Ya conocemos la historia. Aparecen una serie de círculos en la pantalla, comienza a sonar una melodía inoxidable y, de repente, la figura. El disparo. La cascada de sangre inundando todo. Bond. James Bond. A partir de ahí, dependiendo del viaje escogido, tenemos aseguradas horas de acción, espionaje, sexo, gadgets imposibles, villanos de altura, cuentas atrás que deciden el éxito o el desastre para nuestro mundo, (muchos) coches y un Martini. Mezclado, no agitado. La duda ofende.
La saga protagonizada por el personaje creado por Ian Fleming lleva ya a sus espaldas más de veinte películas que, en mayor o menor medida, han sabido conectar a lo grande con una parroquia de fieles seguidores que esperan con impaciencia el enésimo regreso del agente 007. Se trata, en definitiva, de un lugar conocido para varias generaciones de espectadores que han crecido con las aventuras de una de esas creaciones destinadas a convertirse en iconos absolutos. Ni siquiera el paso del tiempo ha conseguido derribar las virtudes más indiscutibles de un conjunto de cintas siempre dispuestas a arreglarnos el día.
Ahora que, al fin, podremos descubrir los secretos de 'Sin tiempo para morir', lo que ha costado, tenemos una excusa de oro para disfrutar con 25 películas que son, por encima de todo, entretenimiento puro y duro. Hacer disfrutar a un mundo que anda perdido, desorientado y con el miedo agarrado a la garganta. La misión más complicada de la historia de James Bond. Confiamos en él.
Todas las películas de James Bond, de peor a mejor
'Panorama para matar'
Después de firmar un notabilísimo comienzo como James Bond cinematográfico en 'Vive y deja morir', 'La espía que me amó' y 'El hombre de la pistola de oro', la etapa de Roger Moore como 007 inició un peligroso descenso con propuestas tan irregulares como 'Moonraker', 'Sólo para sus ojos' y 'Octopussy', finalizando el trayecto a la misma altura del fango con 'Panorama para matar'.
Con una trama aburridísima, un humor definitivamente ligado al ridículo, villanos sin pizca de carisma, una banda sonora horrorosa, escenas de acción rodadas sin ningún tipo de inspiración y, por encima de todo, un Moore que estaba (muy) mayor para seguir al frente de este tren, 'Panorama para matar' sigue siendo el punto más bajo de una saga que, afortunadamente, consiguió mantenerse en pie. Y eso que este disparo artístico es de los que duele de verdad.
'Muere otro día'
El principal problema de 'Muere otro día', cuarta y última entrega de Pierce Brosnan como James Bond, es que nació visualmente anticuada. Es decir, el paso de los años solamente ha metido aún más el dedo en una llaga generada por unos efectos digitales excesivamente presentes alrededor de un personaje que casi nunca los había necesitado. Al menos, no así.
El ruido, de esta forma, suena más a ruido, los huecos narrativos pesan más y ni siquiera una imponente Halle Berry consigue salvar la mayoría de muebles del naufragio. Lo que queda, en definitiva, es una película condenada a envejecer al primer instante, incapaz por completo de sobrevivir a las agujas del reloj. Curioso que el Bond con más ansiedad por ser actual terminara resultando uno de los más rancios.
'Quantum of Solace'
¿Lo peor? Lo inesperado del golpe. Tras la espectacular entrada de Daniel Craig en el universo James Bond con la celebrada 'Casino Royale', las expectativas ante su segunda aventura como 007 se dispararon de forma tan inevitable como injustificado. Sin embargo, 'Quantum of Solace' terminó siendo una de las mayores decepciones de la saga, no tanto por su valía artística, claramente baja, sino por la desoladora sensación de (incomprensible) oportunidad perdida. Poco o nada funcionaba en esta historia sin alma, narrada de forma bastante torpe por Marc Forster e interpretada con absoluta desgana por un Craig incapaz incluso de generar algo parecido a química con Olga Kurylenko. Menos mal que el siguiente paso de Bond en el cine, 'Skyfall', superó este bache de la manera más contundente y excelsa posible, borrando de un plumazo el recuerdo de este pequeño gran desastre.
