El cine no ha muerto. Como en la gran mayoría de ofertas culturales y de ocio, las nuevas posibilidades de prestación de servicios están moldeando la manera en la que los usuarios acceden a este contenido. En este sentido, la tendencia económica dominante actualmente es el modelo de suscripción bajo demanda. Esta estrategia va más allá del caso concreto de plataformas como Netflix y Spotify, tan punteras y a la alza en los últimos años. De hecho, como señaló un estudio de Deloitte el año pasado, casi el 90% de las personas nacidas entre 1980 y 1999 (los conocidos como millennials) poseen un servicio de suscripción. Las salas de cine han tratado de responder a esta tendencia durante estos años con una tarifa plana mensual de entradas, que ha contado con sus éxitos y (grandes) fracasos tanto en Estados Unidos como en Europa.
La última cadena de cines en apostar por esta estrategia ha sido la americana Regal. Como ha anunciado Deadline, la oferta Regal Unlimited ofrecerá tres tarifas distintas para que los espectadores puedan asistir sin límites a cualquiera de sus cines. Pagando 18 dólares al mes en la más barata, 21 en la media y 24 en la más cara, este servicio supuestamente estará disponible en Estados Unidos a finales de Julio. Aún no está confirmado si la tarifa incluirá los servicios extra de formato amplio, Dolby 3D o IMAX.
Esta cadena se suma así a otros cines americanos como los AMC, que justo acaban de celebrar el primer aniversario de su iniciativa Stubs A-List. Los más de 800.000 suscriptores que ya se han apuntado a ella disfrutan de entradas sin límites en todos los cines de la cadena por un rango de precio entre 19,95 y 23,95 dólares al mes, según cada estado. De una manera algo distinta, Cinemark ha lanzado también un programa de fidelización de 9 dólares mensuales por los que el público obtiene una entrada en 2D para cualquier película y descuentos en el resto de entradas. Esta cadena ha decidido no arriesgarse con un precio fijo ilimitado para no repetir el fracaso de Moviepass. Esta tarjeta ofrecía entradas ilimitadas por tan solo 9,95 dólares mensuales, aunque conforme se fue desvelando su imposible rentabilidad las condiciones empezaron a ser cada vez más restrictivas.
Más allá de Estados Unidos
Como demuestra este último caso mencionado, la estrategia de entradas mensuales puede ser muy diversa tanto en precio como en los países en los que se use. Una de las alternativas a las anteriores "made in America" es la europea Sinemia. Creada en 2014, esta starup es aplicable en varios cines distintos de todo Reino Unido a través de muy diversas tarifas, pagando 4 libras por una entrada, 8 por dos, 10 por tres, etc. Tras operar durante varios años en Europa y sumar Canadá y Australia, el año pasado esta iniciativa se expandió a Estados Unidos con un precio fijo de 29,99 dólares al mes.
Otros países europeos como Alemania y Francia tienen también sus propia tarifas planas de cine. Nuestro país vecino ofrece entradas mensuales ilimitadas por tan solo 20 euros al mes, tanto en los UGC/MK2 como en los icónicos Pathé. Por su parte, la tarjeta UCI llegó en diciembre de 2015 a Alemania con una suscripción obligatoriamente anual materializada en un pago mensual de 23,40 euros. Sin embargo, el sistema de cine sin límites dominante en Europa es el de CineWorld, presente durante más de una década en Reino Unido donde es el exhibidor cinematográfico líder con casi 1.000 establecimientos. Expandido también con fuerza en Francia y Polonia, su oferta ilimitada se ofrece por 17,90 libras mensuales que incluyen también descuentos en comida y bebida. De hecho, la reciente iniciativa de los americanos cines Regal se ha basado en la de esta cadena, al igual que hicieron los Odeon hace dos años en Europa con este mismo precio.
Ya lo tienen todos, pero ¿y en España pa'cuándo?
Aunque de momento no sea de manera directa, estas iniciativas mundiales sí que pueden reflejarse en algunos cines de España. Antes de sumarse a la ola de la tarifa plana, los cines Regal ya ofrecían un programa de fidelización como los de las salas de Cinesa o Yelmo, con puntos acumulados por cada entrada. Además, en esta nueva etapa, los Regal van a unificar estas promociones en sus sedes a lo largo de todo el país aún con sus diferencias de precios en las ciudades más grandes, igual que ocurre con estas cadenas españolas. Para poder disfrutar de un bono mensual de entradas más directamente en nuestro país, tendremos que esperar a ver si la polémica MoviePass finalmente llega a España, tal y como avanzaba su creador en una entrevista para El País. Por muy bien que suene, la cadena Yelmo Cines (de las pocas voces pronunciadas al respecto) no lo tenía muy claro, señalando que "la viabilidad depende del mercado en sí", y que es importante tener un precio realista "para tener una buena implementación".
Ante este panorama, la única iniciativa nacional que ha demostrado que el público español sí esta dispuesto a ir al cine por un precio asequible es la Fiesta del Cine. Por 2,90 euros la entrada en (casi) todos los cines del país, los espectadores no han tenido problema incluso en repetir alguna película o pagar un suplemento por versiones en iSens o 3D. Si nos trasladamos a Cataluña, podemos encontrar algunos experimentos más locales y esporádicos en esta línea, como la tarifa plana que en 2013 establecieron los Cinemes Girona de Barcelona. Ofreciendo un año de cine por 30€ al mes, esta iniciativa lanzada para financiar la digitalización de una de sus salas sorprendió con más de 3.500 abonados en tan solo cuatro días, por lo que no es de extrañar que hayan decidido relanzarla este año ya con precio de 59 euros al año si se compra en el mes de julio (el resto del año son 190€). Además, los cines Punt Vallès de Cerdanyola ofrecen una tarjeta de entradas mensual por 22,50 euros. La oferta puede salir rentable para los espectadores más habituales de este municipio cercano a la capital, ya que su precio normal oscila entre 5€ y 7,50€. Más allá de los multicines, otro ejemplo podría ser el abono anual de 40€ que ofrece la Filmoteca Española para asistir a todas las proyecciones de la madrileña sala Doré.
La viabilidad de la tarifa plana de cine podría estar más que asegurada, teniendo en cuenta la última Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales publicada por el Ministerio de Cultura. En ella puede observarse que el principal motivo por el que la gente no va al cine es por el elevado precio (28,9% de los encuestados), y no por la competencia del streaming, la cual solo representa un 10,2%. De hecho, el informe de Salas de Cine de la FECE de 2018 ha revelado que el público menor de 25 años es el que más va al cine y, a la vez, el que más televisión bajo demanda consume. Así, al igual que ocurre en EE.UU., el público aún quiere ir a ver las películas en pantalla grande. Sin embargo, este informe también apunta que este nicho de jóvenes suele gastar entre 5 y 7 euros por lo que, de introducirse algún día en España, la tarifa plana mensual debería establecer un precio acorde a la media de la entrada española, actualmente situada en 5,99€, muy por debajo de otros países europeos. El reto de esta iniciativa sería convencer a más de ese 10% de españoles que actualmente van al cine una vez en semana. Para ellos, esta promoción sería más que rentable, pero el objetivo final de todo este debate a nivel mundial es materializar económicamente ese ideal del que tantos creadores parten en sus obras de que las historias contadas en pantalla son para cualquier ser humano.