A Ridley Scott le sucede algo muy similar a lo que ocurre con otros cineastas ilustres que firmaron varios clásicos incontestables durante los primeros años de sus trayectorias y es que, estrenen lo que estrenen y pase el tiempo que pase, sus obras se miden siempre con el listón de lo legendario. En su caso, las referencias constantes son 'Los duelistas' y, sobre todo, 'Alien, el octavo pasajero' y 'Blade Runner', tres obras maestras consecutivas con las que el director inauguró su ya extensa carrera.
Frente a ese tridente de oro, claro, las expectativas depositadas sobre Scott se multiplicaron hasta un infinito que, con el paso de los años, el cineasta no ha vuelto a rozar. ¿Significa eso que toda su obra posterior ha sido un fracaso? En absoluto. A sus 83 años, el director continúa en pleno estado de forma construyendo una filmografía repleta de grandísimas películas en las que la inmensa mayoría no bajan del notable. Algo al alcance de muy poquitos compañeros y compañeras de oficio.
En ese sentido, el siglo XXI nos ha ofrecido la mejor y peor cara de Ridley Scott. Un total de 17 proyectos, contando la recién llegada 'La Casa Gucci', donde tenemos cine bélico y bíblico, comedias ligeras, épica histórica, thrillers vertiginosos, terror y, por supuesto, ciencia ficción, suponiendo así una auténtica montaña rusa repleta tanto de aciertos como de fallos. Cal y arena. Cara y cruz. Pero siempre Scott al cien por cien.
Ridley Scott en el siglo XXI, de mejor a peor
'El consejero'
Lo que se cuenta en 'El consejero', más allá de una (muy) sencilla trama de narcotráfico, no es más que una reflexión sobre el poder del miedo, la maldad en el ser humano, impostada o real, la decadencia de una sociedad capaz de todo por nada, la soledad y la venganza, ensalzar el rostro del cazador frente a la inocencia del engañado. Con todo, lo que queda al final es el vacío más absoluto, los monólogos más forzados, la incomprensión latente y una complejidad innecesaria.
Su reparto formado por, ojo, Michael Fassbender, Penélope Cruz, Javier Bardem, Cameron Diaz y Brad Pitt, se convierte en el punto más fuerte de la propuesta. Todos notables en unos personajes en la permanente línea que separa lo ridículo de lo interesante, pero incapaces de mantener el interés en una trama enrevesada, desordenada, incoherente hasta la extenuación. Y, lo peor, con todo, es su prepotencia. Porque, al final, solamente hay una cosa peor que ser una mala película y es ser una mala película y creerte buena. Buenísima. Y no. Claro que hay escenas potentes, claro que está todo bien rodado pero eso es muy poco bagaje para una película que lo tenía todo para funcionar.
'El reino de los cielos'
Parece sencillo identificar la intención/obsesión de Ridley Scott por intentar repetir, cada cierto tiempo, el fenómeno 'Gladiator'. La fórmula está clara y el director no se cansa de intentar entregar el mismo plato sin cambiar demasiado los ingredientes. ¿Funciona? A veces. Pero no en 'El reino de los cielos'. Recibida con (sorprendentes) notables críticas, nos encontramos ante la película más pretenciosa, fallida y aburrida de la última etapa de Scott. Con lo que eso supone. En cualquier caso, empecemos por sus aciertos. Funciona muy bien visualmente. Ok, ahora vamos a sus errores.
El guion de William Monahan, incoherente, estructurado como un puzzle imposible en busca de grandes escenas de acción, inocente en el drama, absurdo en los diálogos, terrible en la manera en la que hila cada uno de sus giros. El trabajo de Scott, tan carente de personalidad y carisma que podría adjudicarse a cualquier otro director, especialmente a aquellos a los que ha influido directamente. Su ansiedad por ofrecer épica a toneladas sin dejar de lado la intensidad de los conflictos de cada uno de sus personajes, condiciona la naturalidad, la frescura, el sentido del ritmo. Todo está tan calculado que no da tiempo a respirar a una cinta estirada por encima de sus posibilidades. Quedan escenas bien resueltas, batallas bien planteadas, dirigidas con nervio y sabiduría, pero no es más que la reiteración de algo que ya habíamos visto y que ya nos había contado la misma persona. Y mejor.
