La filmografía de Stanley Kubrick siempre se ha visto envuelta de misterio y teorías, no podía ser de otra manera viniendo de quien viene. Irónicamente, el cineasta explicó el final de '2001: Una odisea del espacio', una cinta emblemática a la par que enigmática que tuvo un gran impacto entre el público y la crítica de la época debido principalmente a su final.
Kubrick se negó a explicar el desenlace, tal y como predican muchos genios creativos, y ya que el realizador falleció hace casi dos décadas, parecía que nunca obtendríamos una explicación idónea. Sin embargo, recientemente se ha descubierto un material que podría resolver todas nuestras dudas acerca de lo que el americano quería transmitir.
Por si alguien no lo recuerda, la media hora final, de gran emoción simbólica, hizo que el protagonista, Dave, pasara por un espectáculo de luces psicodélicas, destinado a ser incomprensible, mientras era transportado a través de enormes océanos de tiempo y espacio, alcanzando finalmente el tercer monolito de la película. Es allí donde llega a la siguiente etapa de la evolución humana. Un desenlace que sigue incitando al debate después de 50 años de su estreno.
Durante una extraña entrevista telefónica para un documental japonés sobre fenómenos paranormales, el director contaba su versión del relato. El documental hasta ahora desconocido es material bruto rodado en los años ochenta para un programa televisivo que jamás llegó a emitirse y en el que Jun'ichi Yaoi investigaba si había ocurrido algún suceso paranormal en el rodaje de 'El resplandor'. La conversación sobre el final de la aclamada obra maestra comienza a partir del minuto 49:40.
Los Oscar que Kubrick no recibió
'2001: Una odisea del espacio' - Mejor película y mejor director
Vale, aquí tenemos un conflicto serio. ¿Por qué? Básicamente porque 'Oliver', el musical que triunfó en aquella ceremonia consiguiendo seis Premios Oscar, incluyendo mejor película y mejor director, es soberbio. Ya sabemos que, actualmente, la Academia y el género no se entienden muy bien, algo que hemos comprobado recientemente de la manera más evidente posible con la derrota de 'La ciudad de las estrellas: La La Land', pero en la década de los 60 las cosas eran completamente diferentes. Y es que, entre 1961 y 1968, nos encontramos con cuatro musicales ganadores del gran premio de la noche, con esta excepcional adaptación del clásico de Charles Dickens cerrando el ciclo de triunfos inaugurado por 'West Side Story' y continuado por 'My Fair Lady' y 'Sonrisas y lágrimas'.
Sin embargo, el paso del tiempo ha dictado una sentencia clara y ha situado a '2001: Una odisea en el espacio', la obra maestra de Stanley Kubrick, como uno de los referentes más incontestables e influyentes de la historia de la ciencia ficción cinematográfica. Una demostración de talento muy avanzada a su tiempo que hubiese merecido mayor suerte en dos de las categorías principales de la noche. 'Oliver' está repleta de encanto y canciones maravillosas. '2001: Una odisea en el espacio' es cine en su estado más puro y desafiante. Tan inalcanzable para la mayoría de espectadores como para los Oscar.
'¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú' - Mejor guión adaptado
Incluso aquellos que no somos especialmente entusiastas con '¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú', debemos aceptar que si hay dos elementos destacados en su conjunto son su guión, basado en la novela de Peter George, y la interpretación estelar de un excelente Peter Sellers.
Excepto para la Academia, claro, que prefirió premiar, respectivamente, la correcta interpretación de Rex Harrison en la gran triunfadora de la noche, 'My Fair Lady', y el trabajo del guionista Edward Anhalt en 'Becket', soporífera adaptación de una obra que nos trasladaba hasta la Inglaterra del siglo XII para analizar los enfrentamientos entre Enrique II Plantagenet, rey de Inglaterra, y Thomas Becket, canciller y después arzobispo de Canterbury. Kubrick, que también estaba nominado a mejor película y mejor director, volvió a irse de vacío.
'Senderos de gloria' - Mejor película y mejor director
Está claro que una edición de los Oscar en la que están nominadas a mejor película obras maestras de la talla de 'El puente sobre el río Kwai', '12 hombres sin piedad', 'Testigo de cargo', y películas tan notables como 'Vidas borrascosas', no admite demasiado debate. Excepto si termina entrando en la categoría más importante de la noche, y en la de mejor director, una medianía llamada 'Sayonara' y se queda fuera una de las mejores, puede que la mejor, película de Stanley Kubrick: 'Senderos de gloria'.
