Explosiva. Ese es uno de los adjetivos que mejor definen a 'La casa de papel', y quizá una de las claves de su éxito mundial. Pero también es una palabra que podría definir su paso por la industria: como si Úrsula Corberó hubiera tirado una granada en la ficción española que lo puso todo patas arriba, ese es el efecto que ha tenido la serie de Álex Pina. Ahora que Netflix ha estrenado, por fin, la última tanda de episodios, es el momento perfecto para echar la vista atrás y sacar conclusiones: ¿cuál es el legado que deja 'La casa de papel' y qué puede aprender la ficción patria de este fenómeno sin precedentes?
"Más consecuencia que detonante"
El primer episodio se emitió una primaveral noche de mayo de 2017, pero para entender cómo llegó siquiera a nacer la serie más exitosa que se ha hecho en nuestro país jamás, hay que echar la vista atrás. "Para llegar a 'La casa de papel', antes ha habido un trabajo de mucho tiempo a nivel creativo e industrial", explica Sonia Martínez, quien por aquel entonces era directora de ficción de Antena 3. Citando los éxitos internacionales de series previas de la cadena como 'El tiempo entre costuras', 'Gran Hotel', 'Vis a vis' o 'Velvet', asegura que el caso de 'La casa de papel' "no ocurre de repente, no es chiripa ni casualidad. Pasa gracias a a muchos años de invertir en ficción, ponernos retos creativos e intentar hacer contenidos diferentes".
Coincide con ella Cristóbal Garrido, guionista que trabajó con Bambú en series como 'Gran Reserva' y 'Fariña' y este año ha creado 'Reyes de la noche'. "'La casa de papel' es más consecuencia de esa tendencia que detonante. Si hace 15 años nos dicen que íbamos a tener series de viajes en el tiempo, de romanos, de narcotraficantes, de terrorismo islámico... no nos lo habríamos creído. Pero se arriesgó y el espectador ganó en variedad, y el guionista en salud mental".
En su paso por la televisión en abierto, 'La casa de papel' fue más un producto de culto que un fenómeno de masas. El primer episodio logró atraer la mirada de más de 4 millones de espectadores en su emisión, una cifra muy buena en tiempos en los que las series estaban empezando a desaparecer de las parrillas. Sin embargo, semana a semana más "rehenes" se escapaban del atraco, cambiando de cadena (o apagando sus televisores), y las audiencias de la emisión lineal iban disminuyendo progresivamente. El último episodio fue el menos visto en directo de toda la serie, por tan solo 1,49 millones de espectadores y un 9,8 % de share. Si la historia acabase aquí, 'La casa de papel' parece a todas luces un golpe fallido.
Un golpe mundial: cómo Netflix la convirtió en fenómeno
Pero ese era solo el comienzo. Para Jose A. Antón, actual director adjunto de Contenidos de Atresmedia TV, no es un misterio que Netflix se interesara en adquirir los derechos de la serie: "En su paso por Antena 3 fue líder en públicos menores de 55 años, con datos que superaban los 20 puntos de cuota entre los espectadores jóvenes. Era una marca comercial muy apreciada por anunciantes y una serie que recibió críticas estupendas".
Ese mismo año, la plataforma de streaming estrenaba de forma global 'La casa de papel' el 25 de diciembre, pero nadie en Netflix sabía aún la envergadura que tendría ese regalo de Papá Noel. Con muy buen ojo reeditaron los episodios para ajustar la duración original de 70 minutos al estándar internacional de entre 40 y 50. Sin campaña de promoción, como ha ocurrido recientemente con 'El juego del calamar', el algoritmo y el boca a boca fueron haciendo que espectadores de todo el mundo se metieran en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre donde el Profesor y el resto de la Resistencia llevaban a cabo su sonado atraco.