'Hannibal'
Ya no es que se quede lejos de su predecesora, la inmortal 'El silencio de los corderos', algo hasta cierto punto comprensible, sino que 'Hannibal' naufraga como película independiente más allá de su condición de secuela. De nuevo, Ridley Scott aporta un acabado técnico cercano a lo intachable, pero no consigue en ningún momento crear esa atmósfera malsana que necesita la historia, apostando todo a la casilla de un Anthony Hopkins en permanente piloto automático. Una continuación innecesaria que solamente servía para incrementar las ganas de volver a ver la obra maestra inoxidable de Jonathan Demme. Una enorme decepción.
'Un buen año'
Hay ocasiones en las que es preferible ser serio que divertido. Especialmente si no tienes ninguna gracia. Ridley Scott decidió probar suerte en la comedia 'clásica' (multiplicad las comillas) y le salió el tiro por la culata. 'Un buen año', su reencuentro con Russel Crowe seis años después de 'Gladiator', tiene perdón si lo entendemos como un pasatiempo ligero y sin mayor preocupación que la de hacer pasar un rato agradable al espectador. Y aún así tendríamos que hacer un extra de esfuerzo benevolente. Porque nada funciona en esta adaptación de la novela de Peter Mayle con la que ambos, director y actor, se pagaron unas vacaciones de ensueño en Provenza a las que invitaron a una Marion Cotillard totalmente perdida. Ni siquiera ella es capaz de levantar el ánimo de una historia obsesionada con transitar por todos los tópicos y lugares comunes, una decisión convertida en desastre especialmente en sus momentos 'slapstick'.
La preciosa banda sonora de Marc Streitenfeld mece los atardeceres, preciosos, mientras Crowe y Cotillard se enamoran de la manera más torpe jamás vista. Un tropiezo que comenzó a serlo en el mismo momento en el que sus responsables decidieron apostar por la vis cómica de un director y un actor que, sencillamente, no la tienen. Lo que queda es una película destinada a la sobremesa, caduca desde el mismo día de su estreno, olvidada con el paso del tiempo, ignorada en el catálogo de su director y considerada, con toda justicia, el punto más bajo de la relación Scott/Crowe. Buenas intenciones, todas las del mundo. Malos resultados, también.
'Exodus: Dioses y reyes'
No es un buen comienzo abrir una trama bíblica con una batalla que parece un descarte de 'Gladiator', pero aun así, los primeros minutos de 'Exodus: Dioses y reyes', otra vez, nos permiten imaginar un destino mejor para el resultado final. Hasta que Ridley Scott pone la película en punto muerto y, sencillamente, deja que todo siga su curso sin el mínimo margen para la sorpresa o la emoción. El reparto es un desastre en su totalidad, aunque Joel Edgerton llega a la cima del ridículo con su Ramsés, y sus 151 minuto (¡!) una losa que cae sobre la espalda de un trabajo que apenas puede respirar en su esencia de monumental descalabro. Incluso su atractivo principal, las plagas y el clímax de aguas abiertas, no cumplen más que con el aprobado justo. Momentos aislados que no consiguen, en absoluto, convertir a 'Exodus: Dioses y reyes' en algo más que una película en piloto automático, una historia mal contada, ejecutada sin nervio, sin alma y sin el más mínimo sentido del género.
'Prometheus'
Ridley Scott volvía al universo que creó con talento infinito varias décadas atrás y lo hacía con intensidad visual, con esa búsqueda eterna de la perfección en cada imagen, deslumbrando la mirada del espectador con la ayuda de la fotografía de Dariusz Wolski y la espléndida banda sonora de Marc Streitenfeld.
El lastre, la bala que hiere el reencuentro del realizador inglés con su criatura más amada, es su guion. Damon Lindelof y John Spaihts aportan un libreto con tal cantidad de lagunas, incoherencias y estupideces que solamente sus rendidos homenajes al género y al propio legado del director consiguen salvarlo del desastre más absoluto. De más a menos, todo lo contrario que su vertiente de cine espectáculo, 'Prometheus' comienza como una rutilante demostración de genio en estado puro para terminar convertida en aventura de acción espacial de tres al cuarto, magistralmente plasmada en pantalla, sí, pero tópica y tramposa.
