John Musker y Ron Clements forman un tándem ya clásico dentro de la factoría Disney; suyos son títulos como 'Aladín' o 'La sirenita', por citar los ejemplos más relevantes, si bien sus orígenes se remontan a la no menos entrañable 'Basil: El ratón superdetective'.
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Con 'Tiana y el sapo', la pareja de directores -y guionistas- ha realizado un arriesgado (cronológicamente hablando, se entiende) back to basics tanto estético como conceptual, de fondo y forma, remezclando diversos elementos y personajes del Disney clásico y sazonándolo de un inocente aunque entretenido cuento de moralina excesivamente edulcorada y bienpensante.
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Enfocado abiertamente al público más menudo y a la nostalgia de sus progenitores, 'Tiana y el sapo' funciona aunque no fascina al recorrer derroteros ya transitados y recurrentes, en los que los personajes secundarios poseen más carisma que sus almidonados protagonistas, y en los que sus jazzísticos números músicales impregnados de esencia cajún dinamizan un producto que, tratado bajo otro prisma, habría resultado simple y llanamente anacrónico.
Por ello, el nuevo trabajo bidimensional de la Disney se queda un poco entre dos aguas, resultando, en el fondo, un producto menor aunque melancólicamente entretenido, y que transcurre con presteza ante nuestras retinas, si bien nos deja esa agridulce sensación de que lo que estamos viendo ya lo hemos presenciado con anterioridad.