'Octopussy'
A pesar de que siempre es preferible contar con la carta de la moderación a la hora de analizar una película, casos como el de 'Octopussy' no dejan otra alternativa que la de aceptar lo inevitable. Todo o nada. Amor u odio. Ovación o abucheo. Triunfo o fracaso. Tras la decepcionante 'Moonraker' y la irregular 'Sólo para sus ojos', el Bond de Roger Moore certificaba las horas bajas en las que se encontraba con una película que, exceptuando escenas de acción tan brillantes como puntuales, se movía sin descanso entre el acierto y el desastre. Por desgracia, la balanza terminaba ganando con contundencia a favor de la segunda de las opciones, siendo incapaz de soportar el peso de momentos tan ridículos como el de Moore disfrazado de payaso, perfecta metáfora de lo que siempre fue 'Octopussy': un circo desorientado.
'Moonraker'
La frase que acompaña siempre a 'Moonraker' es tan chocante como apetecible: James Bond en el espacio. La influencia directa de un éxito comercial tan apabullante como el conseguido durante aquellos años por la primera entrega de 'Star Wars' terminó siendo clave, para mal, en una de las entregas más flojas del catálogo Bond. Y ojalá la decepción hubiera llegado por el exceso y la desvergüenza, pero lo más triste es que lo hace a través del bostezo y la nula destreza de sus responsables para construir un artefacto de entretenimiento que se disfrute sin prejuicios.
Y es que, desde su prólogo, uno de los peores de toda la saga, 'Moonraker' comete el serio e incomprensible error de tomarse demasiado en serio a sí misma la mayor parte del tiempo, dejando como destellos de inspiración aislados los tramos más cercanos a la autoparodia. En esos momentos, los cuales se pueden contar con los dedos de una mano, se sitúa lo más disfrutable de una propuesta que solamente se recordará por la imagen de un 007 vestido de astronauta. Poca recompensa para una película que podría haber llegado mucho más lejos.
'Nunca digas nunca jamás'
¿Es 'Nunca digas nunca jamás' una mala película? En absoluto. ¿Está por debajo de otras entregas de la saga como 'Vive y deja morir', '007: Alta tensión' o 'Sólo para sus ojos'? Más que discutible. ¿Es una alegría reencontrarse con Sean Connery como James Bond doce años después de su última participación en la saga? Ni una duda. Entonces, ¿por qué aparece tan abajo en este especial? Rápido y al pie: 'Operación Rrueno' llegó antes e hizo las cosas mejores. Y estamos ante un remake nada disimulado que se quedaba por debajo, en todos los sentidos, de su referente directo. Ni las bromas cómplices de Connery salvan a la película de su condición de apagada revisión.
'Sólo para sus ojos'
De la luna en la desconcertante 'Moonraker' a la acción más trepidante en 'Sólo para sus ojos', una de las entregas más trepidantes de la saga Bond, sí, pero también irregulares. Dirigida por John Glen y con un Roger Moore mucho más centrado que en sus olvidables aventuras espaciales, nos encontramos ante una película que se mueve constantemente entre lo notable y lo rutinario, lo vertiginoso y lo decepcionante, la virtud reconocible y el fallo desesperante. En definitiva, una propuesta desigual en sus resultados de la que conviene quedarse con un conjunto de escenas de acción realmente conseguidas, las cuales suponen, de lejos, el punto fuerte de una cinta que, en cualquier caso, se sitúa muy por encima de su predecesora, la citada 'Moonraker', y su continuación directa ('Octopussy').
