La crisis del coronavirus está teniendo consecuencias tan catastróficas como inevitables en la industria audiovisual alrededor del mundo. Además de pararse la producción de la mayoría de los proyectos, las salas de cine han tenido que cerrar provocando despidos y pérdidas a todos los niveles de la cadena de producción, distribución y exhibición.
Y el futuro a corto plazo no es halagüeño, pues se prevé una vuelta a la normalidad lenta y errática. En España los cines podrán empezar a reabrir sus puertas a partir del 25 de mayo, dependiendo del estado de contagios en el que se encuentre cada zona del país y siempre con aforos limitados. En Estados Unidos, la Asociación Nacional de Exhibidores (NATO) espera que la reapertura gradual ocurra entre junio y julio a lo largo de todo el país, si las previsiones de las autoridades sanitarias son correctas.
En la industria hay quienes piensan que el público podría no volver durante mucho tiempo a llenar las salas de cine, y que la gran pantalla podría no tener el suficiente público en todo 2020. Hay quienes ya pronostican la muerte definitiva de las salas de cine, una ventana que lleva años perdiendo fuerza ante el avance de las plataformas de streaming y el éxito de otros medios entre los jóvenes como los videojuegos o Internet.