Lo que había sido un éxito relativo en la televisión lineal explotó en el streaming hasta alcanzar datos que nunca antes habíamos visto en una serie española. Netflix anunció que se había convertido en la serie de habla no inglesa más vista en la plataforma. "No sé si cuando Atresmedia paría 'La casa de papel' era consciente de que estaba haciendo el producto perfecto para el «binge-watching» de las plataformas", se pregunta Garrido. Según Martínez, este caso obligó a las cadenas de televisión a empezar a leer los datos desde nuevas perspectivas. "De repente había series o programas que daban unas audiencias discretas en directo, y en diferido rompían los números. Ya no solo cuenta el dato de share del día siguiente a las 8 de la mañana, sino que hay que sumarle el diferido, más las ventas que hagas a plataformas, más muchas otras cosas que condicionan en la consideración de qué contenido se convierte en éxito o no".
El crítico de El Cultural y Caimán Cuadernos de Cine Enric Albero intenta explicar el fenómeno, no sin antes dejar claro que, como decía William Goldman sobre la fórmula del éxito cinematográfico, "aquí nadie sabe nada". "Llegó en una época en la que los supuestos coletazos de la crisis económica seguían golpeándonos como un mazo en manos de Helsinki, y la serie planteaba un argumento contrasístemico en el que la banca y la administración aparecían como villanos. Era una situación que se vive del mismo modo aquí que en Brasil o Arabia Saudí...". Aunque también atribuye parte del éxito al "carisma que desprenden determinados rostros, cuyo impacto en el imaginario colectivo es indiscutible", al remontaje de Netflix y a la "narrativa vibrante (y también tramposa)" de los guiones de Pina y su equipo.
En cualquier caso, tal y como resume Martínez: "Vimos por primera vez en una serie española el efecto de la globalización". Según datos que ha hecho públicos Netflix en los últimos meses, los usuarios del servicio han visto casi 1.500 millones de horas de la serie, contando solo con las Partes 3, 4 y 5 (Volumen 1). Y el éxito no es solo cuantitativo: además de conseguir instalarse en el imaginario colectivo global, un triunfo tan incalculable como evidente, 'La casa de papel' ganó un premio Emmy Internacional a la Mejor serie de drama. Es la única ficción española que ha logrado tal cosa, algo que Antón define como "un hito histórico" para el audiovisual español.
"Nos puso en el mapa": el legado de 'La casa de papel'
Garrido compara los efectos de 'La casa de papel' en nuestra industria con lo que Pedro Almodóvar hizo por el cine español en los años 80: "Nos puso en el mapa". Aunque él no forme parte de ella, siente el éxito de la serie como suyo propio y del resto de los españoles. "Es el Mundial de Sudáfrica de los que no nos gusta el fútbol. Saquemos las banderas al balcón". Albero comparte el entusiasmo en cuanto a las consecuencias industriales del fenómeno: "Se puede decir que ha abierto puertas en el terreno laboral, que ha permitido que nuestros profesionales fichen por grandes firmas de streaming y desarrollen allí sus proyectos".
Nadie puede culpar a Atresmedia de haber dejado escapar su gallina de los huevos de oro: más bien lo que ha quedado claro es que esos huevos nunca habrían podido brillar en la granja de Antena 3 tanto como en la de una plataforma de streaming presente en 190 países. "Antes el espectador se dejaba maltratar porque tenía hambre de ficción y no había más alternativa", señala Garrido, aludiendo al cambio de hábitos del público pero también criticando las prácticas de programación de las cadenas. "Ahora ese público ya no espera hasta las tantas para ver su serie favorita. Ojalá las cadenas se replanteen las cosas porque si no, más allá del evento en directo del reality y el talent show de turno, no va a haber mucho en el prime time".
Antón, que en los últimos años está impulsando la propia plataforma de Atresmedia, ATRESplayer PREMIUM, no ve el caso de 'La casa de papel' como una oportunidad perdida sino como un ejemplo de la cada vez mayor diversificación de la industria. "Ahora alargar la vida de nuestras marcas en terceros operadores también forma parte de nuestro modelo de explotación de las series", explica, citando casos como 'Vis a vis', 'Velvet', 'El internado' y 'Paquita Salas', que han tenido nuevas temporadas o spin-offs en FOX España, Movistar+, Amazon Prime Video y Netflix respectivamente.
