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PREPARA LOS PAÑUELOS

La traumática película de animación disponible en Netflix que nadie se atreve a ver una segunda vez

A pesar de que pasó desapercibida en un inicio, los años han colocado a esta película como una auténtica obra de culto que debes ver... si te atreves.

Por Pablo Benítez Martínez 24 de Septiembre 2024 | 18:40
Ferviente fan de Paddington, Spider-Man y las croquetas.

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Los hermanos Seita y Satsuko en 'La tumba de las luciérnagas'
Los hermanos Seita y Satsuko en 'La tumba de las luciérnagas' (Sony Pictures)

Cada vez que termino una película, tiendo a meditar sobre su plano final: ¿qué cuadro es el que el director o la directora ha elegido para cerrar su obra? En varias ocasiones, estos fotogramas no tienen otra función más allá de dar una sensación de conclusión a la historia; plano general con zoom out seguido de un leve fundido a negro y... fin, todos para casa.

Sin embargo, hay otros muchos creativos que emplean esta última carta para enfatizar la idea de su metraje. Hay películas, por tanto, cuyo plano final dice literalmente más de mil palabras. Este es el caso de 'La tumba de las luciérnagas', película que se encuentra actualmente disponible dentro del catálogo de Netflix. Si la has visto, no querrás volver a hacerlo, y si no, jamás te atreverás a revisionarla.

La película arranca en el Japón de 1945, a las puertas del trágico, pero eventual final de la Segunda Guerra Mundial. Allí, el joven estudiante de tercer grado Seita deberá proteger a su hermana de cinco años, Satsuko, de los horrores de la guerra y la crisis.

El hambre, la devastación y la muerte se verán entremezclados desde el punto de vista de estos dos inocentes niños, que tratarán de sobrevivir a toda costa. Ya te haces una idea de por dónde va la cosa.

El origen de la luciérnaga

Esta película ha sido catalogada como una de los trabajos más duros (sino el que más) de Studio Ghibli. Ni la productora de animación japonesa ni su máximo exponente Hayao Miyazaki necesitan presentación alguna: la colorida 'Ponyo en el acantilado', la ecologista 'La princesa Mononoke' o incluso la cuestionada (pero amada por un servidor) 'El castillo ambulante' son algunas de sus propuestas más conocidas.

Todos estos títulos comparten un rasgo en común: están disponibles en Netflix. Chascarrillos aparte (aunque es cierto que se encuentran en la plataforma), estas películas han marcado escuela y les define su gran cantidad de analogías y mensajes.

Al ver esta amalgama de realismo mágico y simbolismos detrás de cada personaje, criatura y místico escenario, uno no puede evitar cuestionarse qué narices pasó con 'La tumba de las luciérnagas', ya que parece ser la completa antítesis de la fórmula Ghibli: el realismo y la crudeza se juntan en una premisa que impide por completo que sus personajes puedan huir del absurdo de la guerra para refugiarse en lo mágico.

Isao Takahata, director de la película y cofundador de Studio Ghibli junto a Miyazaki, quedó impactado al leer la novela homónima de Akiyuki Nosaka, publicada en 1967. En esta, el autor narra las vivencias reales que le ocurrieron a él mismo durante la Segunda Guerra Mundial, haciendo especial énfasis en describir a la trágica Japón de por aquel entonces.

La pequeña Satsuko representa el lado más inocente de la guerra en 'La tumba de las luciérnagas'
La pequeña Satsuko representa el lado más inocente de la guerra en 'La tumba de las luciérnagas' (Sony Pictures)

Takahata, también creador de 'Heidi' y 'Marco', estaba ansioso de adaptar la novela a una película. Pese a que en un inicio el tajante escritor de la obra original se mostró reacio a ello, finalmente logró cambiar de idea al entender con varios bocetos presentados por el director que, en efecto, sí era posible dar vida a la Japón que él mismo describía con tanto hincapié en su libro.

Un legado imborrable

Isao Takahata tenía las ideas bien claras: 'La tumba de las luciérnagas' sería presentada en un estreno doble junto a 'Mi vecino Totoro'. Uno de los mayores temores del director era que el público encasillara a Studio Ghibli como productora, por lo que pensó que sería buena idea estrenar sus dos nuevas propuestas en un mismo pase.

Así, podrían mostrar al público la amalgama de historias que eran capaces de contar. Simplemente me apiado de los padres que llevaron inocentemente a sus pobres niños a aquella sesión doble sin saber lo que les estaba por llegar.

La mezcla de películas, aunque interesante, no funcionó. El público se decantó sin duda por la propuesta de Miyazaki antes que por la de Takahata. La crudeza de los eventos de la película y su enfoque más adulto hizo que 'La tumba de las luciérnagas' pasase desapercibida.

Curiosamente, Takahata sabía de alguna manera que la cinta podría ser rechazada. El joven Seita y su gran fuerza de voluntad fueron los motivos que impulsaron al director a realizar la película, pero eran también su gran temor:

"Los jóvenes creen que los héroes de guerra son más nobles y capaces que ellos, haciendo que se desentiendan por completo de la historia al creer que esta no tiene nada que ver con sus vidas. Quería disipar esa mentalidad". ('The Animerica Interview: Takahata and Nosaka: Two Grave Voices in Animation')

Seita, hermano de mayor de Satsuko, cuida de su hermana en 'La tumba de las luciérnagas'
Seita, hermano de mayor de Satsuko, cuida de su hermana en 'La tumba de las luciérnagas' (Sony Pictures)

Lo haya logrado o no, el tiempo ha puesto en su lugar a 'La tumba de las luciérnagas'. Si bien es incuestionable el trauma generacional que esta película de culto ha generado en sus espectadores, es ya un clásico que toda persona debe ver en algún momento de su vida.

¿Y en cuanto al plano final? El último cuadro de 'La tumba de las luciérnagas' me dejó meditando la primera vez que lo vi. En este, Seita y su hermana Setsuko se alzan desde lo alto de una colina y contemplan a un Kobe rural y optimista.

No obstante, el paisaje se funde paulatinamente con una tecnológica y metropolitana ciudad. Lo que están viendo, en efecto, es la misma Kobe, esta vez envejecida y modernizada con el paso de las décadas. Mismo lugar, distinta época.

Pasado y presente se funden en la despedida que Takahata da a todas las víctimas del país nipón, caminando hacia un futuro inminente, pero recordando siempre de dónde venimos y quiénes han cimentado el camino que nosotros ahora pisamos.

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