'The secret of Kells' fue uno de los filmes nominados como mejor película de animación en la pasada edición de los Oscar, compitiendo con la ganadora 'Up', 'Los mundos de Coraline', 'Fantástico Sr. Fox' y 'Tiana y el sapo'.
Sin duda alguna, en un momento en el que la animación por ordenador parece encontrarse en su mayor auge, no deja de resultar curioso que tan solo el film de Pixar haya sido realizado a golpe de mouse, siendo el resto confeccionados mediante la animación tradicional o a través de la stop-motion, sirviéndose siempre, eso sí, del omnipresente ordenador.
'The secret of Kells', por su parte, es un caso verdaderamente curioso, pues más allá de renunciar al píxel más ortodoxo, recoge el estilo visual del arte celta y los manuscritos iluminados medievales, adoptando además la perspectiva y geometría de la época. El resultando es, al menos visualmente, irreprochable, convirtiendo a esta producción irlandesa en un producto único que, por desgracia, no logra hallar la armonía necesaria entre fondo y forma.
La película de Tomm Moore, más allá de su encanto visual, su maravillosa banda sonora y su pedagógico mensaje, no consigue perfilar hacia qué tipo de audiencia va dirigida, siendo un título perdido en un limbo demasiado inocente para el público adulto y demasiado oscuro para el espectador más joven. Sus aterradoras reminiscencias paganas, en conjunción con cierta falta de dinamismo, hacen de esta película irlandesa una anecdótica rara avis que, más allá de su estética, no termina de funcionar en su conjunto.
Quizá por ello los apenas setenta y cinco minutos de duración del film parecen dilatarse en exceso, recreándose en más de una ocasión en su forma y olvidando trasfondo y entramado, lo que repercute en un agravio comparativo entre un nudo argumental en demasía redundante y un desenlace tan apresurado como enigmático.
A pesar de ello, 'The secret of Kells' es una bella rareza que merece ser degustada.