Un vivo ejemplo de esta evolución está en la propia Sonia Martínez, que pasó de Atresmedia a ser la actual Directora Editorial de Buendía Estudios. La productora, nacida de una unión entre Atresmedia y Telefónica, desarrolla productos para Antena 3, ATRESplayer PREMIUM y Movistar+, pero también para plataformas y cadenas ajenas. Martínez reflexiona así sobre una industria post-'La casa de papel': "Cada plataforma o cadena es un mundo y tiene sus propios intereses, sus propias políticas y sus líneas editoriales. A todo el mundo le gustaría tener un éxito así, pero no tiene por qué ir en la misma línea. Empeñarse en ser «el nuevo X» es un error".
Y ahora... ¿qué?
Garrido duda que un caso como el de la serie de Álex Pina se vuelva a repetir en mucho tiempo. "Una industria madura debería estar como loca explotando a saco el fenómeno, pero por otro lado lo mismo hemos aprendido de EE.UU. una lección: ¿Cuántas veces han intentado tener su nueva 'Perdidos' y se han dado un batacazo detrás de otro? Casi mejor así, pasemos página y apostemos por cosas nuevas". Antón barre para casa citando otros éxitos internacionales recientes producidos por Atresmedia, aunque sin duda a menor escala que 'La casa de papel', como 'Veneno' o "incluso 'El secreto de Puente Viejo', una serie diaria que ha marcado un antes y un después en ventas internacionales llegando incluso a Vietnam".
No todos son tan optimistas. Albero también celebra el camino recorrido y cita series como 'El Ministerio del Tiempo', que "rompieron corsés y límites geográficos", o casos que le parecen excepcionales en cuanto a calidad como 'Mira lo que has hecho', 'Venga Juan', 'Antidisturbios', 'Fariña' y 'Gigantes'. Pero este año ha notado una tendencia preocupante: "Tengo la sensación de que ninguna de estas plataformas (y tampoco las cadenas privadas, cada vez más volcadas en los realities) tiene una estrategia industrial clara. Ni siquiera Movistar+, que empezó con sus series de autor, trasvasando directores de cine a la ficción televisiva, línea de trabajo que parece haber abandonado en busca de, presupongo, públicos más amplios. Parece que, en lugar de promover productos exclusivos, distinguidos, series «high concept», se vuelve a apostar por proyectos muy similares a los que viene fabricando la televisión en abierto desde hace eones, como si ahora cada operador quisiera captar a todos los suscriptores". Y aunque aprecia el avance industrial de 'La casa de papel', no es, digamos, fan de sus logros creativos. "Al final, lo que funciona, se replica (y se hace sin el necesario filtro analítico) y 'La casa de papel' se ha convertido en una fórmula, que el propio Álex Pina ha repetido en todos sus siguientes trabajos para Netflix, basada en crear tramas vertiginosas de difícil solución que siempre se arreglan con flashbacks que intentan reconducir el asunto. Me parece una mecánica facilona y, a estas alturas, muy gastada. Lo peor es que aún nos quedan varios años de aplicación del modelo de este éxito".
Lo que es indudable es que se acaba el atraco y hemos conseguido el bote. Pero los fenómenos populares y las modas, ya sabemos, duran poco. Y ahora es la ficción coreana la que despunta. ¿Qué debemos hacer para seguir exportando nuestras historias? Sonia Martínez lo tiene muy claro. "Una de la secuelas que tiene este mundo globalizado es la uniformidad, y nosotros hemos logrado tener una manera de hacer, de mirar y de contar muy nuestra. El mayor reto ahora mismo es seguir conservando nuestra propia mirada". A planear el próximo golpe.