La constancia, el esfuerzo, la entrega, la fuerza de voluntad y la lealtad son cinco de los grandes pilares que representan la figura de Rocky Balboa, el boxeador más exitoso y querido de la historia del cine. Y son estos mismos elementos los que sustentan su saga cinematográfica, capaz de sobrevivir incluso a alguna que otra entrega que, en cualquier otro tipo de circunstancias, habría supuesto un KO sin paliativos. Sin embargo, Balboa, o lo que es lo mismo, Sylvester Stallone, no solamente ha conseguido sobrevivir a cualquier tipo de golpe, propio o ajeno, sino que ha alcanzado el siglo XXI repleto de fuerza y vigor.
Inaugurada en 1976 con una primera entrega ganadora de 3 Oscar, los correspondientes a las ilustres categorías de Mejor película, director y montaje, la saga protagonizada por Stallone ha ido sumando fervientes admiradores a lo largo de las décadas, convirtiendo al personaje en todo un referente cultural situado mucho más allá de la gran pantalla. Y lo cierto es que, más allá de la calidad individual, cada una de las entregas de la saga ha conseguido respetar una fórmula tan previsible como eficaz, tan evidente como estimulante y, sobre todo, tan honesta como emocionante.
'Rocky' y sus secuelas no engañan, van de frente, saben lo que el público espera de ellas y lo entregan en bandeja de plata. La sorpresa no es el valor diferencial de una saga que tampoco necesita de giros de guion para cautivar, bastándole las dosis justa de sudor, lágrimas y épica. Mucha épica. Porque no importa las veces que hayas visto los distintos combates finales a los que se enfrenta Balboa, siempre vibras como el primer día, esperando la victoria de un personaje que, por encima de músculos, es puro corazón. Ahí reside la clave imperecedera de Rocky.
La saga 'Rocky' de peor a mejor
'Rocky V'
Tras el rotundo éxito de 'Rocky IV', Stallone optó por volver a los orígenes de la saga con 'Rocky V', contando incluso con el regreso del oscarizado John G. Avildsen como director. Sin embargo, todo lo que en 1976 había funcionado a la perfección se convertía en esta quinta entrega en algo muy parecido al desastre absoluto. Alejando a Balboa del ring y convirtiendo la historia en un soporífero melodrama familiar, Stallone firmaba el peor guion de la saga y una de las interpretaciones más deplorables de su trayectoria profesional, redondeando así un naufragio artístico en toda regla. Del clímax callejero final, bueno, mejor ni hablar.
'Rocky Balboa'
Casi dos décadas después de la infame 'Rocky V', la peor entrega de la saga con infinita diferencia del resto, Sylvester Stallone volvía a meterse en la piel del Potro Italiano con 'Rocky Balboa', cinta en la que también regresaba a la multitarea de director, guionista y protagonista absoluto. Presentando a un Balboa especialmente melancólico, taciturno y solitario tras la muerte de su amada Adrian, esta sexta entrega apostaba más por el drama familiar, con la relación entre Rocky y su hijo de nuevo en el centro de la historia, y por la nostalgia de los buenos tiempos que por la espectacularidad marca de la casa, elemento que solamente se recupera, con desiguales resultados, en un combate final ligado a la esencia del desenlace de 'Rocky'.
Un clímax que supone el enésimo guiño de Stallone al pasado de una saga que sumaba aquí una de sus entregas más irregulares, lastrada además de forma definitiva por la ausencia de un contrincante carismático y un acabado visual destinado al envejecimiento automático. En ese sentido, es curioso como 'Rocky Balboa' se ha llenado de óxido mucho más rápido que sus predecesoras.
'Rocky II'
Una vez asentada 'Rocky' como fenómeno cinematográfico y social compartido por crítica, público e industria, Sylvester Stallone se puso manos a la obra con su continuación, sumando las labores de dirección a su trabajo como guionista y protagonista. El resultado, 'Rocky II', no alcanzaba, ni mucho menos, el nivel de su predecesora, acusando principalmente la ausencia del golpe sorpresa. Consciente de que la fórmula no estaba agotada, Stallone planteó una secuela que repetía casi punto por punto el esquema narrativo de 'Rocky', apostando sobre seguro con una historia que solamente ofrecía un giro importante en su desenlace. Lástima que ese última as en la manga fuera lo menos interesante de una película que, en el otro lado de la balanza, presentaba momentos dramáticos tan crudos como interesantes, reforzando esa capacidad para que cualquier tipo de espectador consiguiera empatizar con el protagonista. Destellos de talento dentro de una propuesta que se situaba tan lejos de la grandeza como del desastre.
'Rocky IV'
La sutileza a la hora de convertir el ring de boxeo en un reflejo sobre la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la URSS se situaba mucho más cerca de la propaganda y el subrayado que de la reflexión o el análisis más o menos profundo, de acuerdo, pero a 'Rocky IV' hemos venido a jugar. Y menudo festín. Recibida con entusiasmo por un público que la convirtió en uno de los grandes éxitos de taquilla de la carrera de Sylvester Stallone, esta cuarta entrega parte de un tramo inicial tirando a horrible, célebre robot incluido, para, poco a poco, crecer y crecer hasta convertirse en un irresistible espectáculo de golpes y épica.