'Spectre'
Con la excelsa 'Skyfall', el agente 007 alcanzaba el cielo a base de cine en estado puro, drama inteligente y una profundidad psicológica desconocida a la hora de tratar a sus personajes. Y ahí apareció el listón. El siguiente paso debía aprovechar las bases asentadas con contundencia por su predecesora, encontrándose con un amplio patio de recreo para jugar a sus anchas, un universo cinematográfico reconstruido y, en muchos sentidos, mejorado. En definitiva, 'Spectre' tenía todo para llevar a su protagonista un poco más allá o mantenerlo al menos en ese excelente estado de forma. Pero, en esta ocasión, Sam Mendes y Daniel Craig optaron por una decisión tan extraña como respetable, tan valiente como, lástima, fallida.
Durante su primera hora, 'Spectre', mueve sus cartas con fortuna, equilibra sus virtudes de manera formidable, manteniendo aquel ritmo elegante y trepidante de 'Skyfall', algo que te hace creer que estás, de nuevo, ante un Bond por encima de la media. La historia fluye, los diálogos y acontecimientos se desarrollan con interés, hay acción, romance y pequeñas gotas de humor hasta que, de repente, la función se cae. La sensación es la de un tren que, en el mejor momento de su trayecto y con unos preciosos paisajes en el horizonte, va frenando poco a poco hasta quedarse completamente parado. Posteriormente, de cara a la previsible traca final, se vuelve a poner en marcha, sí, pero ya es demasiado tarde. En definitiva, 'Spectre' no deja de ser una entrega correcta, pero decepcionante teniendo en cuenta su precedente más inmediato. Es lo que tienen las expectativas.
'007: Alta tensión'
No es que el listón dejado por la última aventura de Roger Moore como James Bond, la desastrosa 'Panorama para matar', fuera demasiado alto, pero eso no debería restar méritos a la interesante '007: Alta tensión', primera entrega protagonizada por un Timothy Dalton que siempre contó con más cariño de la crítica que del público. Siendo plenamente conscientes de que la saga necesitaba un cambio urgente, los responsables del universo cinematográfico de Bond apostaron por disminuir el humor y aumentar las dosis de acción, suspense e intriga más o menos clásica en una película que aglutinaba sus mejores momentos en una estupenda primera mitad.
Lástima que la excesiva duración, unos injustificados 131 minutos, terminara hiriendo a una propuesta que no conseguía mantener el sorprendente ritmo de sus compases iniciales, cediendo demasiado espacio al siempre peligroso bostezo. En cualquier caso, teniendo en cuenta el recuerdo general, no está de más aprovechar cualquier ocasión posible para reivindicar '007: Alta tensión' como una entrega más que digna del catálogo Bond.
'Vive y deja morir'
Solamente por la impresionante canción firmada por Paul y Linda McCartney, una de sus obras maestras más incontestables, la existencia de 'Vive y deja morir' está más que justificada. Pero es que, además, nos encontramos ante una de las películas más importantes de la saga al tratarse de la presentación de Roger Moore como nuevo 007, una elección de casting que, todavía hoy, divide al público entre la devoción y la crítica destructiva, anulando casi por completo el siempre sano término medio. En cualquier caso, centrando la mirada en lo estrictamente cinematográfico, estamos ante un entretenimiento más que solvente con momentos tan imponentes como esa sucesión de muertes que marcan uno de los mejores prólogos de toda la franquicia. Un estreno más que feliz para el bueno de Moore.
'El mundo nunca es suficiente'
La curiosidad de comprobar como se manejaba en el universo de James Bond un director como Michael Apted, responsable de películas como 'Nell' o 'Gorilas en la niebla', terminó resultando una sorpresa más que agradable. De acuerdo, los villanos estaban muy lejos de lo memorable, pero la acción era tan trepidante, el ritmo estaba tan equilibrado y su clímax final era tan satisfactorio, partiendo como siempre del delirio, que uno no puede más que celebrar 'El mundo nunca es suficiente' como lo que es: otra notable entrega que sumar a la envidiable lista de 007.