'Los impostores'
Liderada por dos inspiradísimos Nicolas Cage y Sam Rockwell, 'Los impostores' es una de esas películas que tan fácilmente se despachan como trabajos menores pero que, una vez revisadas, ofrecen su verdadera valía. Por supuesto que no se trata de uno de los mejores trabajos de la trayectoria profesional de Ridley Scott, eso son palabras mayores, pero también es igual de cierto que está muy por encima de otras obras mucho más aclamadas del cineasta. Por eso, y pese a que su fotografía no ayude demasiado a que el tiempo que ha pasado por ella no sea demasiado evidente, os invito a (re)descubrir 'Los impostores', una propuesta tan pequeña y sencilla para las dimensiones habituales de Scott como disfrutable.
'Red de mentiras'
Tras firmar una de las obras maestras más contundentes de su trayectoria, 'American Gangster', con la que además se había resarcido a lo grande de la (muy) fallida 'Un buen año', Ridley Scott volvía a contar con Russell Crowe para terminar de decantar la balanza. Afortunadamente, el resultado fue más que positivo.
Y es que, pese a no alcanzar la excelencia de sus mejores trabajos, 'Red de mentiras' cumplía con creces en su evidente condición de blockbuster de acción protagonizado por dos de las estrellas más imponentes del firmamento de Hollywood, el citado Crowe y un estupendo Leonardo DiCaprio, y destinado a entretener al público sin descanso a lo largo y ancho de 130 minutos que nunca pesan más de la cuenta. Una meta tan clara como cumplida.
'Robin Hood'
'Robin Hood' supuso la cuarta colaboración consecutiva entre Ridley Scott y Russell Crowe después de la decepcionante 'Un buen año', la notabilísima 'Red de mentiras' y la soberbia 'American Gangster'. ¿Muestras de cansancio? Ni una pizca. De acuerdo, todo aquí suena a 'Gladiator' en los bosques de Nottingham, una fórmula que tiene tanto de previsible como de satisfactoria, pero el entretenimiento es constante, el reparto está entregado a la causa, la historia es fascinante y, sobre todo, la acción es tan espectacular que quita el aliento.
No hay riesgo en el horizonte, sino un cineasta y un actor que, tras muchos años trabajando juntos, tienen claro lo que quieren y la forma en la que quieren conseguirlo. Maltratado en el momento de su estreno, esta revisión del legendario 'Robin Hood' sigue mereciendo una nueva oportunidad. Y muchos más aplausos.
'Alien: Covenant'
Al igual que ocurre con 'Prometheus', 'Alien: Covenant' cuenta con tantos apasionados defensores como firmes detractores. Quizá más de lo segundo, sí, pero aquellos que disfrutamos como enanos de esta delirante secuela en la que (casi) todo es posible también merecemos un espacio. Situada a años luz de las primeras entregas de la saga, ni una duda al respecto, 'Alien: Covenant' funciona como notable entretenimiento de acción y terror por su capacidad para dinamitar y reinventar desde dentro los elementos más característicos de la franquicia, dejándose caer sobre los hombros de un pletórico Michael Fassbender que saborea cada línea de diálogo de su personaje hasta convertirlo en un hipnótico monstruo del que no puedes apartar la vista. Si además sumamos un tramo final realmente espectacular, vibrante y explosivo, lo que queda es una entrega tan distinta como necesaria en este universo cinematográfico.
'Marte (The Martian)'
No tomarse demasiado en serio. Ahí estaba la clave. ¿Quién nos lo iba a decir? Para recuperar al mejor Ridley Scott intuíamos que tendríamos que recurrir a la ciencia ficción pero, más allá de eso, todo eran incógnitas. Hasta que llegó la novela de Andy Weir y puso las cosas en su sitio a base de aventura clásica, sentido del humor sano y amable, tecnicismos que no pesan y emoción palomitera.
