La historia del ilustrado Johann Friedrich Struensee, médico personal del estrafalario rey de Dinamarca Christian VII y su romance con la reina Carolina Matilde a mediados del siglo XVIII, es tan apasionante que era difícil no obtener una película con interés a poco que el proyecto se sacase adelante con un mínimo de profesionalidad. Pero Nikolaj Arcel, guionista de 'Los hombres que no amaban a las mujeres', logra elevar el resultado a categoría de imprescindible, con un aspecto visual imponente y reuniendo a un reparto que está sencillamente extraordinario.
Mads Mikkelsen, actor danés conocido especialmente como el villano de 'Casino Royal', interpreta con fuerza y porte de intérprete clásico a ese médico de ideas revolucionarias que se infiltra en la corte hasta llegar a lograr manipular al rey, cuya confianza se gana muy pronto, en beneficio de un pueblo oprimido por el poder de la privilegiada nobleza y con la complicidad de una reina con la que tiene un romance a espaldas del monarca... Construye el actor un personaje fascinante en lo moral y en lo intelectual. Su presencia es magnética y se siguen sus pasos con interminable interés.
'Un asunto real' cuenta con una ambientación que nada tiene que envidiar a grandes producciones de época británicas o estadounidenses con mucho mayor presupuesto, una banda sonora elegante del oscarizado Gabriel Yared y un ritmo fantástico, que mantiene al espectador enganchado a su desarrollo durante más de dos horas de enredos palaciegos, que van desde el romance a las luchas de poder, sin que un elemento eclipse nunca al otro, logrando un equilibrio genérico que funciona siempre, a medio camino entre un folletín entretenidísimo y una revisión histórica rigurosa con ciertos aspectos de plena actualidad.
Pasado y presente
Es interesantísimo volver a observar la manera en que la justicia y la libertad tienen que imponerse a veces con unos métodos moralmente un tanto dudosos (recordemos la reciente 'Lincoln' de Spielberg sin ir más lejos) y caer en la cuenta de que la capacidad de los gobernantes para manipular al pueblo y lograr que apoye fervorosamente causas que en realidad van en su contra, no es algo exclusivo de las monarquías absolutistas, sino algo a la orden del día. El dramático desenlace, guarda sin embargo un punto de esperanza en el epílogo, que alienta un pertinente espíritu revolucionario y nos recuerda que no siempre las causas justas cayeron en saco roto.
Todo esto está estupendamente contado en el film de Arcel, envuelto en una historia muy interesante, cuyos misterios se resuelven de manera bien dosificada y cuyos personajes mantienen unas relaciones tan complejas como creíbles, con unos diálogos muy trabajados y elegantes. Solo queda recomendarla con entusiasmo y desear que nuestra Historia española, no menos interesante (algunos recordamos viendo el film al intrigante Godoy de la corte de Carlos IV), sea pronto retratada con la fuerza y rotundidad de esta excelente película danesa, que bien hubiese merecido el Oscar a la mejor película extrajera.