'Licencia para matar'
Después de una '007: Alta tensión' que iba de más a menos, el director John Glen y Timothy Dalton como James Bond entregaron una película mucho más compacta, disfrutable e intensa: 'Licencia para matar'. Y eso que la escena que precede a los títulos de crédito no invitaba en esta ocasión al entusiasmo, más bien todo lo contrario, pero terminaba resultando un punto de partida argumental que evolucionaba de una forma tan coherente como interesante. De esta forma, 'Licencia para matar' se terminaba revelando como una clásica historia de venganza narrada con pulso firme, repleta de esencia Bond, casinos, tiburones y persecuciones explosivas incluidas, con un ritmo trepidante, grandes villanos y un tramo final que no ofrecía opción al respiro. Una de las mejores y más infravaloradas entregas cinematográficas de 007.
'El mañana nunca muere'
La mayoría de historias protagonizadas por James Bond no tienen ni pies ni cabeza, confirmando su naturaleza de excusa para ir generando tramas de espionaje sencillas de seguir y set pieces de acción explosiva que cumplan las expectativas de los amantes del género, pero lo de 'El mañana nunca muere' es otro nivel. Su sinopsis es la siguiente: Elliot Carver, un gran magnate de los medios de comunicación, sólo necesita conseguir los derechos de publicación en China para completar su emporio global. Su maquiavélico plan consiste en provocar una guerra entre Gran Bretaña y China, mediante el hundimiento de un buque de guerra inglés. James Bond emprenderá una misión contrarreloj para descubrir quién está detrás del peligroso incidente. Insuperable.
Partiendo de esa base, fuera dudas, lo único que podíamos hacer era lanzarnos de lleno a la estupidez general, el divertimento masivo y los fuegos artificiales. Y la película dirigida por Roger Spottiswoode nos lo daba en cantidades industriales. Si a esto sumamos que Brosnan confirmó las sospechas de que era un Bond fantástico, ¿qué más podemos pedir?
'Diamantes para la eternidad'
Después de ese memorable paréntesis que supuso la excelente '007 al servicio secreto de su Majestad', los responsables de la saga volvieron a contar con la siempre celebrada presencia de Sean Connery en 'Diamantes para la eternidad', una entrega que, sin llegar a alcanzar los envidiables niveles de inspiración de las primeras aventuras cinematográficas del agente, conseguía ofrecer un espectáculo notable. No había nada nuevo en ella, pero precisamente era esa sensación de estar en terreno conocido la que convertía a la película en una experiencia cien por cien efectiva. Las señas de identidad más características de 007 estaban presentes, sin excepción, por lo que la decepción brillaba por su ausencia. Hogar, dulce hogar.
'El hombre de la pistola de oro'
Si enfrentas a 007 con un villano llamado Francisco Scaramanga, bueno, mal lo tienes que hacer para no terminar siendo una de las mejores películas de la saga. Y 'El hombre de la pistola de oro' tenía claro lo que quería ser desde el primer momento, es decir, una de las aventuras más disparatadas, originales y alocadas de James Bond en la gran pantalla. Todo en esta película está siempre bailando sobre la fina línea que separa el exceso del absurdo, pero el director Guy Hamilton se las apaña para salir siempre ileso, mérito al que conviene sumar la presencia siempre apabullante de Christopher Lee y de un Roger Moore que confirmaba las buenas sensaciones generadas en su estreno con 'Vive y deja morir'. Una película tan satisfactoria que es capaz hasta de sobrevivir a la peor canción de toda la saga. Casi nada.
'Operación Trueno'
Tras ese tridente de auténtico oro formado por 'Agente 007 contra el Dr. No', 'Desde Rusia con amor' y 'James Bond contra Goldfinger', la saga continuaba demostrando un estupendo estado de forma con 'Operación trueno', una entrega que, ya desde su fabulosa escena de apertura, dejaba claro al espectador que no se quedaría ni una pieza de carne sin poner sobre el asador. Así, Terence Young en la silla de director y un Sean Connery plenamente mimetizado con el personaje unían fuerzas para ofrecer un espectáculo de primera categoría donde podemos encontrar algunos de los momentos más recordados y aplaudidos de toda la franquicia. En ese sentido, se hace imposible no subrayar la maestría de unas escenas submarinas que quitan el hipo, auténtica demostración de talento cinematográfico en ritmo, puesta en escena y capacidad para generar suspense con los elementos mínimos.
