Los años 2000 no fueron muy boyantes para los clásicos Disney, mientras que Pixar arrasaba entre la crítica y el público con auténticas joyas cinematográficas como 'Buscando a Nemo' (2003), 'Los Increíbles' (2004) o 'Wall-E' (2008), la factoría veterana, aquella que dio vida a 'Blancanieves y los siete enanitos' (1937), '101 dálmatas' (1961) o 'El rey león' (1994) vivía una fuerte crisis creativa, denominada históricamente como "Segunda Etapa Oscura" o "Post-Renacimiento Disney".
Pese a haber algunas excepciones, 'Lilo y Stitch' (2002) es el mejor exponente, Disney, como estudio de animación, vivía una época similar a la vivida en los años 70 y 80. Pero, como sucedió en ese momento, hubo una heroína que cambió el curso de la historia y, una vez más, fue una princesa. Se está hablando, cómo no, de 'Tiana y el sapo' (2009), el largometraje que dio inicio de un nuevo ciclo de éxitos y reconocimiento.
'Tiana y el sapo' fue el primer largometraje de la era Lasseter. En 2006, Disney, que no pasaba una buena situación financiera, optó por comprar la factoría Pixar, evitando así la marcha del estudio que más alegrías le estaba reportando en ese momento. Eso provocó que el director de 'Toy Story', figura esencial en Pixar, pasase a convertirse en jefe creativo de Walt Disney Studios.
El encanto de Nueva Orleans
Como sucedió con Jeffrey Katzenberg en los años 80, John Lasseter cambió radicalmente varios proyectos que había en curso, como 'Descubriendo a los Robinsons' (2007) y 'Bolt' (2008). Sin embargo, fue 'Tiana y el sapo' su primera producción en la que estuvo desde su génesis, como sucedió con 'La sirenita' en 1989. Desde que se anunció el proyecto hasta que finalmente llegó a salas de cine, el regreso a los cuentos de hadas fue la gran apuesta de uno de los creativos que, curiosamente, logró convertir la animación CGI en la dominante en la industria comercial estadounidense.
'Tiana y el sapo' fue un regreso a los orígenes, una apuesta de Lasseter de recuperar la animación tradicional. De hecho, fue así como se vendió durante toda su promoción, con un tráiler en el que aparecían clásicos míticos del Renacimiento Disney como 'La bella y la bestia' (1991) o 'El rey león' (1994).
'Tiana y el sapo', el clásico Disney de la diversidad
Regreso a los orígenes: La esencia de los 90
De hecho, la regresión fue tal que la cinta fue dirigida y escrita por Ron Clements y John Musker, realizadores de filmes tan reconocidos como 'La sirenita' (1989), 'Aladdin' (1992) o 'Hércules' (1997), toda una declaración de intenciones de que Disney recuperaba la animación tradicional, que había abandonado tras el fracaso comercial (y de crítica) de la denostada 'Zafarrancho en el rancho' (2004). Es más, cabe recordar que ambos cineastas volvieron por pedido expreso de Lasseter, puesto que habían abandonado la compañía en 2005.
Por decisión tanto de Lasseter como de Ed Catmull, nuevo presidente de Disney en 2006, se volvieron a contratar trabajadores que fueron despedidos cuando se cerró el estudio de animación tradicional. Junto con una historia inspirada en cuentos de hadas, con una princesa como protagonista y una banda sonora claramente inspirada en los musicales de Broadway, 'Tiana y el sapo' venía dispuesta a recuperar la magia perdida.
Sin embargo, el proceso no fue nada fácil, puesto que el nuevo clásico (número 51 en España, mientras que en el resto del mundo es el 49), tenía varios retos. El primero era su heroína protagonista. Por primera vez, un largometraje de la factoría Disney iba a tener un personaje principal negro. Pero no solo eso, sino que iba a ser una princesa e iba a entrar en la famosa marca de Princesas Disney, convirtiéndose en la primera creada en el siglo XXI.
Una producción marcada por la polémica
Desde el momento en el que se conoció que Disney iba a tener a su primera princesa negra, todo el mundo miró con lupa el proyecto, lo que le granjeó varias polémicas a la cinta durante su proceso de producción. A diferencia de los anteriores largometrajes inspirados en cuentos de hadas, este estuvo ambientado en Estados Unidos, convirtiendo a la elegante Nueva Orleans en el escenario perfecto para una fábula clásica. Sin embargo, tanto la elección de la ciudad como la temática de la cinta, no estuvieron exentas de controversia.
La primera vino por el cuento que Disney iba a adaptar. El filme está inspirado en la fábula 'El príncipe rana' de los hermanos Grimm, como también en el libro 'La princesa rana' de E.D. Baker (en el que la heroína acaba convertida en anfibio en lugar de que el príncipe volviese a ser humano). Esto causó indignación en parte de la comunidad afroamericana, al considerar que la historia "no era la adecuada" para la primera heroína negra de la Casa del Ratón.
