Primera escena. Mario Casas se encuentra tumbado en una toalla, vestido solamente con sus vaqueros. Este comienzo debería ser suficiente para confirmar los peores temores de todos los que criticaron 'Tres metros sobre el cielo'. Sin embargo, y mucho más importante, la primera escena de 'Tengo ganas de ti' convencerá a todos los que disfrutaron de la primera parte de que la secuela conquistará también sus corazones.
Sería muy fácil destrozar una película que ya de por sí se basa en una novela de Federico Moccia. Ambos productos son el Big Mac del séptimo arte, pero todo el que entra a comer una hamburguesa en un restaurante de fast-food sabe perfectamente lo que se va a encontrar, lo mismo con 'TGDT'. Por suerte para ellos, Fernando González Molina ha diseñado, escena a escena, un festival de cine "teen" que deja a 'Crepúsculo' a la altura de un cuento para niños.
Hache regresa de Londres a Barcelona, donde pretende continuar con su vida sin Babi. Parece bastante posible, ya que pronto conoce a Gin, una joven tan descarada como él, que le dará nuevas esperanzas. Pero la Ciudad Condal no es tan grande, y el encuentro con Babi es inevitable, tanto como chocar con todos los recuerdos de la muerte de su mejor amigo.
La base de la película, simple a más no poder, nos presenta un triángulo amoroso, obligatorio en este género y más aún cuando el público es el adolescente. Aunque no será tan triangular, ya que el personaje de María Valverde estará más ocupada con sus problemas familiares, algo que también tiene el de Mario Casas aunque se toquen de forma mucho más ligera. Otros temas, más centrados en situaciones que quizás y por desgracia sean muy típicos en los jóvenes de hoy en día (casi todos sufridos por el personaje de Nerea Camacho) pasan de forma muy mundana por la pantalla, enviando quizás un mensaje indebido al público.
La película se divide en dos mitades muy diferenciadas. En la primera asistimos al cortejo de Hache y Gin, situaciones idílicas y una química entre Casas y Clara Lago que no se puede obviar. Suspiros por doquier, y seguro que se dará en las salas alguna mirada al novio de turno, esperando que a ellas también las lleven a una cita tan perfecta como la de los protagonistas.
Un tsunami de lágrimas
Gracias al gran talento de Clara Lago, la primera mitad se salva bastante bien, quedando como una exposición de amor que no tiene nada que envidiar a las comedias románticas norteamericanas, sumado a la pasión española, que subirá las temperaturas. Una pena que en la segunda parte, el momento de sacar el pañuelo, todo sea tan precipitado que no haya donde cogerlo.
De pronto, todos los problemas de absolutamente todos los personajes explotan a la vez sin ningún tipo de chispa que justifique tamaño incendio. Cuando nos damos cuenta, todas las situaciones se desmoronan y no sabemos de dónde llegan. Por poner un ejemplo, la relación maravillosa entre Gin y Hache tropieza sin piedras, simplemente un día se levantan con celos infundados.
A la necesidad de una consecución lógica de las historias de cada personaje se le une una cantidad tal de melodrama que resulta hasta absurdo. Las vidas de todos se vuelven tan miserables y las decisiones que toman son tan poco creíbles que todo es un festival de lágrimas hasta el final, matando el alma de la mitad de los protagonistas por típicas situaciones que, sinceramente, no vienen a cuento. Pero cuentan con un público tan implicado en sus altibajos que lo verán como si les estuvieran ocurriendo a sus propios amigos.
De esos "amigos" sólo puedo destacar a Lago, que sigue demostrando su capacidad de pasar a un cine totalmente comercial y seguir robando cada escena. Ella es la única que puede ponerse al nivel de protagonismo de Mario Casas, ya que María Valverde da un giro a su personaje, pasa a un segundo plano y no cuenta con tiempo para ofrecer algún tipo de lucha para encandilar al público. También ella tuvo toda una película para ello. Pero la estrella es Mario Casas, por mucho que el actor siga cayendo en un personaje muy repetitivo y siga dando la sensación de que está solamente ahí para quitarse camisetas y acentuar más aún un deje barriobajero.
Foto de perfil
Aunque el guión sólo pueda ser soportado por las que estén absolutamente cegadas por el torso del protagonista, el melodrama barato y las frases de estado del Messenger (si alguien sigue utilizándolo), Fernando González Molina ha dirigido una película cuidada al milímetro para adolescentes, y por eso la mayoría de escenas parecen estar preparadas para ser colgadas en los muros de Tuenti, Facebook, Tumblr y todas las pantallas de las BlackBerry españolas.
Y es que sería hipócrita decir simplemente que esta película, si lo miramos hacia un público más general, no es más que un melodrama barato con un sabor agridulce que cortaría a muchísimos la digestión y que tiene unas cuantas situaciones que dejarían a un padre escandalizado. Sería como pensar que una película de terror fuera mala porque un niño no la puede disfrutar. 'TGDT' es un vestido de alta costura para quinceañeras y quinceañeros (y los que tienen alma de los mismos, tengan la edad que tengan). La película esta pensada para ellos, y sólo para ellos; es muy dudoso que salgan decepcionados. Y eso no es ni mucho menos algo negativo, sino que es muy destacable que se haya conseguido más bien el largometraje de drama, romance y pasión que llevan dos años esperando. Lo van a disfrutar.