Gustase más o gustase menos, 'Smile' fue uno de esos necesarios casos para la industria cinematográfica, como lo ha sido este año 'Alien: Romulus', que demostró a sus estudios que si no sepultan ellos mismos sus estrenos bajo las plataformas de streaming las salas de cine pueden seguir todavía muy vivas. En principio, la película de terror de 2022 iba a aterrizar en la pequeña pantalla, pero finalmente se le concedió la oportunidad de lucir sonrisa en la grande, y el cambio no le pudo ir mejor a sus responsables: con 17 millones de dólares de presupuesto, el primer largometraje de Parker Finn recaudó unos 216 millones. Cifras estupendas tanto para el estudio como para los defensores de la butaca por encima del sofá y, por supuesto, cifras estupendas para dar luz verde a una secuela que acaba de estrenarse en cines.
Finn retoma la dirección y el guion para rodar una segunda parte que parece tan obsesionada con el éxito de su predecesora que no se atreve a caminar sin pisar fuera de sus huellas, como si quisiera evitar dar un paso en falso trazando su propio camino. En lugar de una terapeuta con un fuerte trauma, 'Smile 2' le pasa la maldición a Skye Riley (interpretada por una magnífica Naomi Scott que se gana con honores el título de 'scream queen'), una estrella de la industria musical con otro delicado trauma, pero a pesar de pertenecer a mundos tan diferentes el resultado general no varía mucho respecto a la primera película.
'Smile 2' comienza seis días después de los acontecimientos de la entrega anterior de la mano de Joel (Kyle Gallner), el personaje que terminó víctima de la maldición en ella. Como el primer proyecto reveló, para que la nueva protagonista acabe poseída deben producirse una serie de muertes, y es precisamente este tramo previo a su posesión uno de los aspectos más potentes del largometraje. Finn, que ya subrayó en 'Smile' su interés por, dentro de los estándares en el cine comercial, rodar planos algo más largos de lo habitual siguiendo con la cámara la acción en vez de abusar de los cortes, se anima a iniciar el proyecto con un plano secuencia donde tensión y acción coexisten para asegurarse de que el espectador empiece con la mejor de sus sonrisas.
Aunque no vuelve a rodar otro plano secuencia de la duración del primero, sirva como ejemplo para confirmar que el director continúa evitando el exceso de cortes (de nuevo, bajo el estándar del cine comercial), haciendo así más palpable el terror y volviéndonos más partícipes de los sucesos, casi como si fuéramos culpables por no intervenir, casi como si fuéramos el ser maligno que acecha a su presa.
Un Lukas Gage tan desquiciado como imprevisible nos regala una de las secuencias más tensas y divertidas de 'Smile 2' para, como ya desvela el tráiler, dar paso a la premisa de la película: quien va a lidiar con la maldición a lo largo de todo el metraje es Skye, una famosa cantante. Es a partir de aquí cuando la película empieza a pecar de repetitiva respecto a la anterior, pues la forma de enfocar cómo le afecta la posesión sigue sus mismos patrones: un primer choque con las visiones que atribuye a un trauma personal, al sospechar de que hay algo más los personajes secundarios aseguran que solo está estresada y cansada (lo que la vuelve más inestable todavía), la aparición de una persona que sí cree en ella para impulsar la trama como fue el policía de 'Smile', fuertes acciones como respuesta a acontecimientos que no sabe si son reales o no... Una estructura y desarrollo tan cercano a lo ya visto que su similitud cansa por momentos si se tiene reciente 'Smile'.
A esto se le suma la leve pérdida de tensión que trae consigo que el público sea consciente desde el inicio de qué le sucede a la protagonista y cómo funciona su maldición, sobre la que tampoco se amplía su mitología con pequeños detalles como pudo ser la revelación de 'Smile' de que no era necesario suicidarse para transmitirla. Para compensar la falta de aquel factor sorpresa, Finn decide colocar al público en la misma posición que la cantante en lo que a percepción de la realidad se refiere y llevar las alucinaciones a momentos más terrenales para que también dudemos de qué es real o no. Algunos de estos engaños aterrizan en buen puerto, de otros se llega a abusar demasiado hasta el punto de perder fuerza o incluso parecer tramposos.
'Smile 2' ofrece la posibilidad de jugar con la maldición en nuevas situaciones al poseer a un personaje de la posición de Skye. Tiene obligaciones contractuales, que tratar con fans entre las que hay niñas pequeñas, eventos a los que no puede faltar, ensayos, conciertos, está expuesta a las cámaras... Un estilo de vida muy público y diferente a la protagonista anterior con potencial de innovar en el caos que provoca la posesión a su alrededor. Pero de esta virtud también nace la flaqueza de no sacar partido del todo a la misma, pues se concede demasiado tiempo a visiones generales que podría tener cualquier otro personaje. Y es una pena, porque los grandes momentos que exploran la posesión en el exclusivo mundo de una estrella musical, como alguna interacción con sus fans o una fantástica visión relacionada con las coreografías que ensaya con su equipo, subrayan que se podría haber aprovechado más esta idea para que 'Smile 2' tuviese identidad propia sin dejar de ser fiel a su pasado.
Desde escenas bestias de violencia física (se echa en falta algo más de terror psicológico como la estupenda escena del gato muerto en el cumpleaños de los niños en la película anterior) a sus sonidos estruendosos y 'jumpscares', 'Smile 2' tiene ingredientes de sobra para contentar a amantes del primer proyecto dispuestos a disfrutar con un viaje similar, pero puede que sepa a poco a aquellos que quieran probar una nueva receta. De todas formas, Finn cierra 'Smile 2' con un final que abre la puerta a una tercera película que sí promete ser un soplo de aire fresco a la saga. Sonreiremos ambos grupos entonces.
'Smile 2' está disponible en cines.