Zanjada rápidamente la polémica, la cinta inicialmente se tituló como el libro de Baker, 'La princesa rana', y en 2007 se mostraron los primeros diseños artísticos, así como canciones y la trama, durante la reunión anual de accionistas de The Walt Disney Company. Esta vez la controversia fue mayor, puesto que varios medios de comunicación consideraron "desagradable" la sinopsis que se había ofrecido del filme. Posteriormente hubo quejas de que en la mayor parte de la película, la protagonista aparece convertida en rana.
La presencia de Oprah Winfrey
La primera reprobación vino por el nombre original de la protagonista, Maddy, que tenía demasiada similitud con la palabra "Mami", utilizada despectivamente durante la época esclavista. La otra crítica fue la profesión de Maddy, limpiadora, además de que su interés amoroso no sería un príncipe negro y que el villano sería un brujo vudú. Por otro lado, también molestó en los medios que se utilizase la palabra "frog" para refererirse al personaje.
El motivo es que tanto la ciudad de Nueva Orleans como el Estado de Luisiana son lugares de clara influencia francesa y donde la lengua de Molière es el segundo idioma más hablado. En inglés la palabra "frog" es utilizada para referirse de forma despectiva a la gente gala, lo que se vio como un insulto a la comunidad francófona de la región.
La ola de críticas provocó que la historia cambiase sustancialmente. Dos meses de después de hacerse pública la trama y los diseños, se anunció que el título pasaba a ser 'The Princess and the Frog (La princesa y la rana)', su protagonista pasaba a llamarse Tiana y su profesión cambiaba de limpiadora a camarera, además de que su ideal en la vida no era casarse sino ser dueña de su propio restaurante. Sí se mantuvieron que el interés romántico fuese un príncipe no negro, sino procedente de un reino mediterráneo, como también que el villano jugase con los ritos vudú. Sin embargo, las críticas cesaron al saberse que los creativos ficharon a Oprah Winfrey como consultora técnica, además de para poner la voz a la madre de la protagonista.
La estética de las Flappers de los años 20
Con los cambios hechos, la cinta entró en una nueva fase de producción, combinando los elementos propios de los cuentos de hadas con referentes del folclore de Luisiana, además de tener referentes propios para el público de 2009. Se decidió ambientar la cinta en los años 20, con la estética propia de las Flappers en los personajes femeninos.
A diferencia de las anteriores princesas, Tiana tiene como objetivo ser dueña de su propio negocio y la forma en la que interactúa con el príncipe Naveen es de igual a igual. El filme mostró que ambos personajes podían aprender el uno del otro, Tiana a disfrutar más de la vida y Naveen a asumir responsabilidades y valorar el trabajo propio y ajeno.
Con los protagonistas perfilados, los personajes secundarios seleccionados y un villano que esté a la altura de la historia, el filme se rodeó de importante talento afroamericano. La actriz Anika Noni Rose ('Dreamgirls') fue la elegida para poner voz a Tiana, papel que estuvieron a punto de obtener Jennifer Hudson, Tyra Banks y Alicia Keys. Terrence Howard puso voz al padre de la protagonista, mientras que Keith David dobló al Doctor Facilier, el villano que juega con vudú. Jenifer Lewis fue Mamá Odie, una sacerdotisa vudú que ejerce de 'hada madrina' y Michael-Leon Wooley puso su voz a Louis, el simpático cocodrilo que sueña con tocar su trompeta en una banda de jazz.
Además, la cinta contó con el actor brasileño Bruno Campos para la voz del príncipe Naveen, con Jennifer Cody como Charlotte, la mejor amiga de Tiana, mientras que John Goodman puso voz a Eli LaBouff, padre de la consentida Charlotte. Jim Cummings fue la simpática luciérnaga Ray, con al que el actor tuvo que poner acento cajún.
Animación tradicional al ritmo del jazz
El regreso a la animación tradicional fue por todo lo alto, apostando por una estética en la que se alardeaba de la elegancia, clase y magia de Nueva Orleans. Clements y Musker tomaron de referente el diseño de los edificios y escenarios de 'La dama y el vagabundo' (1955), mientras que las escenas del bosque, se inspiraron en 'Bambi' (1942). Además, se añadió el estilo Art déco, muy propio de los años 20. Fue toda una apuesta por mostrar la belleza de la animación tradicional.
El toque Broadway vino de la mano de Randy Newman, aclamado compositor y habitual de las producciones de Pixar. La crítica la consideró una de las mejores bandas sonoras de Newman para un filme de animación. El jazz impera en la mayor parte de la música, con claras inspiraciones en las composiciones de George Gershwin y Henry Mancini. Dos de los temas de la banda sonora obtuvieron nominaciones en los 82º premios Oscar y una canción fue candidata al Grammy al mejor tema compuesto para cine, televisión u otro medio visual.
