Pasado ya el ecuador del festival, la prensa comienza a buscar la gran película del certamen o el film que pueda acaparar el palmarés el próximo sábado. La candidata mejor situada ayer era 'The Congress', nueva película del israelí Ari Folman tras la celebrada e interesantísima cinta de animación 'Vals con Bashir' y la respuesta fue bastante entusiasta a pesar de lo desigual de la cinta, que sufrió dos cortes durante el pase de prensa debido a un problema técnico que obligó a reestructurar sobre la marcha la programación matinal de la principal sede de proyecciones.
'The Congress' está protagonizada por Robin Wright y comienza como algo muy cercano al documental, con la actriz interpretándose a sí misma, haciendo frente a una crisis profesional y personal, cuyo agente -interpretado por Harvey Keitel- le ofrece un multimillonario contrato con un gran estudio (maliciosamene bautizado como 'Miramount', sobran las explicaciones) para escanear sus expresiones y movimientos, utilizando su imagen al servicio de superproducciones mediante técnicas digitales. A cambio, deberá abandonar su carrera como actriz.
El film da un giro radical a la hora de metraje, cuando cambia la imagen real por la animación, y nos introduce en un lisérgico futuro virtual con ecos de caverna platónica. Para entonces hemos pasado de un drama personal que incluía una urgente reflexión sobre los efectos de la tecnología en el arte y elementos melodramáticos (como la enfermedad del hijo), a una distopía futurista en la que se nos sugiere que la única salvación puede encontrarse en un trivial mundo ficticio. 'The Congress' es una absoluta locura, un trabajo escandalosamente irregular pero plagado de ideas estimulantes y cuya advertencia sobre una hipotética dictadura tecnológica, que comienza a ser un leit motiv en este Sitges 2013, resulta del todo pertinente.
También se presentaba a concurso 'Europa Report' (AKA 'Europa One'), debut en Hollywood del ecuatoriano Sebastián Cordero, muy alejado hasta ahora del fantástico y que sorprende por el buen pulso que le imprime a una historia funcional pero mecánica y un tanto fria. La película, una aventura espacial que tiene un acabado técnico impecable y resulta irreprochable como entretenimiento, adolece sin embargo de una absoluta falta de emociones, que la convierte en inmediatamente olvidable.
Humor español y mezclas genéricas
Dentro de Nuevas Visiones, llegaba con muy buenas referencias 'Gente en sitios' de Juan Cavestany. Comedia coral con un reparto lleno de nombres conocidos del cine español que realizan breves apariciones (Maribel Verdú, Carlos Areces, Eduard Fernández...), se trata un trabajo irremediablemente desigual, como casi cualquier film episódico. La película juega la baza de un humor costumbrista a ras de suelo y con bastante mala leche. Se compone de micro-sketches que oscilan entre lo brillante (el restaurante mexicano) y lo ridículo (la forzada salida del armario). 'Gente en sitios' puede arrancar carcajadas inteligentes, pero carece de sentido unitario.
Para acabar, rescatamos en su segundo pase 'Possession', fallida incursión del reputado cineasta filipino Brillante Mendoza en el cine fantástico. La película pretende abarcar crónica social, psicologismo y ejercicio genérico. Por desgracia, esa mezcla nunca funciona y el film se convierte en un batiburrillo de lo más prescindible, a pesar de un par de imágenes con cierta fuerza para inquietar.