Por fin, 'Marte (The Martian)', nos traía de vuelta a un director tan obsesionado por crear una fascinación visual que se olvidaba con demasiada frecuencia del alma de sus películas, del corazón de las historias, de ir más allá del festín para los ojos. Para esta enésima resurrección, el cineasta se servía de una interpretación central de Matt Damon absolutamente maravillosa. Capaz de cargar sin problema alguno con el peso de toda la película, el actor conseguía encandilar al público de inicio a fin, haciéndonos partícipes de su historia y potenciando la sensación de identificación con él. Todos fuimos Matt Damon. Y mereció la pena.
'Todo el dinero del mundo'
Más allá de la polémica suscitada en su momento por el obligado cambio de última hora de un Kevin Spacey condenado al ostracismo eterno de la industria por el grandísimo Christopher Plummer, 'Todo el dinero del mundo' sigue destacando como una de las últimas grandes películas firmadas por Ridley Scott.
Notable en sus momentos dramáticos y sobresaliente en sus tramos de puro thriller, esta historia basada en hechos reales está plasmada en pantalla con un pulso de hierro, sentido del ritmo y maestría narrativa digno de la mayor de las admiraciones. Una película tan robusta como contundente que, a día de hoy, sigue mereciendo muchos más aplausos que los que recibió tras su polémico estreno.
'El último duelo'
'El último duelo', la última película estrenada por Ridley Scott antes de la llegada de 'La Casa Gucci', ha sido recibida con entusiasmo por parte de una crítica que no se ha cansado de describirla como lo mejor del director en un buen puñado de años. Y pese a que se trate de algo un poco excesivo, provocado por la perezosa manía de catalogar como fallidas las últimas décadas del cineasta, resulta imposible no caer rendido ante una propuesta realmente compacta en las que todas las piezas están en el lugar en el que deben y funcionando de la manera adecuada. Una propuesta adulta, clásica y narrada e interpretada con pulso de hierro.
'Gladiator'
Pocos podían pensar que la década de los 2000 se inauguraría con la resurrección del péplum. De nuevo, y sin previo aviso, llegaba a la cartelera una película de romanos, gladiadores que se juegan la vida en la arena, traiciones susurradas, puñaladas por la espalda y dedos hacia abajo que indican malas noticias. La taquilla se volvió loca, los críticos también y hasta los Oscar se dejaron contagiar por 'Gladiator', un trabajo que, puestos a fomentar la resurrección, sirvió para volver a inyectar vida a la carrera de Ridley Scott.
Una historia de venganza épica hasta decir basta, un protagonista antológico, Máximo, un intérprete en el mejor momento de su carrera, Russell Crowe, quien terminó llevándose la estatuilla a Mejor actor por su sobresaliente trabajo, y un cineasta que, al fin, volvía a mostrar algunas de sus mejores virtudes. Una combinación perfecta.
'American Gangster'
La grandeza de 'American Gangster', la cual, por cierto, conviene subrayar con mayor frecuencia, es el resultado de la suma de varios factores:
- Un guion espléndido.
- Un montaje excepcional.
- Una puesta en escena deslumbrante.
- Una dirección sobresaliente firmada por Ridley Scott.
- Denzel Washington en permanente estado de gracia.
- Russell Crowe al máximo de su potencial.
De esta forma se consiguen casi 160 minutos de cine de altísima calidad, que atrapa, impacta y entretiene con la misma envidiable facilidad. El mejor Scott del siglo XXI.
'Black Hawk derribado'
Después de triunfar a lo grande con 'Gladiator' entre público, crítica y, al fin, Academia, Ridley Scott se lanzó de lleno al género bélico para firmar con 'Black Hawk derribado' una película, allá vamos, todavía mejor. Mucho mejor. Apoyado en un reparto deslumbrante, el director agarra al espectador del cuello desde el minuto uno y no lo suelta hasta el último de los planos, construyendo así una montaña rusa llena de sangre, tensión, violencia, incomprensión y disparos.
La trama es prácticamente invisible, pero Scott solamente necesita su talento tras la cámara para sacar auténtico oro de cada instante, firmando así una de las grandes películas de su trayectoria y una de las mejores propuestas del género de los últimos años.