casilla de una de las películas de terror más hipnóticas de la historia, capaz de suplir sus carencias, que las hay, con algunas imágenes con capacidad indiscutible para quedarse instaladas para siempre en nuestra memoria. Su victoria en mejor película habría sido claramente excesiva, pero Kubrick debería haber estado presente junto a Hugh Hudson, Mark Rydell, Steven Spielberg y Warren Beatty en la lucha por el Oscar. Lo sentimos, Louis Malle.
'La naranja mecánica' - Mejor película y mejor director
Partiendo de la base de que no tenemos absolutamente nada en contra de 'Contra el imperio de la droga', estupendo, crudo y asfixiante thriller, y de William Friedkin, director con nervio y pulso de hierro, no podemos negar que la película y el cineasta más importante que podíamos encontrar en la ceremonia de los Oscar de 1971 eran, respectivamente, 'La naranja mecánica' y Stanley Kubrick. Y con diferencia.
Por encima de su indiscutible impacto social, la adaptación de la novela de Anthony Burgess suponía una cima deslumbrante en la carrera del director, una demostración total de riesgo aceptado, valentía artística y, finalmente, logros históricos. Su triunfo en las categorías de mejor película y mejor director no dejaron de ser una utopía en todo momento, demasiado atrevimiento para la Academia, pero eso no debería tapar la injusticia mayúscula que se cometió con una obra esencial.
'La chaqueta metálica' - Mejor guión adaptado
Puede que 'La chaqueta metálica' no esté entre los mejores trabajos de la carrera de Stanley Kubrick, especialmente por una segunda mitad que no está a la altura de su impecable primera hora de metraje, pero eso no es impedimento para analizar hasta qué punto merecía menos el Oscar a Mejor guión adaptado que 'El último emperador'. La película de Bernardo Bertolucci, incontestable triunfadora de la noche con 9 estatuillas incluyendo mejor película y mejor director, ha envejecido regular, resultando en ocasiones incomprensible una victoria tan contundente, por lo que aumentan las dudas en alguna de las categorías sobre las que reinó.
Y es que Kubrick realizó un estupendo trabajo con el guión que adaptaba la novela de Gustav Hasford, equilibrando sus elementos cómicos y dramáticos, capaces de llevarnos de la carcajada al golpe en el estómago en cuestión de minutos, con destacado talento. Una estatuilla menos para 'El último emperador' y una para 'La chaqueta metálica', en resumen, no habría supuesto ningún problema. Todo lo contrario.
'Barry Lyndon' - Mejor director
De los cinco Oscar conseguidos por esa obra maestra llamada 'Alguien voló sobre el nido del cuco', mejor película, mejor director, mejor actor, mejor actriz y mejor guión adaptado, solamente se podría poner en duda el segundo de ellos. No es que el trabajo de Milos Forman no fuera estupendo, todo lo contrario, pero uno de sus contrincante tenía argumentos de sobra para plantar cara hasta el último segundo.
Porque 'Barry Lyndon' tiene muchas virtudes, pero ninguna tan destacada como la dirección de un Kubrick pletórico, inspirado constantemente y capaz de componer imágenes tan cautivadoras como la que ilustra este texto. Una película desafiante y exigente con el espectador, sí, pero también repleta de recompensas. Y toda la culpa es de su director.