La fotografía de Gordon Willis, la música de Nino Rota, la pasión de todo el elenco, la mezcla de sonido, el guion de Mario Puzo y Francis Ford Coppola... Da igual la escena con la que te adentres en 'El padrino', porque encontrarás genialidad en cada una de ellas. Pero eso no significa que no fuera una problemática producción, casi repudiada por su director tras un conflictivo rodaje.
Coppola aceptó a regañadientes dirigir este clásico, impulsado por el inminente hundimiento de su utópica aventura con American Zoetrope, la productora independiente que estableció en San Francisco. Paramount necesitaba a alguien que manejara la jerga italiana para adaptar el best-seller de Puzo, y Coppola terminaría por resignarse y voló a Nueva York para preparar uno de los gigantescos blockbusters de los setenta, que revolucionarían la historia del cine y su entramado de distribución y exhibición.
Después de su estreno se convirtió en un enorme fenómeno, que rompería todos los récords de taquilla. Aunque Coppola consideraba que se había vendido al sistema y decidió aislarse en París durante esta oleada de éxito para finalizar el guion de 'La conversación'. A pesar del boicot continuo que el cineasta vivió por parte del productor Robert Evans, finalmente se implicó también con la secuela, que se puso inmediatamente en marcha. Sobran las razones para denominar como clásico de culto a 'El padrino', por lo que hemos preferido reunir unas cuantas anécdotas para los más curiosos:
Curiosidades de 'El padrino'
Las chuletas del genio
Una de las curiosidades más míticas y conocidas de 'El padrino' es la relativa a la no memorización del guion por parte de Brando, que recurrió a un truco mucho más rápido que estudiarse el largo guion de Coppola y Puzo. El legendario actor se dedicaba a colocar hojas con sus líneas de diálogo donde le viniera mejor para cada toma, ya fuera en un árbol o en el torso de alguno de sus compañeros de reparto, como se puede apreciar en la imagen.
Aportación única
Cuando Coppola recibió el premio Oscar por su labor como guionista, dedicó unas especiales palabras a Robert Towne. Towne fue uno de los guionistas más cotizados de los años setenta ('Chinatown', 'El último deber'), y también un especialista en la reparación express de guiones, como demostró con 'Bonnie y Clyde'. Ante la problemática de no contar con una escena que resolviera la relación entre Vito y Michael, algo que Coppola ansiaba para que el espectador comprendiera que el testigo mafioso cambiaba de manos, el realizador llamó a Towne, que terminó de escribirla horas antes de ser rodada. El resultado fue una de las escenas más emotivas de la película, y, a diferencia de lo que le solía aportar Warren Beatty al guionista, reconocimiento manifiesto para Towne.
A liarla
Quien tenga la imagen de Marlon Brando como un hombre tranquilo, que se la quite inmediatamente de la cabeza. Durante el rodaje de 'El padrino' estuvo especialmente inquieto y supo poner a prueba a sus compañeros. En la escena en la que regresa a casa y tienen que subirle por las escaleras, el cabeza de familia colocó unas pesas en la cama para que a sus colegas les costara aún más levantarla. La típica broma a cuerpo de rey.
Venganza frustada
Sin duda el arco narrativo de Michael es el más complejo de la cinta, pasando del rechazo a su familia a un vínculo absoluto con sus prácticas ilegales. Durante la estancia de su personaje en Sicilia, huyendo de la homicida notoriedad que había alcanzado en Nueva York, su esposa era asesinada por un coche-bomba. Michael conocía perfectamente al responsable de tal tropelía, pero entre ellos no se intercambió más que miradas confusas como despedida. En una escena eliminada de la película, el personaje de Al Pacino daba con el paradero de Fabrizio, su traidor guardaespaldas, y acababa con él de un escopetazo. Coppola terminó cortando la escena, pero una vez vista la escena del bautizo y lo que venía después, tampoco se puede decir que Michael se quedara con ganas de venganza.
Polémico paralelismo
Con la novela de Puzo entre manos, la gente no tardó en asumir que el personaje de Johnny Fontane estaba inspirado en Frank Sinatra, pero el escritor insistió vehementemente en que no se había fijado en la icónica estrella para crear a ese desesperado cantante en busca de fama en el cine. Sinatra no se creyó las palabras de Puzo y cuando se encontraron en un restaurante volaron los cuchillos, figuradamente, aunque poco quedó para que fuera literal. Como consecuencia, Coppola decidió reducir la presencia del Fontane en la cinta.