Un triunfo en el que juega un papel esencial la aparición estelar del inolvidable Ivan Drago, el contrincante más memorable de toda la saga. Si al descubrimiento de este boxeador insaciable, frío y (aparentemente) indestructible le sumamos escenas tan apabullantes como la del entrenamiento simultaneo, el combate entre Drago y Apollo Creed y, una vez más, un clímax final de ovación cerrada, ni una duda, el culto hacia 'Rocky IV' está más que justificado.
'Creed II: La leyenda de Rocky'
Después del tremendo e inesperado impacto que supuso para público y crítica la extraordinaria 'Creed: La leyenda de Rocky', el anuncio de una secuela era simplemente una cuestión de tiempo. Así, tres años después de la joya de Ryan Coogler, Michael B. Jordan y Sylvester Stallone volvían con 'Creed II: La leyenda de Rocky', una continuación que, sin alcanzar el altísimo nivel de su predecesora, estaba muy lejos de la decepción.
Contando con la aparición estelar de Ivan Drago y su hijo como 'villanos' de la función, conviene subrayar esas comillas, esta continuación consiguió suplir la ausencia de Coogler y su característica garra tras la cámara con la solvencia y profesionalidad de un Steven Caple Jr. que se mostraba especialmente inspirado en los momentos más íntimos y dramáticos de la cinta. Por su parte, Stallone y Jordan seguían demostrando una química explosiva, resultando una vez más lo mejor de una cinta que, pese a utilizar todos y cada uno de los trucos más representativos de la saga, alcanzaba el éxito, tanto artístico como comercial, con una fuerza indiscutible. Una secuela que iba de menos a más y que, ni una duda, dejaba con ganas de más después de uno de esos clímax finales apoteósicos marca de la casa.
'Rocky III'
Después de una 'Rocky II' que decidía de manera más que evidente repetir fórmula y arriesgar lo mínimo, la saga de Balboa elevaba con contundencia el listón gracias a 'Rocky III'. Con Stallone repitiendo como protagonista, director y guionista, esta tercera entrega encontraba su principal fortaleza en un conjunto de secundarios tratados con especial cariño y delicadeza, destacando la labor de Burgess Meredith, capaz de convertir cada aparición de su inolvidable Mickey Goldmill en auténtico oro. Él protagoniza la escena más conmovedora de una película llena de espectacularidad, grandilocuencia, exceso y, aquí viene la mejor noticia, aciertos.
'Creed. La leyenda de Rocky'
Nueve años después de una 'Rocky Balboa' que desprendía el aroma exacto de las despedidas, saltaba la sorpresa. La saga regresaba con un nuevo protagonista, Adonis Johnson, hijo del célebre Apollo Creed, y una presencia más secundaria para el inolvidable personaje interpretado durante décadas por un Sylvester Stallone que abandonaba aquí sus funciones de dirección. Y conviene subrayar esta variación ya que, del primer al último plano, el trabajo tras la cámara de Ryan Coogler, quien venía de debutar con la imprescindible 'Fruitvale Station', se eleva de forma apabullante como uno de los grandes triunfos de 'Creed. La leyenda de Rocky'.
Entusiasta, vibrante, controlada en su éxtasis permanente, sutil cuando las circunstancias lo requieren e insaciable cuando se trata de encontrar el golpe cinematográfico perfecto, la dirección de Coogler explota como una auténtica fuerza de la naturaleza, mimetizándose a la perfección con la interpretación de un Michael B. Jordan sencillamente colosal. A su lado, en otra de las grandes e inesperadas sorpresas que presentaba la película, encontrábamos el trabajo más logrado y memorable de la carrera de Stallone, capaz de dotar a su inolvidable Rocky de una humanidad, melancolía y dignidad realmente emocionantes. La enésima virtud de una propuesta que se convertía, a fuerza de garra, sensibilidad y cine en estado puro, en una de las mejores entregas de la saga. Y parece complicado que alguien le arrebate el cinturón de campeón.
'Rocky'
Clásico absoluto de la historia del cine deportivo, 'Rocky' no solamente no ha envejecido ni un poco más de cuatro décadas después de su estreno sino que, vista hoy, mantiene el tipo con una firmeza envidiable. Dirigida por el casi siempre eficiente John G. Avildsen y escrita y protagonizada por un Sylvester Stallone en pleno estado de forma, esta primera entrega de la saga sustenta su indiscutible fortaleza cinematográfica sobre los hombros de un guion lleno de diálogos tan sencillos como inspirados, escenas memorables y, por encima de todo, un tramo final absolutamente inolvidable. En esos últimos compases se dan cita todas y cada una de las virtudes que llevaron a la saga al éxito absoluto, combinando a la perfección la épica descarnada sobre la lona y el amor y humildad de un personaje destinado a convertirse en leyenda. Una propuesta pequeña que, desde la sencillez y la honestidad, consigue alcanzar el infinito. Con los elementos con los que juega, 'Rocky' es, sencillamente, la mejor película que podría ser.