Una cinta bélica rodada desde la excelencia más abrumadora, con interpretaciones maravillosas, con una melancolía desoladora que termina explotando en un desenlace inolvidable, puro nudo en la garganta. Su victoria hubiera sido tan peleada como justa, pero al menos debería haber tenido opciones. O alguna nominación. Es lo mínimo que se le debe exigir a la Academia cuando hablamos de matrículas de honor.
'El resplandor' - Mejor director
Después de haber peleado por la estatuilla con 'Barry Lyndon' en las categorías de mejor película, mejor director y mejor guión, 'El resplandor' fue la primera película de Stanley Kubrick que se quedó sin ninguna nominación. Un doloroso cero en la casilla de una de las películas de terror más hipnóticas de la historia, capaz de suplir sus carencias, que las hay, con algunas imágenes con capacidad indiscutible para quedarse instaladas para siempre en nuestra memoria. Su victoria en mejor película habría sido claramente excesiva, pero Kubrick debería haber estado presente junto a Hugh Hudson, Mark Rydell, Steven Spielberg y Warren Beatty en la lucha por el Oscar. Lo sentimos, Louis Malle.
'La naranja mecánica' - Mejor película y mejor director
Partiendo de la base de que no tenemos absolutamente nada en contra de 'Contra el imperio de la droga', estupendo, crudo y asfixiante thriller, y de William Friedkin, director con nervio y pulso de hierro, no podemos negar que la película y el cineasta más importante que podíamos encontrar en la ceremonia de los Oscar de 1971 eran, respectivamente, 'La naranja mecánica' y Stanley Kubrick. Y con diferencia.
Por encima de su indiscutible impacto social, la adaptación de la novela de Anthony Burgess suponía una cima deslumbrante en la carrera del director, una demostración total de riesgo aceptado, valentía artística y, finalmente, logros históricos. Su triunfo en las categorías de mejor película y mejor director no dejaron de ser una utopía en todo momento, demasiado atrevimiento para la Academia, pero eso no debería tapar la injusticia mayúscula que se cometió con una obra esencial.
'La chaqueta metálica' - Mejor guión adaptado
Puede que 'La chaqueta metálica' no esté entre los mejores trabajos de la carrera de Stanley Kubrick, especialmente por una segunda mitad que no está a la altura de su impecable primera hora de metraje, pero eso no es impedimento para analizar hasta qué punto merecía menos el Oscar a Mejor guión adaptado que 'El último emperador'. La película de Bernardo Bertolucci, incontestable triunfadora de la noche con 9 estatuillas incluyendo mejor película y mejor director, ha envejecido regular, resultando en ocasiones incomprensible una victoria tan contundente, por lo que aumentan las dudas en alguna de las categorías sobre las que reinó.
Y es que Kubrick realizó un estupendo trabajo con el guión que adaptaba la novela de Gustav Hasford, equilibrando sus elementos cómicos y dramáticos, capaces de llevarnos de la carcajada al golpe en el estómago en cuestión de minutos, con destacado talento. Una estatuilla menos para 'El último emperador' y una para 'La chaqueta metálica', en resumen, no habría supuesto ningún problema. Todo lo contrario.
'Barry Lyndon' - Mejor director
De los cinco Oscar conseguidos por esa obra maestra llamada 'Alguien voló sobre el nido del cuco', mejor película, mejor director, mejor actor, mejor actriz y mejor guión adaptado, solamente se podría poner en duda el segundo de ellos. No es que el trabajo de Milos Forman no fuera estupendo, todo lo contrario, pero uno de sus contrincante tenía argumentos de sobra para plantar cara hasta el último segundo.
Porque 'Barry Lyndon' tiene muchas virtudes, pero ninguna tan destacada como la dirección de un Kubrick pletórico, inspirado constantemente y capaz de componer imágenes tan cautivadoras como la que ilustra este texto. Una película desafiante y exigente con el espectador, sí, pero también repleta de recompensas. Y toda la culpa es de su director.