'Desde Rusia con amor'
Los dos principales logros obtenidos por la fantástica 'Desde Rusia con amor' son:
- Confirmar a Sean Connery como perfecto e inigualable James Bond.
- Confirmar a Terence Young como director capaz de respetar, disfrutar y celebrar con el mismo talento la obra de Ian Fleming.
Y conviene sumar a estos dos objetivos cumplidos la capacidad de la película para aguantar con especial elegancia el paso del tiempo, resultando otro perfecto ejemplo de la grandeza, el encanto y la diversión que habitan en la primera etapa cinematográfica de 007. Una delicia redondeada con una de las mejores canciones del repertorio Bond.
'La espía que me amó'
A la tercera fue la vencida. Si 'Vive y deja morir' y, sobre todo, 'El hombre de la pistola de oro' empezaban a confirmar el acierto que supuso presentar a Roger Moore como sustituto de Sean Connery en la piel y traje de James Bond, 'La espía que me amó' terminó por anular cualquier tipo de duda. De acuerdo, nunca se alcanzarían cimas de la talla de 'James Bond contra Goldfinger' o 'Sólo se vive dos veces', por no hablar de esa joya aislada titulada '007 al servicio secreto de su Majestad', pero aquí teníamos una entrega realmente lograda. Ayudaban en la consecución del éxito, de manera clave, unos fantásticos villanos, escenas de acción realmente espectaculares, un tramo final memorable, una maravillosa Barbara Bach y la mejor versión posible de Moore, piezas fundamentales que elevan a 'La espía que me amó' como unos de los capítulos más inspirados de la saga.
'Goldeneye'
Con 'Goldeneye', James Bond entraba en la década de los noventa con fuerzas renovadas y un entusiasmo casi juvenil. Dirigida por un Martin Campbell que repetiría la jugada de resurrección y renovación una década más tarde con la estupenda 'Casino Royale', la entrega que trajo consigo el estreno de Pierce Brosnan en la franquicia es un tren de alta velocidad con las ideas claras, la entrega precisa y la contundencia de un buen puño sobre la mesa.
Una propuesta que mezclaba el clasicismo del personaje, sumando sus señas de identidad más reconocibles, con una atmósfera contemporánea y embriagadora capaz de captar la atención incluso de aquellos espectadores que nunca mostraron demasiado interés en este universo cinematográfico. Uno de los mejores y más importantes Bond, esos que siempre terminan demostrando su esencia de punto de inflexión.
'Sólo se vive dos veces'
Demos la bienvenida a uno de los parques de atracciones más divertidos y excesivos de la saga de James Bond: 'Sólo se vive dos veces'. Tras lo apuntado en la notable 'Operación trueno', el universo cinematográfico del agente 007 terminaba de abrazar por completo al exceso, el despiporre y la filosofía del más es más con una entrega que no dejaba espacio alguno para el respiro. Cerca de dos horas de cine en constante movimiento que terminaba redondeando su jugada maestra con un clímax final de puro espectáculo. Pocas veces dio Sean Connery la sensación de estar pasándoselo tan bien en la piel del agente 007 como en este estupendo entretenimiento, el cual terminó convirtiéndose en uno de los capítulos más exitosos de la saga tanto para el público como para la crítica. Y con razón.
'Casino Royale'
Después de la (muy) fallida 'Muere otro día', Daniel Craig sustituía a Pierce Brosnan en una decisión por parte de los responsables de la saga que fue recibida, menuda sorpresa, con una mezcla de sorpresa, polémica e indignación. Sin embargo, incluso aquellos que se acercaron a esta 'Casino Royale' con el cuchillo bien afilado y ganas absolutas de despellejar al nuevo James Bond se encontraron con una película tan formidable que no les quedó más remedio que aceptar la contundente derrota. Abandonando casi por completo el sentido del humor absurdo y la acción disparatada que había marcado las últimas entregas protagonizadas por Brosnan, la cinta dirigida por Martin Campbell es pura adrenalina y nervio, vértigo y emoción, desenfreno y espectacularidad, sensualidad y elegancia. Resumiendo: Bond, Bond y Bond. Y Craig confirmando desde el prólogo que era el mejor 007 desde Sean Connery. ¿Algo más? Sí: Eva Green, pura hipnosis.