El inicio de una nueva era gloriosa
Con la rentrée de la animación tradicional, Disney inició una nueva época de éxito. 'Tiana y el sapo' tuvo un estreno limitado el 25 de noviembre de 2009, mientras que el 11 de diciembre es cuando llegó de forma masiva a todo Estados Unidos. Con un total de 24,2 millones de dólares, logró el puesto número uno de la taquilla. Según Box Office Mojo, fue la cinta de animación tradicional con mejor debut en la cartelera norteamericana en el mes de diciembre, superando los datos de 'Beavis y Butt-Head recorren América', estrenada en 1996.
Con un total de 267 millones de dólares de recaudación, frente a los 105 millones de coste, fue la quinta película animada más taquillera de 2009. 'Tiana y el sapo' superó con creces los datos de títulos Disney de la época como 'El emperador y sus locuras' (2000), 'Atlantis: El imperio perdido' (2001) o 'Hermano oso' (2003). No obstante, sus cifras se quedaron por detrás de las obtenidas durante los años 90. Tim Sito, animador de Disney, en una entrevista para Nation Multimedia, comparó el éxito financiero de la princesa Tiana con el de 'Basil, el ratón superdetective' (1986), que fue un paso hacia delante de la factoría tras el fiasco de 'Taron y el caldero mágico' (1985).
'Tiana y el sapo' obtuvo tres nominaciones a los premios Oscar, una a la mejor película de animación y otras dos a la mejor canción original. En ambos casos perdió, en la primera categoría le venció la aclamada 'Up' (2009), mientras que en la segunda le arrebató el premio 'Corazón rebelde' (2009). No obstante, estas candidaturas recordaban a la época de gloria de la factoría.
El éxito de 'Tiana y el sapo' no fue suficiente para Disney
Pese a presenciarse el inicio de una nueva etapa, el éxito de 'Tiana y el sapo' quedó ensombrecido por varios factores. El primero fue que su estreno coincidió con el de 'Avatar', la segunda película más taquillera de la historia. Por otro lado, se atribuye que la campaña de promoción fue errónea. Según comentó Ed Catmull en su libro 'Creativity, Inc.: Overcoming the Unseen Forces That Stand in the Way of True Inspiration', uno de los motivos por los que la cinta no funcionó mejor en taquilla fue por su título. En inglés el filme tiene la palabra "princesa", lo que, parece ser, influyó de forma negativa en el público, al no querer ir a verla "por ser una película para niñas".
Mantener el título original fue una exigencia de Lasseter, que pensó que el público valoraría el filme en función a su calidad y animación. Parece ser que el departamento de marketing tuvo razón, dado que el siguiente clásico de la factoría pasó de llamarse 'Rapunzel' a 'Enredados', para evitar que el público masculino no acudiese a salas. Lo mismo le sucedió a 'La reina de hielo', que se retituló como 'Frozen'.
Debido a que los resultados económicos estuvieron por debajo de lo esperado por Disney, los planes de Lasseter, de intercalar una producción de animación tradicional con otra CGI, se desecharon. Es más, se cree que la propia compañía boicoteó el posible éxito en taquilla del siguiente filme que tuvo animación hecha a mano, 'Winnie the Pooh' (2011), que ha sido el último título en producirse con este estilo.
En los primeros diseños de 'Frozen: El reino del hielo' (2013) puede verse que estuvo planteada inicialmente como una producción de animación tradicional. Su rotundo éxito en taquilla, más de mil millones de dólares, ha provocado que la factoría vuelva a enterrar la animación tradicional, puesto que no hay ningún proyecto dentro del canon Disney que esté planteado con este tipo de estilo artístico.
El prólogo de la despedida de la animación hecha a mano
Con lo cual, 'Tiana y el sapo' fue el prólogo de la despedida de la animación tradicional. Una propuesta arriesgada que triunfó pero a la cual se le exigió mucho. Fue también el último largometraje supervisado por Roy E. Disney, sobrino del fundador de la factoría y uno de los impulsores tanto del Renacimiento de los clásicos en los 90 con del Revival que comenzó en el 2009 y marcó toda la década siguiente.
Pese a todo, el espíritu del clásico ambientado en Nueva Orleans sí ha podido verse en los siguientes títulos que le sucedieron, al verse la apuesta de Disney por apostar por la diversidad en sus historias, como también al configurar un tipo de heroína diferente, puesto que tras Tiana estuvieron Rapunzel, Anna, Elsa y Vaiana, que han sido la evolución lógica del concepto de princesa. Un filme que debe reivindicarse y no caer en el olvido, especialmente por la importancia histórica que tuvo y porque, con el paso del tiempo, ha sabido revalorizarse y mostrar que la animación tradicional no debe ser solo para nostálgicos.