Estamos acostumbrados a que Hollywood nos sature con comedias románticas en las que la exageración y tirar de tópicos vistos hasta la saciedad sean una constante. Una señorita de muy buen ver que nadie en su sano juicio se creería que el bueno de Cupido no haya llamado a su puerta, se pasa el grueso del metraje viviendo situaciones rocambolescas hasta que encuentra el amor en brazos del guaperas de turno. La falsa ilusión creada por la industria del cine de que el amor es algo así como una maratón a contrarreloj con una siempre gratificante recompensa.
'Sobran las palabras' es un trabajo que se aleja de ese mundo de fantasía, para mostrarnos la historia de una mujer de mediana edad, divorciada y con su única hija a punto de marcharse a la universidad. Una de esas mujeres que, aunque en la película se llame Eva y esté encarnada por Julia Louis-Dreyfus, todos tendremos más de un referente cercano. Esta película viene a reflejar el cómo cambia el concepto del amor conforme pasan los años y qué los miedos a los cincuenta no son los mismos que cuando se es un adolescente, aunque estos sean más acusados.
Parte de la grandeza de esta interesante obra reside en un guion muy bien estructurado, que hace de la naturalidad su mayor arma para arrancar las carcajadas de los espectadores. Nicole Holofcener, directora y guionista de otras comedias dramáticas como 'Lovely & Amazing' o 'Amigos con dinero', firma con esta película su mejor guion hasta la fecha. La forma de conseguirlo es dosificando los chistes y dándole una gran importancia a su pareja protagonista, descubriendo al mismo tiempo que ellos las virtudes y defectos del contrario.
La película se percibe como un retrato sincero de todas aquellas personas que quieren darse una nueva oportunidad en el amor después de una vida plagada de fracasos. Cuando se rozan los cincuenta, surgen siempre los temores de que la otra persona no cumpla las expectativas, no ya en el plano sexual como bien muestra 'Sobran las palabras', sino en aspectos mucho más relevantes como las pequeñas manías del día a día. En este caso el ser una persona descuidada, que compra botellas de colutorio cuando todavía no se ha gastado o no utiliza la mesilla de noche.
El origen de estas dudas lo encontramos en el personaje de Marianne, una clienta que recurre a los servicios como masajista de nuestra protagonista y que a la vez es la exmujer del hombre con el que ha decidido darse una oportunidad. Este detonante simplemente agudizará las inseguridades del personaje principal que se preguntará constantemente si el hombre con el que está saliendo será verdaderamente un buen compañero de vida.
Cierto es que la resolución de la historia es más que previsible, pero el recorrido nos dejará más de un apunte honesto entre sus diálogos llenos de ingenio. Holofcener en su faceta como directora se muestra simplemente solvente, al dejar que el peso de la acción recaiga sobre el guion y sus inspirados intérpretes, todo ello acompañado por una agradable música.
De estar por casa
Julia Louis-Dreyfus y James Gandolfini desprenden delante de la cámara la naturalidad que requieren sus cotidianos personajes. Que Dreyfus tiene la capacidad de cargar con escenas cómicas, era de sobra conocido gracias a sus alabados personajes en la pequeña pantalla, pero en 'Sobran las palabras' deja constancia también de su gran versatilidad y capacidades dramáticas.
Mención especial merece su compañero de reparto, quien lejos de, como se podría pensar, recibir alabanzas por el sentimiento nostálgico que siempre conlleva una muerte, aporta a su personaje una serie de matices que no aparecen en el guion. Albert, un hombre orondo y bonachón, será recordado como uno de los mejores personajes de su carrera. Y sí, incluyo 'Los Soprano', que no es precisamente decir poco...