'007 al servicio secreto de su majestad británica'
La única película de la franquicia protagonizada por un George Lazenby cuya interpretación, curiosamente, supone el elemento más discutible del conjunto, se sitúa con amplia diferencia como una de las entregas más contundentes, imaginativas, vibrantes y, atención, desoladoras del universo cinematográfico de 007. Capaz de combinar con la mismas dosis de inspiración algunas de las escenas de acción más trepidantes de la saga con momentos de pura psicodelia y golpes dramáticos inesperados que dejan al espectador con un nudo a la misma altura de la garganta, '007 al servicio secreto de su majestad británica' es una sorpresa constante explotando en mitad de un terreno que nos resulta tan familiar como novedoso. Una película tan extraña como memorable dentro de la saga que contiene como principal elemento diferenciador un último plano realmente inolvidable.
'Agente 007 contra el doctor No'
Solamente por la química explosiva entre un Sean Connery que se estrenaba a lo grande como 007 y una Ursula Andress capaz de hipnotizar al público con una simple mirada, 'Agente 007 contra el Dr. No' ya tiene justificada su ubicación en el podio principal de la saga. Pero es que, además, nos encontramos ante una película que funciona a la perfección en su condición de entrada a un universo cinematográfico nuevo, elegante, sofisticado, desprejuiciado y trepidante. El paso de las décadas se nota, es lo que tienen los inevitables calendarios, pero seguimos hablando de una propuesta repleta de encanto, diversión y sentido del espectáculo. Un maravilloso punto de partida.
'James Bond contra Goldfinger'
Tras las notables 'Agente 007 contra el Dr. No' y 'Desde Rusia con amor', el Bond de Sean Connery terminaba de confirmar su estatus de perfecto 007 con 'James Bond contra Goldfinger', la mejor de sus entregas. Y es que, desde su brillante escena de apertura, previa a la inconmensurable canción principal interpretada por Shirley Bassey, la película es un auténtico festival de todas y cada una de las virtudes que han convertido a esta saga en una de las más queridas, duraderas y celebradas de la historia del cine. Repleta de escenas para el recuerdo, un sentido del humor especialmente atinado, un villano magnífico y un Connery en estado de gracia, 'James Bond contra Goldfinger' sigue brillando con la misma contundencia que el primer día. Oro inoxidable.
'Skyfall'
Resulta complicado pensar en un trabajo más compacto, intenso y apabullante en forma y contenido que 'Skyfall' dentro de toda la saga protagonizada por James Bond. Contar con el gran Sam Mendes, cineasta que no tiene película por debajo del notable, era una apuesta tan atrevida como coherente y, claro, la jugada no salió nada mal. El realizador británico aportaba elegancia y maestría a una película que, si era un mero encargo, no lo parece en ningún momento. Brillante en las escenas más íntimas, Mendes subraya su poderío en los momentos de acción, épicos y estéticos, trepidantes e hipnóticos, demostrando un pulso perfecto para el cine más espectacular.
Por otro lado, frente a la cámara, tampoco encuentra 'Skyfall' el error. Daniel Craig no ha estado mejor en ninguna de sus entregas como Bond, mientras que observar como la enorme Judi Dench se convierte en casi protagonista es todo un regalo. Se trata de una película que vive en un permanente in crescendo, pese a comenzar a un altísimo nivel, y que termina redondeando su misión de reinventar, reconstruir y moldear un héroe con las pistas que ha ido recogiendo a lo largo de cincuenta años con un desenlace que la sitúa a la misma altura de un clásico. Una obra maestra.