Triunfador callejero
A veces las excentricidades sirven para aumentar la leyenda de un clásico. En el caso de 'El padrino', ese tipo de elementos diferenciales se encuentran en pantalla desde el comienzo. Por ejemplo, en la escena inicial Vito aparece con un gato en su regazo, acariciándolo con parsimonia. Resulta que ese felino fue encontrado poco antes por Brando en su caravana personal en Paramount. Entonces, cómo no, decidió llevarlo al rodaje, aunque en el guion no se especificara la presencia de un gato, y con tanto maullido los montadores se vieron obligados a doblar buena parte del diálogo de Brando.
Aterrorizado
Uno de los factores diferenciales de 'El padrino' es su habilidad para asentar las bases de la mayoría de los personajes en la primera secuencia, la de la boda de Connie. Mientras Vito está atendiendo las peticiones de los asistentes al enlace de su hija, el matón Luca Brasi se encuentra en el jardín practicando lo que más adelante le dirá al Don, dando señas del inmeso respeto y temor que siente hacia él. Lo mejor de esta aparición fue que Lenny Montana, el luchador que interpretó a Brasi, realmente estaba tan acongojado por estar frente a Brando que empezó a balbucear sus frases mientras la cámara rodaba. A Coppola le gustó tanto ese gesto tan genuino que lo incluyó en el corte final.
Dura competencia
Paramount se negó a contar con Marlon Brando en un primer momento, ya que el actor venía de una racha negativa y preferían alejarse de él. Finalmente, gracias a la insistencia de Coppola y a su brillante audición terminaría por convencerles, pero no fue el único que llamó a la puerta del despacho para hacerse con el rol de Vito. Orson Welles también mostró su interés por encarnar al Don, algo que rompió el corazón de Coppola, gran fan suyo, pero que no pensaba cambiar a Brando al considerarle la opción idónea.
¿Esto qué es?
En primera instancia, la oscura fotografía de Gordon Willis no deleitó a los ejecutivos de Paramount, que decían no ver nada de lo que ocurría en las tomas. La industria estaba acostumbrada a unos planos luminosos, en los que se veía cada elemento que había en pantalla, pero Coppola y Willis consiguieron cambiar esa tónica general y convencer a los jefes del significado que esas sombrías imágenes tenían dentro del relato.
Indignación
A Al Pacino no le hizo ninguna gracia su nominación a los premios Oscar por su interpretación de Michael. No porque pensara que no la mereciera, sino por la categoría en la que recaló, la de actor de reparto. Pacino no comprendió que se le emplazara en la categoría secundaria y a Brando en la principal cuando él aparecía más en pantalla que su compañero, por lo tanto decidió no asistir a la gala como símbolo de indignación. Brando también hizo una de las suyas, y cuando sonó su nombre como ganador, una chica apareció con una vestimenta apache para reivindicar los derechos de los nativos americanos.
Si cuela, cuela, y si no...
Otro de los famosos que trataron de embarcarse en el proyecto fue Elvis Presley. El rey del Rock & Roll soñaba con interpretar a Vito Corleone, pero sus 36 años de edad (once menos que Brando) le llevaron a hacer la prueba de casting para el papel de Tom Hagen, más acorde con su perfil. Tampoco triunfó a la hora de hacerse con aquel rol, y el regreso del mítico rockero a la gran pantalla nunca se produjo.
Apuestas arriesgadas
La relación entre el productor Robert Evans y Coppola no fue la mejor, lo cual no impidió al director ganarle una apuesta redonda al ejecutivo de Paramount. Coppola le dijo que si 'El padrino' recaudaba 15 millones de dólares le tendrían que regalar una limusina, Evans incrementó la cifra a 50 millones. Entonces, la película llegó a los cines, arrasó, y cuando pasó el centenar de millones de recaudación, el realizador se fue con George Lucas al concesionario de Mercedes en San Francisco a por su ansiado premio. Allí solicitaron el Mercedes 600, un modelo tan exclusivo que entre sus poseedores se encontraban el Papa y Francisco Franco. Tras superar las dudas de los vendedores, tuvieron éxito con sus exigencias y dejaron la referencia de las oficinas de Paramount Pictures para enviar la factura. Y poco tiempo más tarde Coppola ya estaba de fiesta en su limusina con William Friedkin.